"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 14 de marzo de 2013

Minutos fugaces

Era delgado , rayando en lo escuálido, adivinado más que visto tras su zamarra azul marino y el pantalón claro bajo el que dormían dos botas del ejército que tuvieron mejor vida. Sus ojos oteaban el horizonte breve del ruidoso bar en el que el público posaba su vista sobre un video en color del popular Sting. A menudo se deslizaba, a lo tonto, hacia el ángulo de la estufa, junto a la cual se calentaba una pareja, más atenta a la pantalla que a los sucesos de alrededor; y percibiendo que ella no lo miraba, se detenía melancólico a regodear la vista en su figura, en sus cabellos y en el brillo satisfecho de sus ojos, que no se posaban en él.
Notaba el dolor de sus latidos mientras la contemplaba; el calorcillo de la sangre fluyéndole en las venas con una lentitud exasperante, como si aguardara tan sólo el momento supremo en que ella lo mirase para detenerse y quedar convertido en estatua de piedra.
Controlaba cada gesto, cada suspiro feliz en los primeros planos del cantante, cada sonrisa del tipo que la acompañaba, y cambiaba la trayectoria cuando en la de ella entraba por un segundo el espacio que ocupaba.
Sentía las manos en los bolsillos, pesadas por la inmovilidad de una caricia que ansiaba dar, y su mente se apartaba durante un tiempo indefinido del ambiente real para vagar por las estrellas en compañía de la muchacha, subido a su sonrisa y al brillo de sus ojos.
Le asaltó una punzada quemante cuando ella deslizó su mano por el pecho del contrario; al dedicarle una mirada divertida, tan pícara que lo envidió, le pareció que toda la sala se sumía en tinieblas.
Y cuando llegó el desolado momento en que el otro se apartó para pagar en la barra, grabó en su retina la sonrisa de ella como si le fuera la vida, ofreciendo al Creador su alma y su sombra para que, al menos al azar, el castaño brillante se posara en su rostro; por eso, cuando la sirena soñada respondió a sus deseos, ocultó la boca en el cuello alzado de su zamarra, temeroso en lo hondo de que un suspiro de paz se escapara por la puerta de cristales verdes, corriendo tras ella.
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Minutos fugaces by Mercedes Gallego is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en http://tintadreams.blogspot.com.es/2013/03/minutos-fugaces.html.

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