"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

martes, 30 de abril de 2013

"Ellos vinieron"




Según parece, este poema que muchos hemos creído siempre de  Bertolt Brecht pertenece a Martin Niemöller , un pastor protestante encarcelado por los nazis. Lo he escogido esta semana para que lo tengamos como recordatorio sobre nuestras conciencias, ya que no en vano se celebra  el miercoles el día de los trabajadores, ese día en que festejábamos los derechos adquiridos... Esos por los que vamos a tener que luchar de nuevo. Siempre y cuando la cobardía no se instale en nuestos corazones. Ni en nuestras bocas.




Primero vinieron a buscar a los comunistas  
y no dije nada porque yo no era comunista.

Luego vinieron por los judíos
 y no dije nada porque yo no era judío.

Luego vinieron por los sindicalistas
 y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos
 y no dije nada porque yo era protestante.

Luego vinieron por mí pero, para entonces,
 ya no quedaba nadie que dijera nada".

jueves, 25 de abril de 2013

"Tu ausencia" Mercedes Gallego.

Como ya sabéis,  cada martes recuerdo maravillosos poemas de escritores a los que admiro, mas hoy vengo, humildemente, a mostraros aquellos que mi corazón se sintió capaz de crear.


 Amo tu ausencia
porque me recuerda lo feliz que soy contigo,
 porque me llena los ojos de nostalgia
y los labios de deseo.
Amo tu ausencia
porque en ella vislumbro que la vida,
 sin ti,
 no vale nada.
Y disfruto la fortuna de tenerte.
Amo tu ausencia
porque me recrea en los momentos compartidos,
 porque ilumina mi olvido involuntario.
Y, sobre todo, amo tu ausencia
porque sé que,
 tras ella,
 estarás conmigo.


 Licencia de Creative Commons
"Tu ausencia" by Mercedes Gallego is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

martes, 23 de abril de 2013

“Dicen que no hablan las plantas” Rosalía de Castro (1837-1885)




Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasa.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?



martes, 16 de abril de 2013

"Contigo" Manuel Altolaguirre ( 1905-1959)



No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?

Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.

¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?

En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.

martes, 9 de abril de 2013

" El amante espera". Luis Cernuda ( 1902-1963)

Y cuánto te importuno,
Señor, rogándote me vuelvas
lo perdido, ya otras veces perdido
y por ti recobrado para mí, que parece
imposible guardarlo.

Nuevamente
llamo a tu compasión, pues es la sola
cosa que quiero bien, y tú la sola
ayuda con que cuento.

Mas rogándote
así, conozco que es pecado,
ocasión de pecar lo que te pido,
y aún no guardo silencio,
ni me resigno al fin a la renuncia.

Tantos años vividos
en soledad y hastío, en hastío y pobreza,
trajeron tras de ellos esta dicha,
tan honda para mí, que así ya puedo
justificar con ella lo pasado.

Por eso insisto aún , Señor, por eso vengo
de nuevo a ti, temiendo y aún seguro
de que si soy blasfemo me perdones:
devuélveme, Señor, lo que he perdido,
el solo ser por quien vivir deseo.

jueves, 4 de abril de 2013

La peladora de patatas

En una lejana villa de un lejano país nació un día la mujer de la cual me contaron una historia. Como no deseo que quede en el olvido, voy a contárosla. Leed con atención porque no es una historia banal sino una que os dará qué pensar acerca de los motivos por los que unos servimos para una cosa y otros para otra. Todo está escrito en las estrellas y cuando nacemos, nada, ni el más exigente cambio en nuestras vidas, nos desviará de llegar a donde siempre debimos estar.
Brígida, así llamaremos a nuestra heroína, creció rodeada de mimos y amor. En su hogar no había demasiados lujos pero su familia la quería porque era una persona dulce y cariñosa, siempre dispuesta a ayudar a sus hermanos o a obedecer a sus padres. No siempre las cosas fueron de color de rosa pero en general su infancia transcurrió feliz. Cuando llegó su juventud, como en toda vida que se precie, comenzaron las dificultades. Hubo momentos malos y momentos buenos, pero ella logró superarlos con su sello de identidad: la dulzura.
 Tuvo tres novios y a los tres los quiso pero sólo uno la llevó hasta el altar. Dejaron atrás complicaciones, celos, habladurías…Para Brígida, la romántica entre  las románticas, sirvió como declaración de amor las palabras que su novio pronunció ante el descarado reniego de su madre : “Me casaré con ella o con nadie más”…¿Quién podía sustraerse a semejante desafío? Supo que lo esperaría, que le entregaría su corazón en cuanto se lo pidiese de nuevo... Y al fin, lo tuvo.
 Fueron felices, como todos los matrimonios los son: a días y a ratos. El resto del tiempo no fueron desgraciados y eso, pensaba Brígida, era suficiente. Nacieron  cinco hijos. Y cada uno trajo una historia que aportar a la de nuestra protagonista. Historias de amor, de celos, de enfados, de suspensos y aprobados…Historias que colmaron los días y las noches, llenando las horas y haciendo que la vida de Brígida estuviera completa; más que completa, llena. No se acordaba muy bien de vivir para sí misma sino para los demás. Siempre con su eterna dulzura.
Fueron pasando los años y a veces pensaba que la vida se le estaba yendo demasiado deprisa. Sus hijos se independizaron, nacieron los nietos (cuatro chicas, a cual más bella por dentro y por fuera, según su mirada), pasó al otro lado su esposo…y ella empezó a sentir una tristeza muy honda que disimulaba con una dulce sonrisa para que los demás no se angustiaran.
 No siempre sus hijos fueron justos con ella, no siempre estuvieron atentos…y aunque a veces Brígida refunfuñaba, en su corazón no dejó de disculparles y preocuparse por ellos. Sin embargo, se sentía inútil, como si el día a día no fuera importante…como si ya no tuviera nada que ofrecer a los demás.
Y entonces, alguien muy cercano a ella le hizo ver lo siguiente: Sus hijos eran unos devoradores de patatas; siempre estaban comiendo patatas. Podían ser fritas, guisadas, en tortilla…Pero ella siempre estaba ¡pelando patatas! ¡Era la mejor peladora de patatas del planeta Tierra! Si pusiera en fila india las peladuras de patatas que había recortado a lo largo de sus años de madre, podría irse andando sobre ellas a todos esos ignotos territorios con los que siempre soñó y a los que jamás pudo viajar. Con sus patatas había llenado los estómagos hambrientos de sus retoños y de los que se añadieron a probar tan suculenta comida…¿No se había fijado en la sonrisa de felicidad de los suyos cada vez que hincaban el diente en las rechinantes patatas? En vez de madre o abuela, debería considerarse a sí misma peladora, la mejor, más excelsa y gloriosa, PELADORA DE PATATAS.
Y entonces Brígida supo que era cierto. Le hubiera gustado haber sido aventurera, astrónoma, escritora… sin embargo, sus pasos por la vida la habían llevado hasta un fogón de cocina; un lugar insignificante en apariencia, pero un lugar desde el que  podía hacer feliz a los que amaba. No había nacido para ser una “gran mujer”, para pasar a la historia por proezas sin par, pero sí había nacido para añadir sal a la vida de los suyos, para crear felicidad, para dar ternura…para ser recordada, SIEMPRE, como LA MEJOR MADRE DEL MUNDO.
Y entonces Brígida se sintió satisfecha. Supo que, sin lugar a dudas, su vida había merecido la pena.
Para que esto no quede en el olvido, yo, la cronista de la familia, dejo constancia de ello. Y le doy, en nombre de todos mis hermanos y sobrinas, las gracias por estar ahí.


 Licencia de Creative Commons
"La peladora de patatas" by mercedes gallego is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

martes, 2 de abril de 2013

De " El otro, el mismo". Jorge Luis Borges.


                    I             

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado
Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines. Ya no hay una
Luna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
Y te puede matar una guitarra.


                              
                                                                          
        II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.                             
Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas, una
Oscura maravilla nos acecha,
La muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor. La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.



Para Diego, por  el honor que supuso contar con su amistad.