"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 28 de noviembre de 2013

"Los afortunados"

La otra noche regresaba del trabajo dando un paseo por el puente viejo de Badajoz, disfrutando de las más bellas vistas de la ciudad, la alcazaba árabe, la torre de la catedral, la de la Soledad, el colegio de las adoratrices…Al otro  tenía el puente Real, con sus cambios de luz , y una media luna árabe que resaltaba el encanto el cielo al atardecer. Todo ello acompañado de una temperatura idílica para el mes de noviembre. Y de repente, todos los pares de ojos que transitábamos el puente nos volvimos hacia las luces que invadieron el horizonte, acercándose poco a poco, y logrando que surgieran sonrisas en nuestros labios cuando un padre le dijo a su asustado hijo: ¡Es un avión! 
Volaba relativamente bajo y la mayoría nos detuvimos a contemplarlo como si fuera un espectáculo extraño y hermoso.
 Y sin querer, me vino a la mente el recuerdo de unas fiestas de San Juan, cuando estaba apoyada con unas amigas en el pretil del puente, aguardando ilusionadas el comienzo de los fuegos artificiales y de golpe, con el primer trallazo, un señor de edad que estaba a nuestra vera se puso descompuesto y se marchó diciendo: No puedo, por más que lo intente, no puedo. Me recuerda a los bombardeos de la guerra” Ni que decir tiene que nos dejó atónitas que algo tan bello pudiera causar pavor a un hombre ya curtido, y sin embargo, su marcha nos dejó un mal sabor de boca. Es rara la vez que acudo a ver los fuegos y no me acuerdo de él. 
Y esta otra noche se me ocurrió pensar en tantas y tantas personas para las que la visión de las luces de un avión no significaba lo mismo que para mí o las gentes del puente. Son aquellas personas en cuyos países se vive una guerra y el simple sonido de un avión debe darles pavor porque va precedido de bombas y destrucción. 
Qué asombroso ¿no? Que dos mismos acontecimientos tengan consecuencias tan distintas…
Visto de ese modo podemos entender mejor la dicotomía entre el mal y el bien, lo blanco y lo negro…La diferencia entre haber nacido en un país privilegiado o en uno destartalado por los intereses de los  poderosos.
Lo que me lleva, como siempre que me detengo a reflexionar sobre mí misma y mis circunstancias, a dar gracias por ser europea y  de clase media  en esta desastrosa época  que nos tocó vivir, con paro y desamparo político, pero en paz. Al menos en paz de bombas. 


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martes, 26 de noviembre de 2013

"El ojo de la aguja" de Mía Gallegos ( 1953)




Al amor llegué con un grito de seda
y puse las dos mejillas,
el cuerpo y la conciencia.

Nada quedó de mí,
ni siquiera una carta,
ni siquiera un espejo en donde reconocerme.
Mas aprendí a pasar
por el ojo de la aguja,
es decir a perdonar sinceramente.
A dejar la piel en el alambre,
a dolerme desde los pies
a la cabeza.

Lo perdí todo.
Y cuando entendí que no sabía defenderme de la gente,
respondí con una bofetada de ternura,
porque yo sé
que sólo los dulces heredarán la tierra.

jueves, 21 de noviembre de 2013

"Túmulos"



Hace mucho tiempo, sobre un planeta amarillo, existió un país al que todos conocían con el nombre de Túmulos. En él nadie era feliz. Sus habitantes vivían en un clima de crispación producido por el anhelo del pasado y la esperanza incolora del futuro.
 Los antiguos, como en todas partes y en todo tiempo, inculcaban sus ideas y sus ilusiones, pero los nuevos tumulienses sólo deseaban el avance, el progreso; ya se imaginaban alcanzando aquel planeta azul que se divisaba a lo lejos, ya internándose en las estrellas y propagando su optimismo…Eran jóvenes.
 Aquel país vivía en libertad. Al menos en eso que nosotros conocemos con dicho nombre, pero ellos no apreciaban tantas normas, tantas disciplinas. Fue entonces cuando decidieron adorarse a sí mismos y olvidar a aquellos dioses que antaño idolatraran.
 El impulso del país aumentó. Se relacionó con sus vecinos, los urnienses, tan tranquilos, tan apagados…Y les despreciaron por su pasividad e ignorancia. Sólo cultivaban el suelo y comían flores amarillas. 
 Ellos deseaban producirlas azules y verdes y llenar de colorido sus manjares.
 Cristales molidos cayeron sobre sus cabezas y el país quedó en silencio.
 Nadie pudo moverse. Un grupo de amigos lo intentó y, nadie sabe cómo, cayeron en un precipicio de las afueras.
 Pasaron los siglos, porque siglos parecieron aquellas décadas bajo el dominio de Goliat, y nadie se movía.
 Hubo alguien que soñó con un pájaro, no sabía bien su nombre; telepáticamente le dijeron desde el planeta azul algo de Juan Salvador. Él ignoraba quién era pero deseó emularlo. Y un huracán trocó su vuelo en vertiginosa caída hacia el vacío.
 Parecía imposible salir del abismo.
 Surgió entonces la nostalgia del pasado cercano, de aquel en que vivieron protestando cuando lo tenían todo. Y Túmulos se unió en un deseo común: sobrevivir.
 Nadie sabe como fue. Algunos hablaron de que llegó un platillo volante, otros que surgió de un cráter el gigante David, otros que… ¡Murmuraciones!
 Lo cierto es que Túmulos formó un corazón que latía a destiempo del de Goliat… Y éste no tuvo sangre suficiente para respirar.
 Así nació una nueva era
Los tumulienses aprendieron a apreciar las flores amarillas. Con sabiduría investigaron sobre las azules y con el paso de los atons llegaron a obtenerlas de todos los colores. 
 Alguien intentó protestar porque no salían en tonos grises pero un niño le explicó cuán hartos estaban de aquellos pigmentos tristes que sólo les recordaban tiempos de silencio. Fue entonces cuando el ciudadano apretó contra su pecho el rostro infantil… y comió un clavel amarillo.

 Febrero de 1984. 

“En recuerdo de aquellos que sufrieron la guerra y la postguerra española”

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martes, 19 de noviembre de 2013

"Amantes" de Jorge Gaitán Durán ( 1924-1962)


Desnudos afrentamos el cuerpo
como dos ángeles equivocados,
como dos soles rojos en un bosque oscuro,
como dos vampiros al alzarse el día,
labios que buscan la joya del instante entre dos muslos,
boca que busca la boca, estatuas erguidas
que en la piedra inventan el beso
sólo para que un relámpago de sangres juntas
cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles en el estío,
sentados como dioses ebrios
para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
tendidos como guerreros de dos patrias que el alba separa,
en tu cuerpo soy el incendio del ser.

martes, 12 de noviembre de 2013

"Si un hombre pudiera decir" de " Los amores prohibidos".Luis Cernuda ( 1902-1963)


Si el hombre pudiera decir lo que ama, 
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo 
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, 
dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo, 
yo sería aquel que imaginaba; 
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero. 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien 
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; 
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina 
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, 
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta 
libremente, con la libertad del amor, 
la única libertad que me exalta, 
la única libertad por que muero. 

Tú justificas mi existencia: 
si no te conozco, no he vivido; 
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.



(Disculpad mi insistencia, pero ya veis que Cernuda me llega al corazón)

martes, 5 de noviembre de 2013

"Las horas perdidas"





No quiero volver a ti,
a las horas perdidas.
Me araña la garganta
el reflejo del sol
y me quema los dedos
la tinta del bolígrafo
mientras un falso reloj de tiempo interminable
roba mis horas.
No suena el teléfono.
La vida se ha parado.
En algún lugar  la gente ríe
pero yo permanezco mutilada ante los libros.

(20- Abril -1988)

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