"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 12 de junio de 2014

"Las hermanas de León" (Serie : Mujeres de carne y hueso)


Para todos aquellos que me siguen no es novedad que trabajo en un proyecto de inserción social con mujeres desde hace 20 años; lo que no sabéis, tal vez, es quien inició esa labor tan asombrosa que nos ha llevado a todas las personas que hemos – y continuamos – participado en él a crecer como seres humanos y a aprender que todos necesitamos de todos y que todos aprendemos del resto.
Lo hizo una “hermana” de León, no capital, pero sí provincia. Esta mujer, como todas las que dan título a mi reflexión, posee una fortaleza a prueba de bomba, resulta convincente en sus argumentos porque da fe de sus palabras con su propia vida, se muestra exigente con los que trabaja pero es siempre la primera en iniciar la jornada y la última en retirarse, da ternura a los que necesitan ser escuchados, es convincente con los políticos a los que hay que recordar que el dinero público debe llegar a los sectores más necesitados y perseverante cuando se trata de alcanzar un objetivo... Pero sobre todo, es dura como un roble. Ella y todas las “hermanas” nacidas en la dichosa provincia de mis envidias, porque yo, en mi próxima vida, quiero nacer en León. Parecen inasequibles al desaliento, fuertes y sanas, alegres y cachazudas en muchas ocasiones, con un sentido del humor que te pasma en personas de su edad o su profesión. Porque estoy hablando de monjas, sí, de religiosas. Que a todas se les nota a la legua a lo que se dedican ya que exudan un no sé qué que se les ve venir el oficio aunque no lleven el hábito.
Sin dejar de encomiar la labor del resto, voy a detallar la de esta mujer en concreto, de nombre Isabel y de apellido De la Riva. Así es como debería llamarse nuestra escuela ( que por cierto, tras veinte años sigue sin denominación ) lo que nunca se hizo por dejadez del resto y humildad de la interesada. Aún estamos a tiempo pero las cosas de palacio ( y si son de Iglesia, más) van despacio.
Isabel comenzó la escuela con unas cuantas mujeres gitanas y como hemos contado en el centro hasta la saciedad fue porque surgió la necesidad de que necesitaban aprender a leer para localizar calles de Badajoz a las que debían acudir a solicitar trabajo. Una cosa llevó a la otra y en poco tiempo se atendió las múltiples necesidades del resto de mujeres del barrio.
El Casco Antiguo es una zona bellísima ( para aquellos que saben mirar más allá de las fachadas derrumbadas y se detienen en los arcos árabes, en el neogótico de las Adoratrices, en la recuperación de edificios y en el aire a historia que se respira) donde desde antiguo han convivido las clases más nobles con las más desfavorecidas. El caso es que centradas en ayudar a los demás, un batallón de personas con buena voluntad nos lanzamos, dirigidas por la general De la Riva, a intentar que la existencia de mujeres con autoestima por los suelos y recursos educativos y laborales prácticamente inexistentes alcanzaran cotas asombrosas de éxitos en ambos campos. No voy a mentir omitiendo que perdimos a algunas por el camino pero así es la vida en realidad, un cúmulo de éxitos y fracasos.
Isabel los fracasos no los asimila muy bien así que tampoco fueron tantos pero el trabajo intenso y sin tregua mermaron su salud hasta límites peligrosos lo que llevó a que sus jefas la mandaron a descansar fuera de la ciudad.
¿Obedeció? Pues no. Aprendió a cocinar para relajarse y creó otro “emporio” donde las mujeres realizan manualidades que luego venden en mercadillos , además de ayudar – como antes también - a familias con problemáticas de drogas, a personas que bordean la marginalidad, a hacer más cercana la iglesia a la gente de la calle... En fin , que no la callan ni debajo del agua y ahí sigue en pie de guerra trabajando hasta que – Dios quiera que tarde mucho – su corazón le explote de puro agotamiento.
Imagino que este artículo gustará a algunas de mis compañeras y otras me dedicarán alguna crítica “no velada” por sacar a relucir datos y nombres que ellas prefieren mantener en el anonimato; no obstante, lo voy a dejar así; para que el mundo sepa que no se puede juzgar a los demás por el hábito que visten sino por las obras que les delatan.
Y yo, objetivamente laica, me quito el sombrero ante mujeres como Isabel. Ante ella y antes sus “ hermanas”. La mayor parte, de León.


Postdata: Esta reflexión debería incluir a otra mujer con un historial muy parecido al de Isabel; Rafaela, la "sombra" luminosa de esa comunidad. A ella dedico, sin excluir al resto, mi cariño. 



Licencia de Creative Commons"Las hermanas de León" by Mercedes Gallego is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario