"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 30 de junio de 2016

Microrrelato: "A tu salud"




Habíamos quedado para cenar tras dos meses de intercambiar mensajes a través de la red. No había mentido, era tal cual dijo: morena, de melena ondulada, ojos grandes y boca sensual. La miré llegar sobre sus tacones, con aire seguro; ni siquiera se había molestado en cuidar su apariencia, con tejanos, camisa blanca y un ligero top debajo. El único signo de coquetería estaba en el collar turquesa que rozaba como en un suspiro la piel de su cuello...
Mis labios se quemaron por tocarla, mis manos por abrir ese broche y desnudar su cuello para dejar que mi lengua recorriera su vena...Quería marcarla.
Verla tragar el vino y captar cómo el líquido descendía por su garganta me inflamó de deseo. Quería ser yo quien la saciara, con mi sangre. Clavar en ella mis colmillos y arrancarle un gemido de placer mientras succionaba la ambrosía que recorría sus venas con la fluidez de la lava. Estaba nerviosa; lo sentía en el ritmo de su pecho y en el de los latidos de la muñeca.
Satisfecho,  me levanté del taburete de la barra desde donde la observaba y me acerqué a la mesa, decidido a iniciar la noche; dispuesto a concluirla con final feliz.


<a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Creative Commons" style="border-width:0" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" /></a><br /><span xmlns:dct="http://purl.org/dc/terms/" href="http://purl.org/dc/dcmitype/Text" property="dct:title" rel="dct:type">"A tu salud"</span> by <a xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" href="https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=8027389317602225079#editor" property="cc:attributionName" rel="cc:attributionURL">Mercedes Gallego</a> is licensed under a <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/">Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License</a>.

jueves, 23 de junio de 2016

Mi nombre es Zahra



Me llamo Zahra. Tengo 31 años y soy saharaui. Mi apelativo significa flor, bella, estrella. Palabras tan hermosas y tan evocadoras de felicidad que me pregunto por qué el destino se cebó en mí para que mi nombre sea sólo una sombra de mi persona.
No hay un gramo de alegría en todo mi ser.
Me considero una persona maltratada, por la vida, por nacer en territorio hostil, por tener un carácter audaz en vez de sumiso, pero principalmente, por ser mujer. Ese es mi mayor pecado. De haber nacido hombre sería guerrillero y podría moverme con libertad; no me habrían violado ni habrían intentado avergonzarme por mi condición de rebelde. Pero tuve la desgracia de nacer con caderas y pechos, con ojos negros y cabellos suaves.
Quizá os resulte complicado de entender, en pleno siglo XXI, que una mujer se exprese de este modo. Eso es porque no nacisteis en El Aaiun.
Desde pequeña no he escuchado otras conversaciones que las de odiar a los marroquíes, la necesidad de obtener un territorio independiente, el anhelo de libertad...Mis hermanos se fueron de nuestro hogar para luchar con el Frente Polisario siendo adolescentes mientras que mis tres hermanas y yo, junto a nuestra madre, sobrevivimos a base de vender lo poco que mi padre no había entregado aún a la causa antes de morir en un enfrentamiento con el gobierno de Marruecos.
Durante las duras manifestaciones de 2005, cuando contaba 21 años, asistí en compañía de mis amigas a una concentración de protesta frente a un edificio gubernamental. Apenas tuvimos tiempo de sentarnos y elevar cánticos de condena a la situación de nuestro pueblo cuando unos policías con trajes especiales y cascos se lanzaron contra nosotros y nos golpearon con saña. Yo estaba tan confusa que ni supe reaccionar, no era la primera vez que me manifestaba pero sí la primera que me atacaban de ese modo. Mordí la mano de uno de ellos y mi boca se llenó de un gusto acre entre la goma y la sangre; ya había pegado a tanta gente que un líquido viscoso le llenaba los dedos...Vomité en sus botas , no sé si de pavor o de asco y él me tumbó de una patada contra el asfalto y me molió a golpes con la porra.
Lo siguiente que recuerdo es hallarme en una habitación apestosa, rodeada de desconocidos, todos mujeres y niños. El dolor resultaba insoportable y me costaba moverme del rincón donde me habían dejado tirada pero en cuanto abrí los ojos muchas caras se volvieron a mí y muchas manos se ofrecieron a incorporarme. No entendía nada. ¡Estaba tan confusa!
Horas después, sin haber comido ni bebido absolutamente nada, sin curarme las heridas, me apartaron de mis compañeros y me llevaron a una sala pequeña, oscura. Confieso que la esperanza se había apoderado de mí al salir de la celda, soñando con que mi familia hubiera logrado la fianza que hubieran impuesto, o que se hubieran dado cuenta de que aquello era un error porque yo sólo me había manifestado pero nunca había participado de modo activo en acciones contragubernamentales. Admito que no por falta de ganas sino por la desesperación de mi madre, quien ya consideraba que la familia había contribuido más que de sobra a la causa libertaria.
La celda era oscura...Pero había tres sombras. No sé si puedo recordar aquel momento sin que la piel se me erice o el estómago se encoja.
Ahora soy valiente; pero entonces sólo tenía 21 años, era virgen y apenas me había movido de mi entorno.
Me acogieron con una bofetada, me preguntaron por mis hermanos, vieron el pasmo en mis ojos y una mano me arrancó la malahfa1 de tonos azules que me había puesto...no sé cuántas horas antes; ahora estaba tan mugrienta y desgarrada que me cubría muy poco, pero al menos ocultaba mi cuerpo a sus sucias miradas... hasta que dejó de hacerlo.
A mi edad debería estar casada, debería haber yacido con un hombre...Pero mis hermanos estaban fuera, la mayoría de los jóvenes emigraron o se unieron a la causa...Ellos no tenían por qué saberlo, tampoco sé si les hubiera importado. La violación es simplemente un modo de humillar, de romper la fuerza interior de una detenida. Y eso hicieron. Los tres.
Me regresaron no sé cuanto tiempo después, deshecha, dolorida en mi orgullo y mi cuerpo. Pero no a la celda anterior sino a otra donde estuve sola, rumiando en silencio mi ira y mi vergüenza. No pude decirles nada de mis hermanos porque no lo sabía; ignoraba donde se hallaban. Tampoco sé si de saberlo lo habría confesado. El odio era tan intenso en mi corazón que las palabras escuchadas en mi casa desde niña me atronaban los oídos ocultando los gemidos de dolor que de mis labios escapaban. Era cierto lo que mi familia decía. Los marroquíes eran salvajes, no humanos.
Me mantuvieron aislada varias semanas, hasta que se convencieron de que ni los golpes ni las humillaciones me harían hablar; hasta que se desanimaron de obtener algún dato concluyente.
Entonces pasé a otra prisión; no sé cual; me trasladaron de noche, hacinada con más mujeres en una furgoneta que olía a orines. No sé si eran míos o de ellas.
En ese lugar, grande y con una luz que calentaba los tejados y nos freía la piel y el pensamiento, compartí comida, agua e indignación con muchas compañeras. Eran mujeres llegadas de todo el Sahara, algunas incluso habían estado en Europa denunciando los abusos contra nuestro pueblo pero habían vuelto porque echaban terriblemente de menos a a sus seres queridos y las habían apresado... Ellas me enseñaron cómo reconvertir mi rabia en razonamientos, cómo liberar mi mente y ausentarme de mi cuerpo cuando algún guardia decidía que mi esquelética anatomía le resultaba atractiva o tenía ganas de desfogarse.
Mientras, la tristeza por no saber de los míos me desbarataba. Más que los golpes, más que la repugnante comida que nos daban, más que la falta de higiene...
De vez en cuando los niños me hacían reír con sus juegos. Eran niños, después de todo, con capacidad para adaptarse a cualquier entorno. Y jugaban con una pelota hecha de trapos o con piedras pequeñas del patio...Inventaban historias y yo recordé los cuentos de mi madre y se los relaté, convirtiéndome en su amiga. También enseñé a escribir y leer sobre la tierra a los que no sabían ¡El tiempo era lo único que teníamos de sobra!
Una mañana aparecieron unas funcionarias y nos llevaron a las duchas, nos dieron ropa limpia y nos llevaron a una inmensa sala con aire acondicionado donde aguardaban varias mujeres europeas – después me contaron que llevaban presionando desde hacía meses para que les dejaran entrar - Se presentaron como miembros de Amnistía internacional y escucharon nuestras quejas una por una. Mi asombro fue parejo a mi ansiedad. Había llegado a creer que moriría entre aquellos muros, que tirarían mi cuerpo al desierto o me enterrarían en algún hoyo profundo. Y de repente, un rayo de sol iluminó nuestras vidas.
Thérèse fue la encargada de seguir mi historia. Pude narrarle los años que llevaba presa y en qué condiciones mientras ella anotaba mis datos en un papel . Cuando regresó, dos semanas más tarde, me confirmó lo que yo imaginaba: mi familia no había sabido en ningún momento de mi detención. Me dieron por desaparecida, al igual que a cinco de mis amigas de aquel día, y durante ese tiempo, mi madre murió ( no sé si de pena) y mi hermano Abdel también, en un enfrentamiento armado. Sólo tenía veintitrés años.
Cuando salí de la cárcel yo contaba veintinueve. Había malgastado ocho entre rejas. Mi cuerpo no tenía curvas, sólo filos. Mi pelo oscuro no estaba suave y lucía canas. Pero yo había crecido. Me había convertido de una chica rebelde, en una mujer decidida.
Resultó duro regresar a una casa enlutada. Mis hermanas ni siquiera quisieron preguntarme por mis experiencias pasadas. Thérèse les habría informado, supongo. Mis vecinos, sin embargo, me miraban con respeto y me traían comida y golosinas.
Inicié un peregrinaje por la ciudad buscando trabajo. Tenía edad para colaborar en la economía familiar y me sentía tan ávida de patear las calles que no hubo tienda ni oficina donde no dejara un currículum...Sin respuesta. Me costó aceptarlo, pero era obvio que nadie iba a contratar a una ex convicta en una tierra dominada por los opresores.
Y entonces me apunté a la lucha civil. Me vigilaban, era consciente de ello, pero ¿ qué más podía perder? Mi vida no valía nada. ¡No podía hacer nada con ella que no fuera dar testimonio!
Logré un visado para salir del país gracias a AI y llegué a España. Me llevaron de ciudad en ciudad, relatando mi historia como si fuera algo excepcional y no lo más normal entre personas de mi pueblo. Intento comprender por qué los gobiernos son tan cobardes y no nos ofrecen su ayuda de verdad, sólo sus buenas palabras, pero voy captando que en la política lo que mueve el mundo son los intereses económicos, y que el pueblo saharaui no tenemos demasiado que ofrecer.
Sólo una cosa he aprendido que ha colmado mi alma de paz. No todos los marroquíes son malos, como tampoco los saharauis somos todos buenos.
Lo logré gracias al tiempo pasado en una pequeña ciudad llamada Badajoz, donde un grupo de mujeres trabajan con inmigrantes y mujeres con todo tipo de problemas para ayudarlas a mejorar sus vidas. Ellas enseñan que la tolerancia y el respeto por todas las culturas es de vital importancia si queremos un futuro sin odio.
Yo lo deseo. Un Sahara libre pero sin guerra. Sin campos de refugiados. Un espacio donde podamos vivir en libertad, tomando nuestras decisiones.
Mi mente me dice que nunca lo alcanzaremos. Mi corazón late despacio, soñando.
¿Habrá sido mi dolor en vano? ¿El de todos mis compatriotas? ¿Tendrán razón esas mujeres y educando a nuestros hijos en el compromiso y la lucha sin odio lo podremos lograr? Ojalá.
Tengo treinta y un años. Y quisiera hacer honor a mi nombre; ser bella; oler como una flor; brillar como una estrella.

Zahra es un personaje ficticio que, en realidad, me ha servido para dar nombre al grupo de mujeres saharauis que conocí durante mi trabajo como maestra en una asociación no gubernamental. Ellas nos contaron sus sufrimientos y sus anhelos. Sus ojos eran limpios al relatar semejantes atrocidades y no dudo de la veracidad de sus argumentos. Fue hermoso participar de la rivalidad al principio y del hermanamiento con el paso de los meses de las otras árabes, en especial las marroquíes. Conseguimos celebrar tés con todas ellas en las que nos ofrecieron maravillas culinarias de sus respectivas culturas y donde nos mostraron su folclore, sus ropas, sus dibujos con henna... Logramos un espacio intercultural que es una muestra de que la paz entre pueblos es posible y de que las heridas se curan si se deja hablar a los corazones.



1Se trata de un traje de 4 metros de longitud y de un ancho  inferior a un metro y sesenta centímetros que suele ponerse la mujer saharaui en todas las circunstancias de la vida.

 <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Creative Commons" style="border-width:0" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" /></a><br /><span xmlns:dct="http://purl.org/dc/terms/" href="http://purl.org/dc/dcmitype/Text" property="dct:title" rel="dct:type">Mi nombre es Zhara</span> by <a xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" href="http://tintadreams.blogspot.com.es/" property="cc:attributionName" rel="cc:attributionURL">Mercedes Gallego</a> is licensed under a <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/">Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License</a>.

jueves, 16 de junio de 2016

Ven a conocerlo!


Estoy convencida de que la mayoría de la gente no valora lo que tiene a simple vista.
Todos intuimos que quienes menos visitan el Museo del Prado son los madrileños. Y esa premisa se puede atribuir al resto de los ciudadanos del mundo. Me pregunto si esos asiáticos con los que nos tropezamos cada día, cámara en ristre, se han pateado con las mismas ganas sus propios países.
Para romper un poco con esa imagen quiero hablar de mi pueblo y ya que me leéis en sitios tan dispares  daros a conocer un edificio que merece la pena y del que he tenido la gozada  de disfrutar el pasado sábado, cuando presenté mi última novela,  “Nayeli”.
Ahí van unas imágenes para demostrar que no exagero.



 
El Museo Etnográfico de Don Benito puede considerarse, por la colección de piezas que atesora, uno de los mejores de su clase, pero es que además, su arquitectura contribuye a hacerlo espectacular. El edificio donde se ubica se remonta a finales del XIX y principios del XX, y se trata de una casa palacio que perteneció a los Duques de Orellana, catalogada como edificio protegido. La sala principal, con la cúpula y la escalera de mármol, deja pasmado a todo el que la visita.
Las piezas que se exponen datan del periodo preindustrial, de finales del XIX hasta mediados del XX( debo añadir con orgullo que en sus dependencias se encuentra un carro realizado por mi abuelo Diego Gallego, magnífico aperador,además de algunas piezas donadas por mi familia tanto de vestimentas femeninas como de herramientas de mi padre, Manuel Lomba, el calderero)
Para facilitar la visita, los elementos están divididos en 31 salas, ordenadas por temática o labores. Se encuentran estancias destinadas a barbería, imprenta, sastrería, ultramarinos... Incluso hay una muy especial,dedicada a la artista Florinda Chico, nacida en nuestra localidad. 
 Con todo, es imprescindible disfrutar del patio exterior en verano, cuando se realizan actuaciones nocturnas. La magia del lugar es innegable. 
 
Si en algún momento viajas a Extremadura, es evidente que visitarás Cáceres, Plasencia Trujillo, la Vera, el Jerte...Y si bajas al sur, Badajoz, Zafra, Almendralejo, Villafranca, Jerez de los Caballeros, Llerena..Depende de lo que vayas buscando, arquitectura o gastronomía. De ambas cosas estamos bien surtidos. Pero si vienes a la zona de las Vegas Altas, aunque no sea un pueblo especialmente llamativo, detén tus pasos en Don Benito, degusta unas tapas y pasea por sus calles, su Plaza de España , su Casa de la Cultura – obra de Rafael Moneo – y cómo no, entra en el Museo que te muestro. No te defraudará.

jueves, 9 de junio de 2016

Comunidad Rotary



Como ya sabéis quienes me seguís en Facebook, la semana pasada acudí a un evento benéfico organizado por el Club Rotary de Badajoz. El fin era recaudar fondos para erradicar la polio en el mundo y os dejé caer que escribiría sobre dicha organización , motivo por el cual estáis leyendo este artículo.
Para mí la información es vital - reconociendo de antemano que ninguna información es veraz al 100% sino que acapara matices y que cada uno debemos sopesar pros y contra de la que nos ofrecen - ; con esa perspectiva me adentro a escribir sobre lo que he leído de esta asociación. Cualquiera de vosotros podéis hallarla husmeando en Google, igual que hice yo.
No quito ni pongo a que se trate de una organización elitista ¿Cuál no lo es si pretenden crear líderes en todo el mundo?
En sus inicios en Chicago, allá por 1905, el abogado Paul Harris y tres amigos comerciantes de diversos gremios decidieron que si unían esfuerzos e ideas podían contribuir a mejorar la sociedad de su entorno para lo cual pensaron recabar la ayuda de sus conciudadanos más preparados. Desde entonces ha llovido bastante y ahora hay Rotarys por todo el globo reuniéndose semanalmente y promoviendo acciones que contribuyen a la paz mundial y a la armonía entre los pueblos.
¿Que suena demasiado idílico? No lo niego, y tras la información que nos llega a través de las redes más aún. Sin duda deben tener sus puntos flacos pero después de haber trabajado durante dieciocho años en un proyecto de inserción social para mujeres en riesgo de exclusión social y haberme encontrado con críticas tan estúpidas como “al frente del programa está una religiosa” para que se nos denegaran fondos, me he acostumbrado a ser pragmática, y a defender que si el fin lo merece, quien lo financie me da bastante igual. No se me han caído los anillos, siendo una mujer de izquierdas, al recibir fondos de un color o de otro si de ese modo nuestras mujeres podían beneficiarse de educación y otras ayudas.
Desde nuestro cómodo sillón nos resulta muy fácil hacer ascos a la procedencia de un dinero pero a los que los necesitan les importa bien poco.
Por ese motivo creo que si a los Rotary se les acusa de ser compañeros de cama de los masones, de que en sus filas lo mismo se han encontrado personajes de tan poco acertado gusto como Pinochet o Thatcher frente a inteligencias como la de Stephen Hawking o fundaciones como la de Bill Gates, a las personas que se han aprovechado de los recursos de Rotary Internacional les da lo mismo.
Y son muchos los miles de ciudadanos del mundo que han recibido una vacuna contra la polio, muchas las construcciones que se han levantado tras terremotos o devastaciones , muchas las becas recibidas...
Sin ir más lejos, en una población de Uganda en la que se iba a luchar solamente contra el sida se terminó ampliando el proyecto a excavación de pozos para proveer de agua potable, se paliaron las deficientes condiciones del centro médico , especialmente de la maternidad, y se surtió de todo lo necesario al centro escolar.
Ese proyecto es el que se ha llevado el premio a mejor acción realizada sobre el terreno y no me sorprende, porque en ese lugar perdido de la mano de Dios, sus habitantes habrán acogido a los cooperantes como una bendición.
Otras actuaciones fueron trabajar con niños Síndrome de Down en Turquía y Rusia,capacitándolos para desenvolverse en el mundo laboral ; fomentar la importancia de la higiene y el saneamiento para prevenir infecciones en sociedades de Asia y el Pacífico; concienciar en zonas de África y Asia a las familias de que el casamiento de niñas a edades prematuras provocan daños psicológicos y médicos ; matricular estudiantes en cursos de alfabetización y desarrollo laboral en países de América Latina....
Y así podría seguir enumerando ,porque la norma es que cada comunidad Rotary se encargue de supervisar las necesidades de su zona y lance planes de ayuda.
Como persona solidaria, apoyo cualquier proyecto que sirva para mejorar la vida de mi prójimo. Insisto en que me da igual si el dinero proviene de grupos que pretenden obtener una presencia social o lo hacen por bondad natural . En un mundo tan empobrecido como el que nos rodea actualmente cualquier acción positiva es bien recibida.
A todo esto, concluyo sin haberos contado cómo se organiza la sociedad Rotary, cómo se inscribe uno en su equipo o el porqué de su nombre,pero estando las respuestas en la red, consideré más interesante despertar vuestra curiosidad.
Espero haberlo logrado.






jueves, 2 de junio de 2016

Los hospitales no me inspiran

Imprevistos me obligan a faltar a nuestra cita de los jueves.
Prometo resarciros próxima semana.
Gracias.