"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 14 de julio de 2016

"Aquellos inolvidables años"


¿No os provoca nostalgia recordar aquellos veranos en los que vuestra máxima preocupación era en qué ibais a gastar el tiempo?
Los días resultaban laaaaaaaaaargos y las noches cortas porque era cuando mejor se estaba pero tus padres no te permitían quedarte después de las doce con los amigos, por mucho que simplemente os sentarais en corro a escuchar una guitarra y canciones inocentes ( vale, algún que otro beso se escapaba, pero eran cosas de la edad)
Siempre he tenido pandilla, desde pequeña. Hasta que terminé la EGB la formaba un cuarteto de inseparables amigas; en el instituto, un grupo de chicas variopintas, y ya casi empezando la carrera de Magisterio me topé con los que hoy son mis AMIGOS MARAVILLOSOS según el grupo de wassap. Tengo muchos otros grupos, igualmente importantes y por supuesto a los que quiero con devoción, pero esos fueron los que vivieron de cerca mis hazañas juveniles, mis amores y desamores, mis ilusiones logradas y truncadas. Lo mejor es que siguen ahí. Anoche tuve cenando en casa a dos de ellos y me regodeo al sentir que el tiempo pasa pero la confianza permanece.
Sin embargo, lo que quería recordar era esa época en la que se acababan los estudios ( limpios, ventajas de ser medio empollona) y si tu madre no se empeñaba en que aprendieras a bordar o cualquier tontería similar, te dejaban subirte al desván con una jarra de Cola Cao aguado para soportar el bochorno y podías escribir lo que te viniera en gana o ponerte las ropas y zapatos de los baúles y dramatizar las historias que tu cabeza inventaba. No existía el cansancio, ni el calor, ni otra cosa que no fuera escuchar tu música favorita o leer las novelas de Corín Tellado o Marcial Lafuente Estefanía.
La foto que he puesto de cabecera es de un verano muy especial. Las primeras vacaciones en las que viajé sola con mi hermana. Hicimos el recorrido hasta Benidorm y ligamos con unos cuantos soldaditos que conocimos en Alcázar de San Juan compartiendo suelo de pasillo porque el tren iba hasta los topes y ellos fueron muy galantes ayudándonos con el equipaje. También fue el verano de mañanas de playa, de conocer a Sean, un inglés que solo supo pronunciar mi nombre cuando lo identificó con la marca de automóviles, de noches de partidas de cartas en el balcón privilegiado de mi tía con vistas a la isla...De juegos con mis dos primos ( que apenas pisaban la playa, excepto cuando aparecíamos los familiares de secano). Uno de esos instantes es el que recoge la fotografía. Llenos de arena, de risas, de despreocupación...Un auténtico verano. Joven. Feliz.

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