"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 25 de febrero de 2016

YA ESTOY A LA VENTA!!

Los  que me seguís a través de Facebook  sabéis, que desde el viernes 19 estoy a la venta en digital, pero como este blog, por fortuna, llega más lejos, informo al resto de mis lectores de que hay una nueva novela de  mi autoría a vuestra disposición.
Andrew Perry, mi querido duque de Ivory, salió bastante mal parado de su relación con Axel Birmingham en "Regalo del cielo", pero como un personaje tan atractivo -  en todos los sentidos -  no podía quedarse en el limbo literario, os traigo su historia, cinco años más tarde.
La portada ya os dirá que no nos limitamos la  Inglaterra preindustrial sino que abarcamos un mundo más amplio.  Andrew viajará a la India y traerá con él exóticas costumbres, pero quien nos hará vivir  situaciones interesantes en las praderas americanas será la mujer que lo ayude a recuperar el interés por el género femenino, Megan Cameron, otra protagonista con un pasado intenso y una personalidad apabullante. Estoy convencida de que os hará disfrutar tanto como Axel.
Además de encontraros con los  personajes secundarios de Regalo, daré fin a cabos sueltos que quedaron en ella, como la relación de Michael y la señora Vernot, Bella. Otra mujer de las que sentirse orgullosa. Sé que sus andanzas os conmoverán. 
Nada más, pues. Desear que os interese y que llenéis mi muro de comentarios con vuestras opiniones.
Como siempre, gracias por vuestra fidelidad y por el cariño que me demostráis.

jueves, 18 de febrero de 2016

"Cine, cine, cine..."



Esta semana vengo marcada por dos películas, a cual más dramática, la verdad, pero no por ello menos recomendables:
La primera, “Felices 140” de Gracia Querejeta. Era imposible no sumergirme en ella teniendo en el reparto a Maribel Verdú, Antonio de la Torre o Eduard Fernández, tres de mis preferidos del cine español y siendo ella una de mis directoras fetiche.
Confieso que entre mis sueños está que me toque la primitiva. Para algo la echo todas las semanas. No me considero una persona práctica, más bien todo lo contrario, tiendo a dale poca importancia al dinero, pero soy consciente de que sin él no se pueden hacer las cosas que me entusiasman: viajar, comer, leer o, simplemente, escribir como profesión exclusiva. Pero mira por dónde, un resquemor se ha instalado en mis entrañas tras ver la película. Sin llegar a los extremos que se describen en ella, queda la inseguridad del trasfondo que transmite: ante el dinero, ni la familia ni los amigos están libres de darte la espalda. ¡Joder! ¡Y yo que deseo organizar un crucero con toda mi gente, en exclusiva, para celebrarlo el día que me ocurra! Sueño con regalar apartamentos, automóviles, pagar hipotecas...en fin, ese tipo de regalo que imaginas que cada cual espera...ese que pondría una sonrisa feliz en sus rostros y una radiante sonrisa en mi corazón al donarlo.
Pero...¿ y si sus pensamientos son otros? Cuesta creerlo de la gente que amas, pero después de ver lo que hacen los suyos con la Verdú, entran ganas de decir “Virgencita, que me quede como estoy” y seguir en el limbo del amor y la amistad, aunque sea a base de sopa y sin segundo plato.
Hace mucho tiempo mantuve en Madrid una conversación con cinco amigos sobre lo bueno o malo de hacerte rico y todos menos dos eran de la opinión de que mejor que no; yo era una de las del sí. Mi ingenuidad siempre ha sido reconocida y normalmente me he sentido orgullosa de ella pero conforme pasan los años, y a pesar de creer en la bondad del ser humano, de la que puedo dar fe muy a menudo, un cosquilleo interno me advierte de que no me aferre a mis convicciones a ciegas, que la vida es bella, pero también muy put...
En el otro extremo se halla la segunda película de la que quería hablaros. “Truman”. Otra con dos personajes que para qué negarlo, fueron los que me llamaron a verla: Ricardo Darín y Javier Cámara. Además de que el director, Cesc Gay, rara vez me ha decepcionado. Las críticas no le daban ni siquiera un aprobado y una vez contemplada, no me sorprende; a poca gente le gusta que el cine refleje la verdad cruda, desnuda, valiente.
Un hombre con enfermedad incurable decide escoger su día final; mientras, recibe la visita de su amigo del alma, amigo que, aunque pretende disuadirle en un principio, comprende que cada uno es dueño de su destino ( o al menos de ponerle punto cuando éste se empeña en ser jodido) También está representada la figura de quien no lo acepta, en forma de familiar cercano, la cual da lugar a preguntarse ¿ qué narices hacemos los demás negándole a uno decidir sobre sí mismo? ( Ya me he postulado partidaria de la eutanasia y tengo hecho testamento vital así que ¡qué voy a decir al respecto!)
La película es valiente y tierna; dura ( lloré a moco tendido un par de veces), previsible en su final. Una crítica a la estúpida actitud general ante la muerte ( hacerse el longi cuando te chocas de frente con un amigo al que no sabes qué decir), papelón el de los cinco minutos de Eduard Fernandez ( si es que ese hombre es mi héroe), demostrando que los estereotipos son solo eso; bello el acompañamiento de Cámara, como un AMIGO con mayúsculas, ridícula la escena del tanatorio ( donde se comercia con inevitables circunstancias)... En fin, un retrato de cómo ver la muerte desde diferentes puntos de vista y de cómo la amistad es lo más importante en nuestra vida, la amistad verdadera, la que no juzga ni exige. Inolvidables papeles los de estos dos actores; no me extraña que se llevaran el Goya. Por cierto, para quien no sepa el porqué del título...Es el del otro amigo de Darín; el que demuestra cuantos tipos de amor hay. Tan hermoso como el humano.
No dejéis de verlas. De ambas se aprende. 


 

jueves, 11 de febrero de 2016

"El sueño de Valentina"


Lo veía llegar cada mañana, taciturno, con el cabello oscuro encrespado, húmedo aún por la ducha, sentarse en la misma mesa y tomarse un café y una tostada. Agradecía con una tenue sonrisa el servicio y se enfrascaba en sus pensamientos sin otra función que masticar y tragar. Dejaba los cuarenta céntimos que redondeaban la consumición y se marchaba portando el mismo aire ausente con el que llegaba.
Val no sabía en qué trabajaba pero sí su nombre. Hubo un tiempo en que una chica lo llamaba por él, Gonzalo. En esa época él reía, compartía su plato con la joven y le guiñaba el ojo cuando ella se derretía con sus palabras. Después hubo un impasse de dos meses en que no volvió y Val sintió que las mañanas eran menos brillantes, a pesar del sol del verano, y el trabajo se le hizo más arduo. Y , de repente, un día lo vio pasar ante el escaparate, con ropa de deporte y el rostro demacrado, y toda ella se encendió.
Gonzalo regresó a su cafetería preferida, o quizá era la que caía a dos pasos de su apartamento, aunque no se sentó nunca más en la otra mesa. Escogió la que hacía esquina, desde la que no veía a nadie, dando la espalda a los clientes, con solo una pared de ladrillo rojo delante y la salida de la barra por donde Val se escabullía para servirle el pedido.
Ella se preguntaba si sabría qué aspecto tenía la muchacha que le atendía a diario; ella se conocía el de él de memoria. Nunca se habían cruzado sus ojos desde que regresó solo. Antes sí, pero teniendo una chica tan bonita a su lado, era imposible que se hubiera detenido a mirarla.
El tenía un cuerpo delgado, más desde que volvió, aunque ahora la ropa lo cubría por completo igual que las nubes tapaban el cielo; los ojos grises, más tormentosos que los de los nubarrones que de vez en cuando descargaban al otro lado de los ventanales; el pelo oscuro, como la calle cuando ella terminaba el curro y regresaba a su triste guarida.
Al día siguiente se festejaba el día de San Valentín y su jefe le había pedido que decorase el local – ni siquiera cayó en el detalle de que también era su santo, pero en fin, así eran las cosas en el mundo real – por lo que esa noche recortó corazones de cartulina en diferentes tonos de rosa y rojo y los ensartó en cordeles de lana blanca. También dibujó frases que sacó de internet y una de ellas le llenó el espíritu de nostalgia: “Amor no es aquello que queremos sentir sino aquello que sentimos sin querer”. Se mordió los labios y se tragó las lágrimas. Ella no sabía lo que era estar enamorada; no, no era exacto; no sabía lo que era sentirse amada, porque el primer día en que Gonzalo entró en la cafetería su corazón había dado un vuelco y desde entonces trotaba ligero cada vez que lo miraba. No importó que él acudiera un breve tiempo con aquella preciosa chica – aunque dolió – ni verlo feliz en su compañía, ni desgraciado sin ella...Casi hubiera preferido no ser testigo de la última fase puesto que no tenía posibilidad de consolarlo ni tampoco le servía de acicate; él jamás se fijaría en una persona tan anodina como ella...Le hubiera encantado ofrecerle su amistad y su compañía, pero se limitó a hacerle el desayuno con la misma dedicación que si fuera su amante; el café fuerte, la tostada en su punto, la mantequilla semi derretida...y una galleta de chocolate junto a la taza que él nunca solicitó pero con la que ella le obsequió desde el principio.
Era cierto que ella no había pedido sentir lo que sentía...pero allí estaba, tenaz y cálido; dándole un motivo a su existencia.
Ese catorce de febrero se levantó con un aliciente nuevo; horneó las galletas con mimo, las envolvió en su papel de estraza y llegó al establecimiento con quince minutos de adelanto; en diez ya había decorado el local , se había retocado el maquillaje y pintado los labios de un rosa muy suave, a juego con su delantal, y comenzó a atender a su clientela a las ocho en punto.
El público en general acogió con buen humor el ambiente festivo del día, agradeció las galletas – esta vez hubo para todos, gratis – y alabó la sonrisa de Valentina. Alguno incluso se acordó de felicitarla. Estaba riendo con un cliente cuando él entró por la puerta y se quedó clavado en el vano, mirándolo todo con un ceño fruncido que le hizo temer que saldría corriendo; sin embargo, Gonzalo se llegó hasta su mesa, contempló el pequeño paquete que ella le había dejado junto al servilletero y la interrogó con los ojos, plenos de sorpresa. Ella sólo se encogió de hombros y musitó Es mi santo; a lo que él replicó Entonces quien debería recibir regalos eres tú. Val sonrió y regresó a su santuario, tras la barra; le organizó el desayuno y lo pilló mirando la postal que había colgado intencionadamente frente a sus ojos, en el muro de ladrillo, con la frase que le había impactado.
La mirada gris volvió a posarse sobre ella. ¿Crees que el amor verdadero existe? preguntó no sin cierta ironía.
La sonrisa radiante de Val lo desarmó, haciéndolo parpadear, confuso.
Sé que el amor existe, dijo ella con parsimonia.
¿Porque te aman? .
No. porque amo yo.
Gonzalo no volvió a preguntar, consumió su comida y pagó como cada día. Valentina lo miró marchar con una sonrisa resignada aunque orgullosa de sí misma por haber provocado una leve conversación con el dueño de sus sentimientos. Lo consideró el mejor regalo que el pequeño cupido podía hacerle y mantuvo la sonrisa puesta para el resto de clientes.
Sin embargo, el impredecible destino le reservó un obsequio inestimable: a mediodía Gonzalo regresó a la cafetería y dejó una rosa roja sobre el mostrador. Su rostro se mantuvo serio pero el gris de su mirada no mostraba la habitual dureza del plomo sino la calidez del cuarzo. Cuando ella preguntó con sus expresivos ojos castaños él se limitó a decir Feliz día, Val. Y la dejó plantada, con la sonrisa más boba que había puesto en su vida, con una felicidad nueva rondando el órgano que latía por un extraño; un extraño que acababa de regalarle la primera flor de su vida. Un extraño que acababa de regalarle una promesa llamada esperanza. 

 <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/"><img alt="Licencia de Creative Commons" style="border-width:0" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/4.0/88x31.png" /></a><br /><span xmlns:dct="http://purl.org/dc/terms/" href="http://purl.org/dc/dcmitype/Text" property="dct:title" rel="dct:type">El sueño de Valentina</span> by <a xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#" href="http://tintadreams.blogspot.com.es/" property="cc:attributionName" rel="cc:attributionURL">Mercedes Gallego</a> is licensed under a <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/">Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License</a>.

jueves, 4 de febrero de 2016

"El baúl de la Piquer"


El pasado domingo mi única hermana ( el resto son varones) cumpl 50 tacos.
Resulta alucinante que el tiempo haya pasado tan deprisa y esa pequeña impertinente que me iba siempre detrás, agobiándome porque mi madre me pedía que me la llevara conmigo, o que me “mangaba” la ropa y siempre me la devolvía con algún desperfecto ( nunca olvidaré la quemadura en mi pañuelo azul italiano) , la que salió precoz y se echó novios antes que yo, la que curró mientras yo estudiaba y vivía “como una señoritinga” ...haya entrado en la cincuentena.
Cuando somos jóvenes nos imaginamos que las personas de cierta edad son  algo caduco, tipo mueble antiguo, pasado de moda...casi sin pasado; por eso, cuando ahora nos vemos enfrentándonos a esas edades , flipamos. Vamos, que mi madre solía decir “No me reconozco en este cuerpo porque por dentro me siento joven”, y me consta que no era la única en pensarlo. Lo más lógico, llegado cierto tiempo, es que te asomes al espejo y te asustes, como diciendo ¿Quien es esa extraña a la que estoy observando? ¡Perra vida! Claro que peor es no poder mirarte y no descubrir esas canas o esas arrugas de los malditos gestos de las que somos expresivas...A Dios gracias, estudiarte con años de más implica que estás viva y con los sentidos medio intactos.
A lo que iba. Yo ya pasé hace cuatro de esa fecha, pero ahora le ha tocado a mi hermana. A la persona que de broma llamamos “el baúl de la Piquer” desde que la convertí en mi asistente personal, mánager y lo que haga falta, que para algo es mi hermana y cuida mis intereses.
Decir que no pude encontrar otra mejor es quedarme corta.¡Pronto lo hubiera admitido cuando renegaba de ella por tenerla adosada! Ahora soy yo quien le ruega que me acompañe y me conforte con su apoyo, su serenidad y ese aplomo que ha adquirido con los años , que parece haberse convertido en madre de toda la familia desde que nos dejó la original.
 A través de este blog, mi “aireavida” personal, le deseo toda la felicidad del mundo; le ruego que siga siendo fuerte, maravillosa, reguñona y, sobre todo, mi cómplice.
¡Por muchos felices cumpleaños!!!!