"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 25 de enero de 2018

Damas del Dakar


Toda mi vida he soñado con participar en el Rally Dakar y he envidiado con mis cinco sentidos a los que sí cumplieron semejante hazaña,desde la época del París-Dakar hasta la actualidad. Es una pena que por motivos políticos y publicitarios se haya abandonado la singladura del desierto por las tierras sudamericanas, pero aún así me apuntaría con los ojos cerrados.
La prueba ha tenido múltiples detractores y motivos no les faltan: daño al medio ambiente , peligro para los nativos de las zonas por las que se atraviesa, veinticinco participantes muertos …No obstante, ¡nada le quita el sabor de la aventura!
Tener el reto de avanzar kilómetros plagados de peligros en una simple moto debe ponerte la adrenalina a tope, aunque yo, más cobarde, me decantaría por el coche.
Este año hemos contado con la segunda victoria de Carlos Sainz, y por supuesto que es un orgullo, pero este artículo lo he empezado con la idea de hablar de «las chicas».Tan solo en las ediciones de 1995, 2003 y 2004 no hubo ninguna mujer en competición. En 2018 han participado trece y de ellas, Laia Sanz es el referente, habiendo terminado siete años la competición en la modalidad de motos, novena en una ocasión y duodécima este año. Cristina Gutiérrez es la primera española que ha finalizado una prueba en coches; el año pasado quedó en el puesto 44 y este año en el 36. Pero también las ha habido de otras nacionalidades: italianas, bolivianas, checas... En total, 5 lo disputaron en moto, 5 en coches ( pilotos y copilotos), 2 en quads y 1 en camiones. Mi más sincero aplauso para todas ellas.

Investigando me he encontrado con un blog del que os dejo referencias, por si el tema os ha calado. Para mí ha sido muy ilustrativo:http://motociclismofemenino.com/mujeres-en-la-historia-del-dakar/

jueves, 18 de enero de 2018

Nimiedades


Lo más jodido de este artículo es que vamos a sufrir con él el tiempo que yo tardo en escribirlo y vosotros en leerlo. Después, nada habrá cambiado. Pero me niego a dejarlo correr.
Llevo unos cuantos días devanándome la cabeza con tonterías acerca de mi trabajo  ( eso a lo que me dedico cuando me siento frente al ordenador y dejo que mi mente cree personajes e historias a su libre albedrío) , y preocupada por otros asuntos que me comen el tarro. Tengo la estúpida idea de que no he empezado el año con buen pie y mira por donde, escuchando las noticias, me entero de que aún, en pleno mes de enero, con la rasca que está cayendo, llegan migrantes a nuestras costas. Para más inri, no lo hacen en pateras «como dios manda» sino en lanchas de plástico barato fabricadas en China ¡Se me ponen los pelos de punta!
Ni que decir tiene que se me fastidió el desayuno, claro. Porque tengo la fortuna de poder desayunar todos los días. ¡Cómo se nos pasan por alto esos pequeños detalles!
Para informarme mejor, busco datos y ya me da la llorera...El sábado, más de 150 inmigrantes fueron rescatados en el mar de Alborán tras salir desde Alhucemas en seis precarias embarcaciones.
¡Lo dicho ! El sábado yo estaba despotricando por mi perenne catarro y el frío que hacía, con escaso cuerpo para salir de cañas. ¿Somos conscientes del mundo privilegiado en el que nos ha tocado vivir? ¡Que podíamos ser uno de esos desgraciados que se estaban aferrando con uñas y dientes a una m… de balsa para no caer al agua helada!
¿Cómo puede haber voces, todavía, que se desgañitan contra ellos si los hemos arrinconado en barracones desolados y nos olvidamos de que existen? ¿Cómo creemos que su llegada es una pesadilla para occidente si el horror lo traen en sus mentes y cuerpos mientras realizan esas travesías? ¿Cómo podemos ser tan hipócritas de llorar con las películas del Holocausto y pretendemos ignorar que nuestros gobiernos aprueban cercas, campos, muros…para separarlos como a leprosos? No los gaseamos, no; pero no sé si la indiferencia ante su dolor no es tan cruda como la de los alemanes con los judíos.
Por lo que he leído ( tranquilos, ahora estoy «caliente» , pero también yo me olvidaré de las noticias y pasaré a agobiarme por mis nimiedades) en el precioso paraje de Fuerteventura hay un «cementerio de los olvidados» donde reposan centenares de seres sin nombre. En España desaparece alguien y enseguida los medios se vuelcan en buscar pistas para hallar a la persona desaparecida… Esa gente también tiene familia… ¡Y nunca sabrán que no lograron llegar a su destino! Son muertos anónimos. Como los de la guerra civil, como los de las fosas comunes… ¡Qué poco cambian las cosas malas en realidad!
Oficialmente, el número de migrantes muertos y desaparecidos registrados desde 2014 asciende a 22.500 según datos de la OIM.
En los atentados de EEUU y Europa ha muerto menos gente y hemos provocado guerras.
¿Os he dejado mal cuerpo? No pasa nada. Es buen síntoma. Nos consolaremos pensando que tenemos sensibilidad, piedad, ternura...esos sentimientos que nos diferencian de los desalmados que trafican con seres humanos como si fueran muñecos hinchables.
Disfrutemos del 2018 ya que ellos no pueden.





jueves, 11 de enero de 2018

Trabajadoras del mundo, uníos.


 



Me he levantado con el parloteo de fondo de Pepa Bueno, haciendo oídos sordos a los tropecientos anuncios que intercalan entre  noticias. Luce un día precioso. Eso sí, hace un frío que pela. Pero no me importa. Hoy acudo a mi primera «mani». Preparo un desayuno pantagruélico, me abrigo hasta las cejas y salgo dando saltitos por la escalera de mi viejo bloque hasta atravesar el portal y llegar a Cibeles en metro.
Nos manifestamos por nuestros derechos, los de la mujer trabajadora. Por la igualdad de salarios, de condiciones laborales, para que se dejen de chorradas paritarias en el Congreso y hagan cumplir las leyes para que las chicas, aparte de parir, seamos iguales que los chicos. Acudo aunque no tengo trabajo a pesar de mi carrera y másters varios . 
Hoy les voy a mostrar mi cara, ya que mis papeles no les sirven.

jueves, 4 de enero de 2018

Lecturas de 2017


Lo típico es comenzar el año con un balance del anterior y afirmando buenos propósitos para el que se inicia.
Confieso que, en los últimos tiempos, mis aspiraciones no han cambiado demasiado:
- Ser feliz.
-Tener salud ( ponerme «tía buena» es algo ya asumido como imposible) y que la tengan mis allegados.
- Disfrutar de la gente que amo y me aprecia.
- Continuar escribiendo/ publicando.
- Esperar que me toque la primitiva para comprarme una casa sobre un acantilado.

En el primer deseo incluyo continuar leyendo al ritmo salvaje que me gusta hacerlo «casi todo». ¡ Hay tanto por devorar y tan pocas horas en el día!

Mi recopilación de títulos no ha estado mal en el 2017. De romántica ya dije en mi muro que leí unas ciento cincuenta novelas; de otros géneros he estado peor repartida: alrededor de treinta historias; la mayoría, de novela negra.
Hay autores a los que no  puedo resistirme, como Almudena Grandes (Los besos en el pan) , Pérez Reverte ( Falcó y Eva), Douglas Kenedy ( El momento en que todo cambió), Guillaume Musso ( ¿Qué sería yo son ti?) o mis habituales Preston/ Child  (Costa Maldita).
No obstante, este año he descubierto a Dolores Redondo ( me zampé su trilogía del Baztán de un tirón, además de Todo esto te daré), Fernando Aramburu ( Patria ) Clara Peñalver ( trilogía de Ada Levy), Susana Martín Gijón (Pensión Salamanca), Jorge Salinas ( La chica de los ojos del color de mi piscina) , Daniel Handler ( Y por eso rompimos), Kendra Elliot ( Oculta) o Sandra Brown ( Maldad latente)

Sin embargo, también hubo libros que me decepcionaron: La chica del tren, de Paula Hawkins; El peso de los muertos, de Víctor del árbol; El hipnotista, de Lars Kepler; Llamadme Alejandra , de Espido Freire; Nunca me abandones , de Kazuo Ishiguro… Ya sé que es cuestión de gustos y más de uno se llevará las manos a la cabeza, pero es lo que hay.

Por último, descubrí la faceta «no romántica» de Nieves Hidalgo con su estupenda La página rasgada, y tuve la oportunidad de leer en primicia dos libros que espero ver muy pronto publicados: La memoria de las musarañas, de Liteo Pedregal y Yo, tú...él, de Rafa Poverello. Ambas historias merecen ser conocidas.

Es lo que ha dado de sí el año. Soy impaciente por naturaleza y querría haber leído mucho más, pero, sin duda, mi faceta de escritora también me roba horas de sueño y me proporciona placer.

Que los que amamos la lectura difundamos las sensaciones que sentimos, que seamos capaces de transmitirlas a los que no le cogieron el gusto aún. Que seamos adalides de los libros. Los buenos libros. ¡Brindo por eso!

Gracias por acompañarme en el blog un año más.