"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 25 de abril de 2019

Las invisibles también escribían


No encuentro mejor ocasión para ensalzar ( o dar a conocer en algún caso) a mujeres españolas que escribieron que en la semana del libro. Por suerte, de las que publican en la actualidad suenan sus nombres: Almudena Grandes, Matilde Asensi, Julia Navarro son ejemplos. Pero ¿qué hay de aquellas que compartieron espacio con la generación del 27? ¿O con los autores de posguerra? En mis libros de literatura jamás leí sobre las Sinsombrero: Josefina de la Torre, Concha Méndez, Ernestina Champourcin, María Teresa León, Carmen Conde, Rosa Chacel o María Zambrano, entre otras. Tan curioso apelativo surgió a causa de una fotografía que dos pintoras, Margarita Manso y Maruja Mallo, se hicieron con Dalí y García Lorca en la Puerta del Sol, los cuatro sin sombrero, acción que provocó una airada repulsa del resto de viandantes.
Si bien estas mujeres eran pintoras, lo cierto es que la intelectualidad femenina del momento se hallaba en un período brillante y las que escribían, pintaban, componían y esculpían, bajo la sombra de los intelectuales masculinos, se hermanaban para lograr sus objetivos de hacer visible a la mujer. Aunque no coincidieran en algunos aspectos, las unía la lucha común contra una sociedad que las rechazaba y ninguneaba. Compartieron espacio y mantuvieron una relación intensa con sus compañeros de generación; no obstante, con el tiempo, ellos mismos parecieron olvidarse de incluirlas en sus recuerdos. Publicaron en lo más in de la época, la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria, y se reunían en el equivalente a la Residencia de Estudiantes, la Residencia de Señoritas o el Lyceum Club Femenino, de dónde salieron formadas mujeres excepcionales.
A pesar de eso, insisto, ¿quién no ha oído hablar de Lorca, Aleixandre o Gerardo Diego? Pero ¿quién conoce a María Teresa León, cofundadora con Rafael Alberti ( su marido) de la revista Octubre? Y eso que fue novelista, ensayista, dramaturga...se exilió con él tras defender los ideales de la República… pero el famoso es Alberti.
Con la guerra y la etapa franquista se acabó la participación cultural femenina que no estuviera sujeta a los gustos del régimen , por supuesto. Quienes no sufrieron exilio estuvieron en la cárcel o con la boca cerrada. Hasta que poco a poco, Carmen Martín Gaite, Carmen Laforet o Ana María Matute logran introducir resquicios de crítica social en sus obras y nos presentan una sociedad que, por desgracia, vivía en la más absoluta Nada como esplendidamente quedó plasmado en la novela de Laforet.
Lograrían publicar Mercé Rodoreda, Josefina Aldecoa, Mercedes Formica, Mercedes Salisachs y algunas otras, pero los conocidos de la época son Camilo José Cela, Sánchez Ferlosio o Delibes. Inmensos autores, no cabe duda, pero… escuece un poco que ellas, ganando premios Nadal a mogollón, sean menos leídas y nombradas que cualquiera de sus contemporáneos.
Por eso, desde aquí, les rindo mi pequeño homenaje.

Consultas: Wikipedia y «Mujeres de la posguerra» de Inmaculada de la Fuente ( Silex ediciones)

jueves, 18 de abril de 2019

Sed felices

EN LA PLAYA O EN LA MONTAÑA, EN EL MEDIO RURAL O EN LA CIUDAD, A LOS RELIGIOSOS Y A LOS ATEOS... A TODOS LOS QUE SEGUÍS ESTE BLOG DESDE CUALQUIER PARTE DEL MUNDO: FELICES VACACIONES.  IGUAL ALGUNOS NO TENÉIS, MI  SENTIDO PESAR, AUNQUE FIJO QUE EN ALGÚN MOMENTO OS TOCAN...
MIENTRAS, DESCONECTEMOS DE  CURRO, POLÍTICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN. 
A DISFRUTAR DE LA FAMILIA Y LOS AMIGOS. PUNTO. 
ESO SÍ, ACOMPAÑADOS DE UN LIBRO POR SI QUEDA UN  HUECO LIBRE. 
BESOS.

jueves, 11 de abril de 2019

Derecho a decidir



Me provoca una inmensa tristeza que este artículo, publicado en febrero del año pasado, siga de vigente actualidad. No obstante,  reitero  mis palabras...


¿Por qué suele dar más miedo la muerte que el estar muerto en vida? Porque digo yo que moverte por el mundo sin reconocer a los seres que te rodean, con pesadillas, alteraciones del humor y síntomas parecidos es el modo más cercano a estar muerto. Muerto el ser que un día fuiste. Muertos los sentimientos que experimentaste. Muerta la vida que llevaste.
Quien padece ese mal, tan normalizado hoy, como es el alzheimer, hace sufrir hasta lo indecible a su familia, y si, por desgracia, esa persona tiene instantes de lucidez y ve en lo que se ha convertido, el dolor que lo embargue debe ser inmenso.
Comprendo que sintamos un deseo innato de permanecer ; miento, no lo comprendo porque tengo asumido que somos seres de paso, un simple soplo en el devenir del universo ; pero mucha gente sí se aferra a la vida con uñas y dientes. Lo respeto. Pero me parece egoísta.
Puedo parecer una mala persona al decir esto, pero creo que todos deberíamos ser conscientes de que , si llega un momento en que somos una carga para la gente que amamos , más emotiva que económica o física, si ya «no somos nosotros» sino un mero cuerpo desligado de nuestra alma, deberíamos haber sido lo bastante previsores para «desconectarnos de la vida», podríamos tener el derecho a morir dónde y cómo nos diera la gana, sin que la ley castigara a quien nos auxiliara en el trance… Deberíamos ser más generosos todos, los que legislan y los que vivimos desaprensivamente sin pensar en que ese momento llegará, en que algún día ya no seremos independientes ni tendremos la mente con capacidad para reflexionar o elegir. Debemos hacerlo cuando tenemos las ideas claras, cuando podemos dejar constancia de nuestra decisión. Y que esa decisión se respete y se pueda llevar a cabo.
Sí, una vez más salgo en defensa de la eutanasia. No de esa en a que unos desaprensivos eligen por mí, no; la que yo elijo. Bajo las circunstancias que yo deje descritas.
Me he centrado en el alzheimer porque estos días tengo muy cerca a alguien que está sufriendo los efectos de tan terrible enfermedad, porque no es lo mismo que esa persona tenga olvidos o no te reconozca, a que se ponga violento, que debas agarrarlo a la cama o cerrar puertas bajo llave. Eso no es modo de vivir . Ni para el que padece la enfermedad ni para quien lo cuida. Pero la reflexión me sirve para cualquier otra enfermedad o cualquier estado vegetativo. No es justo sufrir de balde. Ya es bastante capulla la vida con sus millones de males para que algo tan sencillo como es decir «hasta aquí llego» no se pueda cumplir.
Insisto, la eutanasia debería ser legal.
Para sus detractores digo lo mismo que para el tema del aborto. Las leyes no deben obligar. Las leyes deben permitir. Es justo que, quien lo desee, haga uso de ellas y el que no, simplemente se abstenga.
Yo quiero hacer uso de ella. Y que la ley me proteja. Dicho queda.

jueves, 4 de abril de 2019

Anhelo



 
Cada mañana, al amanecer, te busco tras los visillos. Parezco un fantasma mientras me fusiono con las cortinas para resultar desde fuera un pliegue más, movido por el viento. No quiero que descubras mi mirada anhelante, el palpitar de mis venas ni el gemido de mis labios. Soy puro anhelo durante esos escasos minutos en que apareces por el camino,atraviesas la verja y haces crujir con tus botas los guijarros del sendero.
Más adelante saldré al jardín y te veré , sudoroso, podando los arbustos y acariciando las plantas con una ternura que me hará odiarlas por no ser yo la destinataria de esos mimos. Me mirarás con deferencia, responderás a mi saludo y tus ojos claros huirán del escote que, a proposito, me he puesto para seducirte. Pero no sucumbirás. Día tras la día lo intento y no logro traspasar tu coraza de indiferencia. Me matas con ella. Me conviertes en esa sombra tras la ventana. Y anhelo con desespero el día en que llegue a odiarte por no leer mi mente y mi corazón, por no corresponder a la pasión que me inspiras, por dejarme seguir siendo una sombra a lo largo de las horas, una triste y estúpida sombra enamorada.


Para mis compañer@s de El jardín secreto, en especial a Domina Corvorum, que me inspira con sus imágenes.