"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 27 de junio de 2019

Juego de damas.



 El primer fin de semana de julio lo pasaré en A Coruña, en el congreso de escritura romántica que se celebra desde hace unos años en tan bellísimo entorno. Será un placer volver a abrazar a antiguas compañeras y saludar a otras nuevas. Trinidad Palacios organiza unos eventos magníficos así que ya os contaré a la vuelta cómo nos ha ido.  Mientras, os dejo un pedacito de Juego de damas, novela que tendré el pacer de presentar,  para que vosotros disfrutéis también. 


NAVEGACIÓN , 2001
    Después de tres días de crucero, habían visitado La Goleta, en Túnez, que era la primera parada del itinerario; admiraron su arquitectura blanca, sus vistas impresionantes y su fina arena. Como no quisieron apuntarse a ninguna excursión, se limitaron a almorzar en un delicioso restaurante para turistas y a pasear por las inmediaciones del puerto, negándose con cortesía a las insistentes demandas de los tunecinos para que montaran en camello o se adentraran en los comercios de la zona.
   El siguiente destino fue Civitavecchia, donde realizaron una parada más larga para que los pasajeros visitaran Roma. Ellos permanecieron en el barco, agradeciendo el ambiente tranquilo de los salones y las piscinas de cubierta, ya que la mayor parte del pasaje optó por bajar a tierra.
   El tiempo transcurría con placidez. Los días se iban entre baños, comidas y copas, y por la noche, añadían bailes y más y más copas.
   Carla y Eva aprovechaban las siestas para sus encuentros furtivos. Habían logrado mantener a raya a sus acompañantes, pero llegó un momento en que ambos se rebelaron.
   Óscar entró un atardecer en el camarote de Eva cuando Carla se acababa de ir, y la sorprendió saliendo de la ducha. Muy serio, le tendió una toalla, pero no se apartó del frontal del lavabo donde se había acomodado. Su gesto era tan tenso que Eva temió que estuviera al corriente de la situación y le montara un número. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
—¿Qué está pasando, Eva? —Su voz delataba cuánto le costaba estar allí, pidiéndole explicaciones; su nerviosismo se hizo patente al pasarse los dedos por el oscuro pelo con ademán mecánico—. Creí que al permitirme acompañarte en el crucero me estabas dando pie a algo. No sé a qué, exactamente. No estamos hablando de matrimonio, pero tampoco a solo meternos en la cama... Creí que te importaba. Sé que no quieres ataduras en tu vida, te lo he oído decir mil veces, pero, ¡joder!, al menos podrías disfrutar de una relación estable con alguien, ¿no? Y si no hay nadie en tu vida, ¿por qué ese alguien no podría ser yo?
   Tras la perorata se quedó inmóvil, con los brazos colgando a los lados y la mirada de perro apaleado fija en ella. Eva, aturdida, no supo reaccionar; buscaba por todos los medios no hacerle daño. Sin embargo, él no le dio tiempo a una confesión. Avanzó hasta tocar la punta de la toalla que sujetaba sus senos y susurró junto a su boca «No me rechaces», lo que la dejó paralizada.
Óscar apartó el paño, la cogió bajo los muslos y la subió al lavabo.  La piel de Eva estaba fresca, aunque al paso de sus manos y su lengua comenzó a calentarse.  Ella enredó los dedos en el cabello del hombre y atrajo su boca para devorarla en un frenesí jadeante.
   Óscar, aún con los pantalones de lino blanco y el polo azul marino puestos, se deshizo de los mocasines de una patada y se apretó contra el cuerpo desnudo de la mujer que deseaba; deslizó su lengua por el húmedo cuello, bajó hasta sus senos, succionó primero un pezón y después el otro conteniendo la sonrisa ante las manos de Eva, que se apresuraban contra su cremallera, bajándole los pantalones y los caros slips para buscar su miembro palpitante. Él gimió con su contacto, se apartó para tirar de cualquier modo el polo y volvió a saborear el
contacto de la suave piel femenina. Sus dedos se perdieron en el interior de Eva, feliz de hallarla dispuesta, mientras ella le mordía el cuello y se apretaba contra
su pecho, arañándolo más que acariciándolo con sus uñas pintadas. Durante un segundo se miraron a los ojos, castaño contra azul, y una sonrisa gozosa cruzó sus bocas antes de que Óscar la empalara por completo y ella le diera la bienvenida con un gemido ardiente.
  Óscar se regodeó en sus movimientos, viéndose a través del espejo entrar y salir de Eva mientras la espalda de ella se arqueaba buscándolo, seduciéndolo con susurros, hasta que el canal que lo abrazaba comprimió su sexo y le ofreció el placer de notar los espasmos de su compañera, y se derritió con él. Sin más espera, Óscar apretó la mandíbula, tensó los músculos y se derramó en su interior, cegado de felicidad.
  Pasado el momento de euforia, Óscar acarició los mechones sudorosos de Eva, besó sus labios con veneración y, sin preguntar, la cogió en brazos para llevarla a la ducha. Una vez dentro retomaron la pasión; se enjabonaron, se unieron bajo el agua fresca —él ya no se extrañó de sus carcajadas cortas, profundas— y, cuando lograron saciarse, se tumbaron sobre la cama y se quedaron dormidos.
   Aquella noche se les olvidó cenar.
   Nada más despertar, de madrugada, a Eva le asaltó el recuerdo de Carla. ¿Cómo le habría sentado no verla aparecer por el comedor? Sin duda Lance lo habría celebrado a lo grande, pero ¿y ella?¿Estaría dolida? La posibilidad de volver a hacerle daño como en el pasado le retorció las entrañas.
   La evocación de Alejandro se hizo tan vívida que se sentó sobre la cama y respiró hondo.
   Semejante desastre no podía volver a repetirse.

jueves, 20 de junio de 2019

Los jóvenes del Valdés.

Los que me seguís ya sabéis que formo parte del jurado que otorga el premio Castelo a la trayectoria periodística y de la comisión lectora del premio de periodismo Francisco Valdés. Es un honor que la concejalía de cultura me ofrece y que yo agradezco poniendo en valor todo lo que allí tratamos.
Este año el asunto ha estado pelín controvertido con la modalidad A del Valdés, la que premia a periodistas en activo, pero no es de esa de la que quiero comentaros porque recibe sobrada publicidad en los medios. Quiero contaros lo increíble que es premiar a chicos jóvenes que presentan sus trabajos con una ilusión bárbara, que se emocionan al recoger un premio como si fuera un Oscar, aunque sus textos apenas vayan a obtener difusión. Es por eso que me comprometí a darles visibilidad y os quiero contar.
Este año, 2019, la modalidad juvenil ha recaído sobre Belén Jiménez Postigo, de 19 años, estudiante madrileña de la Universidad Rey Juan Carlos. Presentó y defendió valerosamente ante el público asistente, su investigación “ La enfermedad del olvido: el Alzheimer”. Nos contó cómo, sin tener en su familia la problemática ni conocer a nadie con dicha enfermedad, se le ocurrió investigar los por qué, cómo , dónde, desde cuando… Y se lanzó a interpelar a profesores, profesionales de la sanidad e incluso neurólogos de prestigio. Que alguien tan menudo expusiese con semejante pasión sus descubrimientos, nos alentó a los demás a creer en el futuro de la juventud, a confirmar la idea de que el periodismo, aún con los avances que los tiempos imponen, está vivo y coleando. Que esta gente no va a permitir que el derecho a estar informados se nos coarte. Porque si brillante fue Belén, no se quedaron atrás sus compañeras de audiovisuales, las extremeñas Cristina Sánchez e Isabel Quijada Hernández. Ellas presentaron “La apuesta de tu vida”, un trabajo de denuncia de cómo las casas de apuesta han inundado nuestras calles, nuestras vidas, y se han convertido en algo tan natural como el mobiliario urbano. Lugares donde acceden jóvenes que se convierten en ludópatas, una de las mayores amenazas del futuro. Si ya es grave hoy , mañana será tremendo. Gente enganchada a una máquina, a una pantalla que te extorsiona sin que ni siquiera lo notes, una comedura de tarro tan peligrosa que arruina vidas y economías. Puedes pillarlo en You tube y te pasmará ver hasta qué punto han profundizado estas chicas en el asunto.
Si algún editor me lee, que no lo dude. Esta gente tiene gancho asegurado. 
Para mí es un orgullo conocerlas.


jueves, 13 de junio de 2019

La marea que nos atrapa


En estos últimos días he tenido la oportunidad de leer un excelente articulo que se publicó en el Heraldo de Aragón en abril del año pasado y quiero compartir con vosotros su contenido por lo mucho que me ha impactado. Según dicho artículo, Olof Palmer, primer ministro sueco, defendía, en los años 70, que el Estado debía sustituir a la familia a la hora de proporcionar asistencia en la vejez porque ningún ser humano debía depender de otro para tener un cuidado básico. Para mí, como española, el concepto de familia es tan diferente que me pasma que este político tuviera la lucidez de ver lo que se nos avecinaba. Los suecos siempre han sido muy independientes, parece ser, pero es que ahora, los españoles nos encontramos con problemáticas semejantes. Es una realidad que una parte considerable de la sociedad vive sola. Hay quién lo ha decidido porque sí y a quién se lo ha impuesto un divorcio, una viudez o , simplemente, una falta de pareja. Los hijos abandonan el nido, cambian de ciudad, no asumen la responsabilidad de cuidar de sus mayores como antes se hacía, la mujer ya no es figura obligatoria de “cuidadora”… mil motivos que llevan a que , en gran cantidad de hogares, sólo figure un titular.
Para mi asombro, leo que en Reino Unido se ha creado un Ministerio de la Soledad con el fin de afrontar una epidemia que afecta a nueve millones de personas. Al prolongarse nuestra calidad de vida, vivimos más, pero también resultamos más costosos en gastos sanitarios y sociales.
¡Uno de cada diez españoles confiesa sentirse solo en muchas ocasiones! Y no es porque no tengan gente al lado, es que a veces nos sentimos solos pese a estar acompañados.
Mientras nos exponemos cada día más en las redes sociales, sonreímos en los selfies, ensalzamos la cantidad de “amigos” que tenemos en todo el mundo, mostramos nuestros éxitos… nos encerramos en un autismo social que nos lleva a preferir mantener una conversación de chat con alguien que vive a miles de kilómetros que a charlar con la vecina del rellano aunque solo sea para tratar de lo cara que está la luz.
Estamos perdiendo calidad de vida aunque tengamos de todo. No nos sentamos en la puerta con los vecinos al llegar el verano, porque la mayoría ya vivimos en colmenas donde ni siquiera nos cruzamos en el ascensor; no “perdemos tiempo” con el tendero del barrio porque compramos en grandes superficies; no nos conoce ni nuestro médico de cabecera.
Ya sé que es una exageración. ¿O no? Pero mucha, mucha gente se siente así. Extranjeros en su propio barrio. Si no ¿ cómo es posible que tantos ancianos mueran en sus casas y se tarde un tiempo en descubrirlo? ¡Pronto pasaría eso hace unos años en mi calle! Todos los vecinos estábamos “al loro”unos de otros. Que también fomentaba el cotilleo, no lo niego, pero éramos como una gran familia. Me atrevo a decir que aún lo somos, incluso no viviendo ya en la misma casa.
Me desvío, disculpen. El caso es que los datos son abrumadores:
- La soledad supone mayor amenaza para el sistema sanitario que la obesidad.
- La percepción de soledad aumenta el riesgo de mortalidad de una persona en un 26%. La soledad real, en un 35%.
- La conexión social puede reducir hasta un 50% la muerte prematura.
- En Aragón hay 10.078 hogares formados solo por mayores de 84 años.
- 10 años de soledad suponen 7.000 euros de gasto al sistema sanitario, según un estudio del Reino Unido.

Por otro lado, está la soledad subjetiva de los jóvenes, la de los adolescentes, que por no sentirse “diferentes” se adaptan a relaciones tóxicas, a aceptar una pareja o unos amigos que en vez de valorarles, los llevan a situaciones de riesgo, físico o mental. También muchos adultos prefieren seguir con sus parejas estando mal con tal de no quedarse solos.
La soledad está mal vista. No se vende como independencia sino como que “los demás no te consideran” y eso avergüenza. De ahí que la gente disimule y presente solo su mejor cara, escondiendo la depresión latente que les llevará a comer de más, a abandonarse físicamente, a desconectar de familia y amigos… Es una especie de círculo malsano que lleva a preferir hablar con desconocidos antes que sincerarse con los cercanos. De ahí el éxito de organizaciones como el Teléfono de la Esperanza, al que muchas personas acuden con excusas que enmascaran el verdadero problema: necesitan comunicarse.
En algunas ciudades se están creados grupos de apoyo a los que la gente, va y cuenta sus cosas a los que se encuentran en ese momento allí. No son fijos unos ni otros, pero imagino que terminarán creándose lazos de amistad ( en mi cabeza no cabe otra cosa, quizá porque peco de “sociable”).
También es cierto que aún es pronto para alarmarse por estas situaciones, que nos suenan más americanas que españolas, o suecas, o inglesas… Quiero creer que la familia en España mantiene cierto nivel, que nos relacionamos mejor, que los abuelos se ocupan de los nietos y viceversa ( pese a que las residencias tiene lista de espera), que las amistades son a largo plazo ( no imagino mi vida sin las mías) y que la gente somos mas de tocarnos que de vernos por una pantalla. Ojalá no me equivoque. ¡Por si acaso, iré haciendo una huchita para que me cuiden cuando sea preciso!

Siento que este artículo me ha quedado flojo, que he tocado muchos palos sin profundizar en algunos de gran interés pero tampoco podía extenderme más, siendo éste un simple blog y no un periódico. Mi intención es dejar la situación sobre el tablero para que la penséis y saquéis vuestras propias conclusiones. Si os sentís interesados en el artículo base, buscad el número 785 del Heraldo Domingo/ 8 de abril de 2018.





jueves, 6 de junio de 2019

Regalo del cielo.






 ¿Puede ser Axel un regalo para el mundo y un infierno para Devon?
Axel está muy agradecida a las personas que la sacaron de las calles para convertirla en una dama. Tuvo la fortuna de que lord Birminghan la tomara a su cuidado y ahora vive feliz en Marion Hill acompañada por la hermana de su benefactor, la condesa de Valmont.
Devon Hunt, vizconde Dermont, es un aristócrata de vida disipada que odia profundamente a la joven y que nunca ha perdido oportunidad de zaherirla.
Si Axel es un regalo del cielo para los demás, para él es un hacha de guerra. Y Devon jamás ignora un desafío. Sin embargo, no está preparado para lo que Axel puede ocasionar en su corazón y en su reducido y frívolo mundo. ¿Descubrirá Devon Hunt el regalo que Axel esconde?


Ya, ya sé que esta novela la habéis leído muuuuucha gente, pero...¿y los que no? HQÑ me da la oportunidad de que Axel y Devon vuelvan a estar en el mercado, mejorada y muy, muy romántica. 

Podéis encontrarla desde hoy  a la venta en la propia editorial, en amazon y en cualquier plataforma, al módico precio de 2,84 euros. 

Sé que la anterior portada os encantaba pero esta me parece mucho más acorde con la historia y es realmente preciosa. Agradezco de corazón el trabajo realizado por Harlequín para dar visibilidad a mis novelas. Espero que la disfrutéis. 
Un abrazo, lectores.