"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 16 de abril de 2020

La vileza del cobarde


El ser humano puede ser valiente hasta la saciedad y cobarde hasta la vileza. Escribo esto por las denuncias que están apareciendo en los medios de esas personas que se encargan de nuestro cuidado y bienestar, esas a las que APLAUDIMOS cada día desde nuestros balcones, sobre notas que les dejan sus vecinos por miedo al contagio.
¿Vale todo escudándonos en el miedo? ¡De ninguna manera!
Me asquea pensar que, haciendo gala del anonimato más cobarde, una comunidad permita que un descerebrado, o dos o tres, o todos, que nunca se sabe, acusen a un vecino que se está dejando la piel en un hospital, una caja de súper o un camión de reparto y le insten a mudarse para no poner en peligro al resto. ¿Y luego tendrán la cara de aplaudir a rostros anónimos como si nada? ¡Es despreciable hasta la náusea!
Esas personas que nos cuidan en la salud y la alimentación y la limpieza también tienen miedo. ¡Mucho! Pero están hechos de una pasta honorable, una pasta de humanidad que por suerte para quienes los necesitan, les impulsa a dar el paso de enfundarse en esos horribles e incómodos protectores para permanecer en sus puestos.
Por “suerte” las noticias de dichas notas llegan no solo de España sino de otros países.. Digo por suerte porque no quiero creer que solo somos miserables los españoles, que es algo connatural del género “inhumano”. Mi más absoluto desdén para todos ellos.

Mi aplauso especial para mis amigos en alto riesgo: Carlota en el País Vasco, Marisa en Madrid, Begoña o Encarna en Don Benito, Hermi en Alburquerque,  Juan Antonio en Sevilla...Seguro que me dejo alguno, pero ellos ya saben que les quiero y animo.
Gracias por vuestro duro día a día.

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