"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 14 de mayo de 2020

Si me hubieran dicho...


Si cuando brindé en nochevieja por el nuevo año me hubieran dicho la que se nos avecinaba, hubiera replicado ¡venga ya!
Pero aquí estamos.
Con mascarillas por la calle, como los chinos que veíamos por televisión.
Con guantes y geles de manos.
Haciendo colas en los supermercados y farmacias.
Preocupada por los amigos que trabajan por toda España en el sector sanitario o las fuerzas del orden.
Realizando trabajos on line y aprendiendo a toda mecha cómo hacerlo.
Usando el móvil como lugar de reunión con la familia y los amigos, en videoconferencias entrecortadas.
Recurriendo a las redes sociales para enterarte de la actualidad  con visión de conjunto.
Descentrada de cualquier actividad creativa porque la mente quedó dispersa.
Con una ventana o balcón como único lugar de esparcimiento.
Haciendo pandilla con los vecinos ( desconocidos todos) para aplaudir a los que nos protegen y corear que de ésta saldremos.
Consultando con el médico por teléfono y sin pisar ni por asomo un ambulatorio. Ni pizca de prisa por esa analítica pendiente ni por un dolorcillo en cualquier parte.
Haciendo pilates en casa con la grabación de las sesiones que ha tenido a bien regalarnos la monitora.
Deseando que abriera la peluquería para dejar de verme con semejantes pelos.
Recibiendo vídeo tras vídeo, buenos y formativos unos, gamberros y de mal gusto, otros.
Pegada a la radio o la televisión aunque las noticias fueran siempre las mismas.
Viendo series como una posesa para desconectar de “lo que pasaba ahí fuera”.
Leyendo a mogollón por el mismo motivo.
Tragándome la nostalgia por no poder quedar con nadie querido para, simplemente, verlo en persona.
Saludando con la mano si encontraba a un conocido en la calle por no emitir saliva que lo pusiera en peligro, a pesar de la mascarilla, o viceversa.
Asombrándome de la poca solidaridad de algunas personas acaparando bienes de primera necesidad.
Divirtiéndome con el empeño de mis conocidos de convertirse en chefs a toda costa. ( ¡Jamás había conocido tanto panadero amateur!!)

¿De verdad no hemos estado dentro de una película de ciencia ficción? ¿De verdad, no lo seguimos estando?

Y todo eso, dando gracias por no estar incluido en la triste estadística de “perjudicado por el virus”: enfermedad de uno mismo, muerte de personas queridas, no asistencia a funerales, tener familiares en residencia de ancianos…
Agradecida de vivir en una casa confortable y no en un barrio marginal, de ser española y no americana de Trump, de contar con un sistema de sanidad público que, aunque mal abastecido , ha dado la talla al más alto nivel, con unos maestros y profesores que han mantenido a los niños entretenidos para que sus padres no se tiraran por los balcones y ellos aprovecharan el curso, con gente altruista que ha estado pendiente del bienestar ajeno… ¡Tantas y tan variopintas situaciones!!

Solo espero que esta nochevieja, cuando vuelva a brindar por el nuevo año, lo haga con humildad, con alegría por seguir teniendo a mi vera a todos los míos, con esperanza de que un rebrote no nos vuelva a joder la vida...o a quitárnosla.
Pero consciente de lo afortunada que soy porque he vivido una mala película de serie B con trama catastrofista y la he superado.
Como dice Og Mandino en El vendedor más grande del mundo: Trataré con ternura y afecto cada hora porque no retornará jamás” y “ Tres palabras aprenderé a repetir: esto pasará también”
Así sea.

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