"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 4 de junio de 2020

El olor de la pobreza


Hoy traigo a la palestra PARÁSITOS ( no os frotéis las manos que no vamos de políticos), la película ganadora de los pasados Premios Oscar: Mejor película internacional, Mejor director, Mejor película y Mejor guión original. ¡Un filme de Corea del Sur!
La acabo de ver ( asumo mi retraso cinematográfico) y me ha dejado cierto sabor agridulce que me incita a compartir impresiones con vosotros. No contaré de más por si no la habéis visto aún. De ser así, os la recomiendo.
Es una película divertida, que te atrapa, te envuelve de tal modo que no intuyes por dónde van a salir los tiros… pero también es un drama monumental.
Su argumento podría incluirse en la tan manoseada definición de lucha de clases, pero no termina de convencerme. ¿Es una denuncia social? En parte. En un principio, la historia comienza cual novela picaresca, con una familia tirando de ingenio para sobrevivir. Les vemos viviendo en un sótano infecto y cómo se van incorporando mediante diferentes empleos a una casa de ensueño. Los propietarios viven en la inopia, con problemas que les agobian pero que ya quisieran para sí los pobres , aunque es legítimo que a ellos les importe… Sin embargo, el argumento va girando por derroteros complejos. Combina la comedia negra con el drama y, de repente, llega el terror.Con él descubrimos que la insolidaridad no es atributo particular de los ricos.
La trama vuelve a dar un sorprendente giro. Lo que para unos resulta un trastorno que intentan solventar con una paga extra, desconocedores de lo que pasa fuera de su limitado mundo, para los otros es una inmensa tragedia.
No obstante, el desencadenante que convierte en thriller esta historia es un detalle tan nimio como el sentido del olfato. Los pobres “huelen”. Y tomar conciencia de ello les humilla de tal modo que un simple gesto desencadena el caos.
Viendo la película uno se pregunta quiénes son más parásitos, si los pobres que agudizan su ingenio para salir del hoyo donde malviven o los ricos, que son incapaces de realizar las tareas más elementales y requieren de sus sirvientes para todo.
La respuesta la dejo a vuestro criterio.
De todos modos, el encabezamiento de esta reflexión va por otro camino. Uno que me trajo el recuerdo, mientras veía la cinta, de mi trabajo en Badajoz. Porque yo también “sufrí” ese olor a pobre; ese olor que se impregna en la ropa, en el pelo y la piel. Y también tuve mis reparos y propuse llamar la atención a la persona en cuestión para que lo suprimiese. Y tuvo que callarme la boca una compañera porque esa persona, en pleno invierno, no tenía dónde calentar agua ni tampoco lavadora. Me sorprendió tanto ese grado de pobreza que sentí una vergüenza sin igual por no haber recapacitado antes de comentarlo. Y es que, aunque te muevas entre gente con necesidades básicas , a veces no eres consciente de que existen diferentes grados, algunos tan agudos que asustan. Y me fui a casa sintiéndome culpable; de tener cocina, ducha y calentador , calefacción y comida en la mesa. Porque el olor del pobre no es exactamente igual al de la persona que se sube al autobús o te cruzas por la calle. Es “otro”olor. Y doy gracias porque ellos no sean conscientes de que lo llevan impregnado, y si lo son, porque no nos odien a los demás. Porque ese sí que sería motivo de revueltas populares y no el de las caceroladas.

2 comentarios:

  1. Me he enterado lo suficiente como para estar loco por verme la peli. Saludos.

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    1. Ya me contarás qué te parece, señor desconocido. Saludos.

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