"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 1 de abril de 2021

Experiencia hospitalaria


 

    Estuve ausente de las redes varios días porque pasé a formar parte del nutrido grupo de desafortunados que engrosan las listas de “acompañantes hospitalarios”. Es curioso que parezca una suerte que te dejen estar con tu familiar enfermo cuando tu vida se limita a estar encerrado en una habitación, a comer alimentos que dejan mucho que desear de una cafetería ( si no de una máquina expendedora) y a intentar dormir en un sillón que alguien diseñó con idea de no usarlo jamás en sus propias carnes. Pero lo cierto es que sí, que la tranquilidad de hablar de tú a tú con los médicos y de colaborar en las necesidades básicas de esa persona que quieres, hace que merezca la pena.

    El maldito covid nos ha complicado la existencia también a quienes no somos enfermos ni personal hospitalario. Para empezar, te hacen la prueba del bastoncito y solo pasas si eres negativo. Me parece perfecto. Toda prevención es poca. Por eso no entiendo que haya descerebrados que aprovechen los momentos de máxima afluencia en un hospital para colarse y sustituir a otro familiar sin pasar por dicha prueba. Se convierten en bombas ambulantes. Y así infectan una planta con el consiguiente perjuicio para trabajadores y pacientes. Unos deben hacerse pruebas y otros se quedan sin acompañantes. Y encima se encrespan los ánimos y se escucha de todo. Lo he vivido. La gente es muy mala y suelta en redes lo que le pasa por la boca sin dejar que la mente lo procese antes.

    Pero en fin, así son las cosas y así somos los humanos. Esos que Rousseau consideraba buenos por nacimiento aunque la sociedad después nos corrompiera. No sé qué decir. Con un punto de chaladura creo que nacemos.

    En cuanto al personal, debo quitarme el sombrero ante muchas mujeres que lo dan todo en su turno, sea cual sea. Están al pie del cañón mañana, tarde o noche. ( ¿Por qué la mayor parte de las enfermeras, auxiliares y limpiadoras son del mismo género? ). Mi agradecimiento para Paloma, Toni, Pamela, Inés, Matilde, Ángela y aquellas cuyos nombres desconozco. Y mi desagrado hacia esas otras que se escaquean “porque no es la hora de” o te tratan de malos modos como si fueras una turista incómoda en una pensión familiar. Por suerte fueron las menos, pero desmotivan al resto de compañeras porque les toca realizar doble faena y ya de por sí son pocas y con escasos medios. A esas, como bien murmuró una de las “buenas”, más les valdría jubilarse y dejar la plaza libre para las que sí quieren trabajar, que son muchas y dispuestas. Entiendo que la gente se “queme” en un oficio tan crudo, pero tratan con personas, no con seres inanimados así que, cumplan o lárguense. Que lo suyo es poner quejas por vía oficial, pues sí. Pero pocas veces nos complicamos la vida, con la esperanza de un alta que nos saque de ese entorno. Y si lo hacemos, recibimos un papelito con disculpas estereotipadas que tampoco solucionan demasiado.

    Termino con un efusivo agradecimiento a las integrantes del equipo de paliativos. Por su dedicación , cariño y aliento. Profesionales que hacen su trabajo con humanidad, conscientes de los delicados momentos que una familia pasa cuando las cosas se ponen feas. Gracias por no rendirse, por apoyar, por esa sonrisa oportuna...Si amas tu trabajo, lo transmites. Ellas lo hacen. Noemi, Ana, Petri. Gracias.


    Un abrazo especial para Guillerma y Amparo, excelentes compañeras de habitación, por facilitar nuestro bienestar y mejorar nuestro ánimo. Mis mejores deseos para ellas y sus circunstancias.




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