"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 25 de septiembre de 2014

"Vecinos, segunda tanda"


Ella, como abobada, se miró el guante amarillo del que salían hilos de sangre que le humedecían el antebrazo. Sin embargo, no sentía dolor. Se dijo que debía estar anestesiada por el susto que le había dado aquel bestia.
  • No es nada – titubeó – Se me rompió una copa cuando llamaste la primera vez.
El entró con determinación en sus dominios y tiró de su otro brazo para atraerla al sofá, justo al lado de donde había dejado el conjunto de ropa interior bien dobladito reposando en el coqueto papel dentro de su caja abierta. No le pasó desapercibida la sonrisa sardónica que cruzó sus espléndidos labios pero seguía tan pasmada por el donaire de él en casa ajena que las palabras se le dormían en la boca.
  • ¿Dónde tienes un botiquín? Porque vamos, tendrás uno. Cuidados básicos al menos...
  • En el baño – tartamudeó.
Mientras contemplaba las amplias espaldas y el culo prieto que desaparecían tras su puerta sin preguntar – recordó que los dos áticos tenían la misma distribución así que no le sorprendió que fuera derecho – se encontró anonadada al sentir que se le había mojado el tanga con solo mirarlo. ¡Sería anormal! O eso, o aún le duraba el efecto de las copas porque vamos, el tío parecía con más intenciones de bañarla directamente en alcohol que en Betadine, a ver si le escocía el corte un poquito más. Se quitó con presteza el guante limpio y cerró la caja del conjunto como pudo, abochornada de no haber tenido la precaución de quitarlo de en medio ¡Claro que nadie le había avisado de que un neardental se le iba a presentar en mitad de la madrugada!
Cuando él regresó no pareció notar el detalle. Se había mojado el pelo y la cara y pequeñas gotitas surcaban su nuca y sus pestañas, rubias como el espeso cabello que lucía algo largo. Traía en las manos el bote de Betadine, el vaso del cepillo de dientes que mantenía de adorno porque sólo usaba el eléctrico y sus discos de algodón desmaquillantes.
  • No encontré otra cosa; supongo que bastará – replicó arrodillándose entre sus piernas ; le quitó el guante con una suavidad asombrosa en un tío tan grande y la miró disculpándose – Te he cogido una toalla. Después de toda la noche intentando dormirme parece que al fin los relajantes empiezan a hacerme efecto y he tenido que despejarme un poco.
Carla hizo un conato de incorporarse, violenta por la postura y por las molestia que le estaba ocasionando pero él la retuvo con un gesto amable.
  • Deja que te cure y me voy a la cama. Sólo será un segundo.
Acalorada, Carla captó cómo su mirada se detenía en el tanga que había quedado a la vista al levantase el delantal y cerró las piernas con premura, sonrojándose más intensamente aún pese a que él no hizo comentarios.
El adonis apoyó una mano en su rodilla más cercana, dejó con parsimonia el guante sobre el parqué impoluto y procedió a limpiarle la herida con algodón y el agua del vaso inútil. Sin apartar la vista de la herida, desinfectándosela después, se excusó por las maneras.
  • Lamento el numerito. No suelo ser tan gilipollas; pero he tenido una semana muy dura con la mudanza y las horas de guardia...
Carla ni le oía, pasmada por la electricidad que su cuerpo almacenada con cada toque de sus dedos, conteniendo la tentación de tocar la nuca y los hombros anchos que terminaban en unos brazos fuertes aunque no musculados, justo como a ella le gustaban, y esas espaldas poderosas, todo sin rastro de vello. Debía ser modelo, o gigoló o...
  • ¿A qué te dedicas? - se encontró preguntando.
Él enfocó su directa mirada en ella y si se sorprendió por sus mejillas encendidas se lo calló mientras recogía los restos de su trabajo y los tiraba en el cubo de la basura. Después tiró del tapón del fregadero y cuando la espuma hubo desaparecido recogió los trozos de cristal y los tiró también.
  • Yo diría que esto puede esperar a mañana. Mejor te vas a la cama y descansas – sonrió en un gesto casi lobuno – Descansamos los dos.
Estaba junto al quicio cuando se volvió.
  • Soy bombero. Buenas noches.
Carla reaccionó finalmente como si él hubiera roto el hechizo al traspasar la puerta y corrió hasta el rellano con el corazón galopante.
  • Oye, lo siento mucho, de verdad...Si hubiera sabido que estabas ahí no hubiera sido tan desconsiderada... La mitad de los vecinos están de vacaciones...Y yo llegué anoche del pueblo, de celebrar mi cumpleaños con mis familia; supongo que por eso no me enteré de que estabas aquí. Ángela es la vecina de abajo y sabía que no iba a molestarla. Los....los B llevan desocupados un montón de tiempo...Lo siento – bajó la voz , más violenta a cada mirada burlona de él – Si puedo compensarte de algún modo... Cuenta conmigo.
El le lazó una mirada de arriba abajo y después su vista se perdió en la caja del sofá que ella había escondido.
  • Tranquila. No voy a mudarme en bastante tiempo. Ya buscaré el modo de resarcirme – tenía la mano en su puerta y la cerró lentamente – Buenas noches.





martes, 23 de septiembre de 2014



SIENTO COMUNICAR QUE POR FALTA DE TIEMPO PERSONAL Y DE ENTUSIASMO AJENO ANTE ESTA SECCIÓN HE DECIDIDO CERRARLA. PARA MÍ SIGNIFICABA  UNA APUESTA POR LA POESÍA EN EL DÍA A DÍA, TANTO EN CANCIONES COMO EN POEMAS PROPIAMENTE DICHOS, PERO EN VISTA DE LA AUSENCIA  DE COMENTARIOS SOBRE UNAS Y OTROS, DEDICARÉ MIS ENERGÍAS A LOS JUEVES  DONDE , POR SUPUESTO, MI IMAGINACIÓN Y YO SEGUIMOS A VUESTRA ENTERA DISPOSICIÓN.
SI EN ALGÚN MOMENTO QUERÉIS QUE RETOME ESTA PÁGINA SIMPLEMENTE COMUNICÁDMELO. MIENTRAS, BESOS Y GRACIAS POR  SEGUIR ACOMPAÑÁNDOME.

jueves, 18 de septiembre de 2014

"Vecinos"


Carla cerró la puerta a sus espaldas y contempló pasmada el vertedero de basura en que se había convertido su salón. Sobre los muebles reposaban botellas y vasos vacíos, platos de plástico con restos de comida, cajas de pizza, cartones de chino, tapes abiertos con aportaciones culinarias de sus amigos, envases de helado, copas de cristal de todos los tamaños, ceniceros rebosantes... Suspiró un segundo ante la ingente tarea que se le presentaba pero luego esbozó una sonrisa. Eran las dos y media de la madrugada. Lo habían pasado de maravilla y se sentía feliz de saber que contaba con amistades tan fieles. Había bastado una llamada a media mañana para que se hubieran apuntado al festejo y contribuido a su modesta economía aportando de todo un poco. Miró divertida el descarado conjunto de lencería rojo que le habían regalado, con liguero incluido, y que un arrebato de locura etílica le había llevado a probarse realizando un pase de modelos. Rememoró la boca abierta de los chicos y, sobre todo, la mirada anhelante de Raúl, quien llevaba insinuándosele desde navidades. Seguramente la idea había sido suya, sin esperarse convertirse en testigo de su descaro. Sin embargo, no podía evitarlo, pasadas tres copas se volvía de lo más atrevida. Claro que hasta cierto extremo. Cuando le propusieron un baile erótico supo parar a tiempo y cuando Cris se la llevó al baño y le metió la cabeza bajo el grifo se lo agradeció después. La fiesta había seguido por los cauces habituales y ella se limitó a tomar Coca Cola fría.
Ahora tenía por delante un rato de curro porque era incapaz de meterse en la cama con semejante desorden en su salón.
Abrió las ventanas de par en par (las cerraron para que la música del CD, las risas y los bailes no molestaran a los escasos vecinos a partir de las doce) , se mudó el sugerente vestido de gasa negra por una camisola ligera que apenas le cubría el tanga y se dispuso a recoger en bolsas de basura todo lo tirable y a llevar a la cocina americana lo que debía fregar. Tentada estuvo de ponerse el mp3 pero con las prisas trabajó a buen ritmo y se olvidó de la música. Iba por el enjuague de copas cuando unos atronadores golpes sobre la puerta la sobresaltaron y dejó caer el cristal, que se hizo añicos sobre el fregadero. Atónita, miró por instinto el reloj que imitaba al de una estación ferroviaria y que hacía de muro invisible entre el salón y la cocina y vio que señalaba las tres y cuarto. Aguardó expectante por si se repetían los golpes ¡Y vaya si se repitieron! Asustada, de puntillas sobre el parqué recién seco, se acercó la puerta y miró por la mirilla. El pasmo la invadió de nuevo: un tío con rostro furioso, en pantalón ancho y con el torso desnudo estaba en su rellano. Iba a descargar otro mazazo cuando se detuvo y pareció mirarla directamente desde la amarillenta luz del descansillo:
  • ¡Sé que me estás observando así que abre de una puta vez!
Carla sintió un vacío en la boca del estómago. No supo cómo logró que le saliera la voz del cuerpo.
  • ¡Váyase o llamo a la policía!
  • ¡Sí, eso, llama a la policía; a ver si así consigo que te estés quietita de una jodida vez!
Paralizada por el asombro miró como su mano iba hasta la cadena de seguridad y le abría la puerta. El espécimen que apareció en el vano no podía estar más bueno, con pectorales de infarto, ojos azules y boca sensual. Aunque en aquel momento lanzaban rayos y centellas contra toda ella. Logró balbucear un:
  • ¿Quién es usted?
Con ironía él realizó un saludo teatral y de sus labios salió un burlón:
  • Mil perdones por no haberme presentado antes. Soy tu vecino.
Carla tartamudeó, incrédula.
  • ¿Qué vecino? Ángela está de vacaciones y el piso de enfrente está vacío...- replicó con desconfianza.
  • Pues mira, no sé quien es Ángela, pero yo he alquilado “ese” ático - recalcó señalando la puerta de enfrente que permanecía abierta de par en par dejando entrever luz de su interior – desde el martes pasado. Y tras hacer una guardia de veinticuatro horas, muerto de agotamiento, regreso a “mi”casa - insistió - y me encuentro con un jolgorio de tres pares de narices , pero como soy educado y no quiero parecer un vecino antipático me aguanto hasta las doce y como veo que la fiesta no para me tomo dos somníferos que no me han hecho ni mella porque entre besitos y adioses en el descansillo se te ha ido una hora, “bonita” - lo recalcó echando un vistazo a sus largas piernas desnudas, su mini delantal y su cabello negro sujeto con una pinza sobre la coronilla de mala manera haciendo que se sonrojara al imaginarse con sus ojos - Y para colmo, cuando ya espero que el silencio penetre en este puto edificio voy y escucho cómo te pones a recogerlo todo ¡ Y los nervios, me han vencido, “bonita”, y he decidido que tenía que ver con mis propios ojos quien es la jodida y maniática mujercita que me he echado por vecina!
Tras la perorata un silencio sepulcral se marcó entre los dos. Él, relajado al fin por haberse desahogado, y ella porque había actuado con buena fe y no podía creer que hubiera dado pie a un escándalo semejante. Iba a disculparse cuando los ojos azules repararon en la mano que aún mantenía sobre el marco de la puerta y todo aquel conjunto de hormonas alteradas se desinfló de golpe. El color claro se modificó a un tono más oscuro y el entrecejo del divino vikingo que tenía enfrente se frunció mostrando una preocupación verdadera que la dejó más patidifusa si cabe.
  • Tienes sangre en el brazo.

 Licencia de Creative Commons



Este es  el inicio de un relato largo  que SI tendrá final en el blog. Lo estoy escribiendo aún por lo que se admiten sugerencias. Espero que me sigáis a lo largo de varios jueves para comprobar cómo avanzan las relaciones entre Carla y "su vecino". Estaba destinado a una revista de contenido erótico por lo que aviso de que será "subidito" de tono aunque espero que sin entrar en la vulgaridad. Ya me diréis.






























































































































































































martes, 16 de septiembre de 2014

"Alegría interior" José Hierro ( 1922-2002)



En mí la siento aunque se esconde. Moja
mis oscuros caminos interiores.
Quién sabe cuántos mágicos rumores
sobre el sombrío corazón deshoja.

A veces alza en mí su luna roja
o me reclina sobre extrañas flores.
Dicen que ha muerto, que de sus verdores
el árbol de mi vida se despoja.
Sé que no ha muerto, porque vivo. Tomo,
en el oculto reino en que se esconde,
la espiga de su mano verdadera.
Dirán que he muerto, y yo no muero.¿Cómo
podría ser así, decidme, dónde
podría ella reinar si yo muriera?


De "Alegría" 1947

jueves, 11 de septiembre de 2014

"Catorce puntos"




He pasado cuatro días realizando una actividad absolutamente nueva para mí: he participado de una excursión organizada. Siempre he ido de por libre y confieso que, aunque la experiencia ha tenido sus puntos positivos, no me veo repitiendo.
A lo largo de ese tiempo he conocido gente muy diversa, de diferentes edades, distintas estructuras familiares, dispares intereses... Hasta el punto de que visitando una capital de provincia prefirieron entrar en Zara y similares a la Catedral o cualquier otro centro cultural. Para mí eso es chocante, más que nada en gente de edad similar a la mía, pero me temo que fui de bicho raro en el conjunto.
De lo que va el título de esta reflexión es de cómo me entretuve observando las actitudes de mis compañeros de viaje, de cómo capté en ellos la manifestación tanto de los “pecados capitales” (7) como de las “ virtudes teologales” ( otras tantas).
¿Os suena de qué estoy hablando?
Observé SOBERBIA en personas que quisieron imponer su opinión por encima de la de otros viajeros, impidiendo que muchos de ellos disfrutaran de la inolvidable experiencia de subir a un teleférico. Por el contrario, hallé HUMILDAD en aquéllas que cedieron un sitio más cómodo en el autobús, que aguardaron a servirse los últimos en la mesa para que a nadie le faltara su porción, que disculparon los conatos de trifulca cuando la gente despotricaba porque los planes no salían como estaba previsto...
Observé AVARICIA en los que se negaron a que “perdiéramos” una comida del hotel puesto que la tenían pagada con tal de no costearse un simple bocata y disfrutar de más paradas en las excursiones, los que tildaron de disparate dar dinero para ver una iglesia... Por el contrario, hallé GENEROSIDAD en los que se apresuraron a pagar el café del grupo antes de que juntáramos el dinero entre todos, en los que entretuvieron a los críos para que sus padres pudieran realizar tranquilos las compras, en los que estuvieron atentos a tirarte la foto si no tenías cerca a tu acompañante para que te la hiciera...
Observé LUJURIA en los que rezongaron haberse perdido la visión de una nudista en un precioso paraje del Sella y no pararon hasta ver la fotografía que un avispado logró hacerle con el móvil. Y también CASTIDAD ...aunque esa virtud me resulta un poco ñoña, en la falta de efusiones externas de una pareja gay que, imagino, no quiso dar de qué hablar en la variopinta reunión de extremeños que nos juntamos, y se mostraron con la mayor corrección.
Observé IRA en más de una ocasión, ya que la señora que llevaba la voz cantante  semejaba bipolar , mostrándose ora una Gorgona, ora una encantadora guía de viajes. Pero de su opuesta, la PACIENCIA , también fui testigo en compañeros que aguardaron a que los demás disfrutaran de sus visitas, a que hicieran sus compras sin agobiarles, “echaron un cigarro” mientras los más “tardones” incumplían los horarios...
Observé GULA en los desayunos, cuando algunos se atiborraban pese a no tener “muchas ganas” porque “para eso lo habían pagado”, en los que devoraban lo que les ponían gratis pero se retraían si había que pagar... Y TEMPLANZA, en los que cedían su comida a los que no les gustaba el plato anterior para que al menos disfrutaran de lo que sí les agradaba, en los que no se abalanzaban sobre los platos en cuanto llegaba la comida ni eran exigentes...
Observé ENVIDIA en más de un rostro cuando alguna persona daba muestras de haber viajado más, de tener mejor posición social, incluso por el hecho de vivir en una población mayor...Y hallé, mucha, mucha CARIDAD, en sujetos super cariñosos con los que tenían alguna tara, con los que estaban más solos, con los de mayor edad  en los que asomaban comprensibles manías... A eso sumo el AMOR, que es sinónimo de la caridad, en las manifestaciones cotidianas de algunas parejas entradas en años, en su solicitud para que el otro no pasara frío con el aire acondicionado, para acomodarlo en su hombro a la hora de dormir...Detalles pequeños que me arrancaron imperceptibles sonrisas.
Y, por último, observé PEREZA en los que tenían “mucho morro”, en los que se quedaban los últimos a propósito para cualquier acción que requiriera echar una mano, que “pasaban” de informarse de los planes del grupo y luego nos tenían aguardando...Y DILIGENCIA en los que estuvieron siempre al quite de quien necesitaba qué cosa, en los que ofrecían una manta antes de que sacaras la tuya para librarte del acondicionado frío polar, en los que se preocupaban de que el conductor fuera cómodo y despierto, en los que agradecían sus buenos modos y su simpatía...
En definitiva, en ese pequeño microcosmos fui testigo de  qué somos capaces los seres humanos cuando nos vemos obligados a convivir con desconocidos, de las grandezas de las que hacemos gala y  de las pequeñas miserias...Y debo admitir que, aparte del disfrute de los maravillosos paisajes que retengo en mi retina y en mi corazón, ellos han sido la segunda mejor parte.
Aunque nunca lo sabrán porque no les conté de mi afición por las letras y no son gente de meterse en blogs, les dedico una calurosa sonrisa y este apunte, el cual pese a mostrar un leve tono mordaz lleva implícito también mucho cariño. Evidentemente para los portadores de las virtudes. Hacia el resto, me reservo el sentimiento.







martes, 9 de septiembre de 2014

"Cadillac Solitario" Loquillo y Los Trogloditas


Siempre quise ir a L.A.
dejar un día esta ciudad.
Cruzar el mar en tu compañía.

Pero ya hace tiempo que me has dejado,
y probablemente me habrás olvidado.
No sé que aventuras correré sin ti.

Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac de segunda mano
junto al Mervellé, a mis pies mi ciudad
y hace un momento que me ha dejado,
aquí en la ladera del Tibidabo,
la última rubia que vino a probar
el asiento de atrás.

Quizás el "martini" me ha hecho recordar
nena, ¨por qué no volviste a llamar?
Creí que podía olvidarte sin más
y aún a ratos, ya ves.

Y al irse la rubia me he sentido extraño,
me he quedado solo, fumando un cigarro,
quizás he pensado, nostalgia de ti
y desde esta curva donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.

El amanecer me sorprenderá
dormido, borracho en el Cadillac,
junto a las palmeras luce solitario
y dice la gente que ahora eres formal
y yo aquí borracho en el Cadillac
bajo las palmeras luce solitario. 

Y no estás tú, nena.
.

jueves, 4 de septiembre de 2014

"Al final, esto es lo que queda"

Esa frase la pronunció una de mis amigas, despatarrada en un sillón y divertida, contemplando cómo el resto de los reunidos o bien bailaban o bien parloteaban de tonterías con rostros risueños.
Noche de verano,  mitigado el calor  por el frescor de una fuente cercana y la abundante bebida. No celebrábamos en realidad  nada concreto, salvo el placer de nuestra compañía. El lugar elegido era la casa de un par de ellos, una preciosa casa con patio, dos plantas y ático que nos pone al resto los dientes largos pero de la  que sacamos provecho en noches como ésta.
Rondamos los cincuenta los reunidos, unos por debajo y otros por arriba pero nos unen los más  de veinticinco años que llevamos “soportándonos”. No estábamos todos, aunque brindamos por ellos y como no podía ser menos, a muchos les hicimos partícipes de fotos y comentarios con los dichosos móviles. Ni siquiera nosotros, a nuestra “crecidita” edad nos libramos de chorradas como el selfie, el whats App, y conectarnos a youtube con un altavoz para rememorar a voz en grito canciones que nos traen melancólicos recuerdos.
Por aquello de que soy “escritora”, algunos me dicen “¿Cuándo vas a escribir sobre nosotros?” Y yo pienso que cómo podría describir a cada uno de ellos si en tantos años nos conocemos tan a fondo que sería incapaz de callar los defectos (aunque también resaltara sus  virtudes) y lo mismo el cariño se iba a hacer gárgaras… Porque no lo neguemos, a nadie nos gusta ver reflejadas nuestras  miserias y menos si la relatan gente que nos conoce bien. Por eso me niego y prefiero la ficción. Ni siquiera cuando me replican : “Pues se ve a la legua que la prota de tus novelas es calcada a ti” ven el trasfondo auténtico porque como suelo responder : “Es inevitable, porque pongo el alma en ella, pero también es cierto que me retrato como a mí me gustaría ser, física y psíquicamente, no como realmente soy. Lo chungo de mí, lo mantengo oculto. Saco mi cara social, no la casera”. Así, pues, queridos míos, nada de novela de amigos. Me mantendré fiel a mis principios de que la vida ya es bastante chunga y  prefiero divertirme inventándola.

De todas formas, me he ido por los cerros de Úbeda, lo que yo quería resaltar hoy, y por eso empecé con la frase de Cecilia, es lo asombroso que resulta que doce personas con vidas tan variopintas ( y los que faltaban, claro) hayamos podido mantener ese sentimiento que hace que te reúnas a cenar y te sientas tan cómodo en el grupo, sabiendo que a derecha o izquierda se sientan junto a ti personas con las que has tenido más de un roce, con las que no estás de acuerdo en sus modo de pensar, con la que no compartes apenas tiempo a lo largo del año.. pero te juntas y la conversación sale fluida, la sonrisa te enmarca el rostro y tu corazón nota una paz y una alegría porque estamos juntos; porque se ha producido el prodigio de que la amistad se renueva, de que las bromas se  captan, de que los “insultos” te divierten, de que los recuerdos te ponen nostálgico...De que siempre hay una canción que te retrotrae al pasado y te hace verte con el pelo sin teñir, sin algunos kilos de más, con un aspecto menos sofisticado...Pero da igual. Porque seguimos estando ahí. Y a los que faltan por causas varias les echamos de menos (mi especial  brindis por Carmen y Santiago)… Porque  al final, esto es lo que queda. El sabor de la amistad. Como dice Lope de Vega del amor, “quien lo probó, lo sabe”.

martes, 2 de septiembre de 2014

"No te detengas" Walt Whitman (1819-1892)



No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas . 

Ya estamos aquí de nuevo. Con la esperanza de que volváis a acompañarme en mi periplo por la poesía y la prosa. Las vacaciones han sido fructíferas porque he logrado terminar "Saudade", una novela que anhelo llegue algún día a vuestras manos y he comenzado otra historia tremendamente divertida, actual y de aventuras...aunque ya, iniciada una nueva etapa con poco tiempo libre no sé cuando podrá ver la luz. Eso sí, he contactado con gente maravillosa dispuesta a echarme una mano en la publicidad de "Mo duinne" y tengo esperanzas de que esto de escribir no se quede en un mero pasatiempo. De todos modos, hola y gracias por seguir ahí.
El poema es aportación de María Luisa, una silente seguidora a la que debo muchos buenos momentos de mi vida. "Besiños"