"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 17 de marzo de 2022

CUMPLEAÑOS

 

Hoy inicio una nueva década. Y lo hago con sentimientos tan dispares como la alegría y el miedo.

Alegría porque siempre es especial cumplir años – significa que estás viva – y miedo por la realidad brutal que nos rodea: guerra, refugiados ( ucranianos y no ucranianos ), crisis económica…

¡Me paraliza la felicidad de estar celebrando cuando hay tantas miserias en el mundo! Sin embargo, no puedo evitar la tentación de reunirme con mi gente y festejar que he dejado atrás una época dura, marcada por la desaparición de personas a la que he amando intensamente, pero también fecunda porque recuperé un trabajo que me satisface, conocí gente que sumar a la que quiero, publiqué historias que gustaron a mis lectores, inicié una travesía cultural que me ancla a mi pueblo… ¡Tantas y tantas cosas buenas, contrarrestando a las malas!

Necesito poner una mirada de esperanza en esta nueva década. El futuro se presenta arrollador si conseguimos alcanzarlo en paz y quiero creer que será posible. Empiezo con la promesa a mi yo interior de que intentaré ser mejor persona y de que lucharé por mis sueños sin llevarme a nadie por delante  ( creo que nunca lo he hecho, pero por si acaso).

Me aguarda “el viaje de mi vida” este verano y varios acontecimientos más que deseo realizar. Así que, si es posible, uníos a mí en lo que solicito como regalo de cumpleaños: Paz.

martes, 8 de marzo de 2022

MUJER TRABAJADORA

 

He cambiado esta semana el día de publicación porque me apetecía sacar mi reflexión en una jornada tan especial como esta. 8 de marzo, festividad de la mujer trabajadora. Eufemismos por todos lados, porque no existe ningún día de verdadero descanso para una mujer (sea soltera, casada o en cualquier otro estado) y no hay mujer que no sea trabajadora. Igual debería decirse REMUNERADA en vez de trabajadora. 

Ya sabemos tod@s lo que nos mueve a manifestarnos, lo que conmemoramos, ya nos van sonando nombres de mujeres que apenas lograron ser reconocidas en su momento …Sin embargo, los últimos tiempos están siendo malos para mis congéneres. La continua decepción de ir perdiendo derechos, de “pagar el pato” en época de crisis, de que nuestra presencia en la política siga siendo más mediática que real (y algunas que hay, mejor que se quedaran en sus casas –léase Ayuso ), hacen que decaigan las ganas y nos preguntemos si merece la pena manifestarse y alzar las pancartas.

A mí también me cuesta quitarme la desazón de encima, pero el simple recuerdo de tantas mujeres que lucharon para que yo estuviera aquí, visible, usando mi nombre verdadero para publicar mis historias, para que haya podido elegir mi oficio y mi estilo de vida, es suficiente revulsivo para quitarme la apatía y acudir a la calle.

Además, debemos alzar la voz por las mujeres de Afganistán, tan valientes que se atreven a manifestarse para reconquistar lo que perdieron, aunque muchas se vayan quedando en el camino, víctimas de torturas y asesinatos. Nosotros salimos a la calle con pancartas, ellas con un altavoz, pero rodeadas de militares con las armas en ristre. No sé si yo me atrevería.

También tenemos que dar la cara por esas médicos que arriesgan su integridad para salvar vidas de soldados ucranianos, de mujeres embarazadas que no pueden salir del país; por las periodistas que se mantienen en zonas de peligro para que las atrocidades no queden en el olvido o se ignoren, por esas mujeres que lo han perdido todo cuando hace solo unas semanas vivían como cualquiera de nosotros.  ¡Eso sí que es perder derechos! El derecho a la libertad y a la misma supervivencia.

Hay miles de ejemplos, porque tampoco me olvido de las que salen de sus países para paliar su pobreza y la de sus familias, cayendo, a menudo, en las garras de indeseables tratantes de seres humanos.

Aún nos quedan muchas cosas por las que luchar en el primer mundo, es cierto. Pero no olvidemos que nuestras justas reivindicaciones las consiguieron, con dolor, otras mujeres, y tampoco olvidemos que, ser solidarias con las personas de nuestro género en todo el mundo, es una obligación moral .

                                                                              ¡Feliz 8 de marzo!