Llega diciembre y, con el final del año, la necesidad de hacer
recuento de lo bueno y malo que nos ocurrió. También es el mes de
los buenos propósitos… para enero. Un absurdo, si lo pensamos
bien, porque los propósitos, si no son para mañana mismo, se nos
olvidan de nuevo; el recuento tampoco sirve de mucho, porque «a lo
hecho, pecho». Pero bueno, me dejaré llevar por el runrún de los
villancicos, las calles bellamente iluminadas y las mesas llenas de
comida ( por desgracia, no en todas las casas) y haré un breve
resumen del 2022. Así fue el mío:
– Aprendí a vivir sin las personas que amé, aunque las siga
amando.
– Ofrecí mi hombro y mis oídos a los seres que me lo pidieron.
– Encontré nuevos amigos, sin olvidar a los antiguos.
– Realicé el viaje de mis sueños : Escocia.
– Hice otros viajes inesperados. El mejor a Asturias, ¿verdad,
Laura?
– Aprendí en conferencias que siempre puedes saber algo
interesante.
– Me sentí insultada y me dolió.
– Leí mucho y bien.
– Escribí.
– Publiqué mi novela número 13.
– Entré en esa década en la que te hacen descuentos en los medios
de transporte.
– Fui feliz a menudo e infeliz a ratos.
Y tuve conciencia plena de que mi vida no se distingue tanto de la
tuya, excepto en que yo escribo y tú pintas, o modelas, o haces
croché. Lo mismo da. Haces lo que te gusta y lo disfrutas. Porque
ese es el objetivo de cada uno al iniciar el año: ser felices.
Ese es mi deseo también para tod@s.