Era
delgado , rayando en lo escuálido, adivinado más que visto tras su
zamarra azul marino y el pantalón claro bajo el que dormían dos botas
del ejército que tuvieron mejor vida. Sus ojos oteaban el horizonte
breve del ruidoso bar en el que el público posaba su vista sobre un
video en color del popular Sting. A menudo se deslizaba, a lo tonto,
hacia el ángulo de la estufa, junto a la cual se calentaba una pareja,
más atenta a la pantalla que a los sucesos de alrededor; y percibiendo
que ella no lo miraba, se detenía melancólico a regodear la vista en su
figura, en sus cabellos y en el brillo satisfecho de sus ojos, que no se
posaban en él.
Notaba el dolor de sus latidos mientras la
contemplaba; el calorcillo de la sangre fluyéndole en las venas con una
lentitud exasperante, como si aguardara tan sólo el momento supremo en
que ella lo mirase para detenerse y quedar convertido en estatua de
piedra.
Controlaba cada gesto, cada suspiro feliz en los
primeros planos del cantante, cada sonrisa del tipo que la acompañaba, y
cambiaba la trayectoria cuando en la de ella entraba por un segundo el
espacio que ocupaba.
Sentía las manos en los bolsillos, pesadas por
la inmovilidad de una caricia que ansiaba dar, y su mente se apartaba
durante un tiempo indefinido del ambiente real para vagar por las
estrellas en compañía de la muchacha, subido a su sonrisa y al brillo de
sus ojos.
Le asaltó una punzada quemante cuando ella deslizó su
mano por el pecho del contrario; al dedicarle una mirada divertida, tan
pícara que lo envidió, le pareció que toda la sala se sumía en
tinieblas.
Y cuando llegó el desolado momento en que el otro se
apartó para pagar en la barra, grabó en su retina la sonrisa de ella
como si le fuera la vida, ofreciendo al Creador su alma y su sombra
para que, al menos al azar, el castaño brillante se posara en su rostro;
por eso, cuando la sirena soñada respondió a sus deseos, ocultó la boca
en el cuello alzado de su zamarra, temeroso en lo hondo de que un
suspiro de paz se escapara por la puerta de cristales verdes, corriendo
tras ella.
Minutos fugaces by Mercedes Gallego is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en http://tintadreams.blogspot.com.es/2013/03/minutos-fugaces.html.
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