Y cuánto te importuno,
Señor, rogándote me vuelvas
lo perdido, ya otras veces perdido
y por ti recobrado para mí, que parece
imposible guardarlo.
Nuevamente
llamo a tu compasión, pues es la sola
cosa que quiero bien, y tú la sola
ayuda con que cuento.
Mas rogándote
así, conozco que es pecado,
ocasión de pecar lo que te pido,
y aún no guardo silencio,
ni me resigno al fin a la renuncia.
Tantos años vividos
en soledad y hastío, en hastío y pobreza,
trajeron tras de ellos esta dicha,
tan honda para mí, que así ya puedo
justificar con ella lo pasado.
Por eso insisto aún , Señor, por eso vengo
de nuevo a ti, temiendo y aún seguro
de que si soy blasfemo me perdones:
devuélveme, Señor, lo que he perdido,
el solo ser por quien vivir deseo.
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