La
semana pasada terminé de leer un libro que recomiendo
encarecidamente: “Invierno en Madrid”. Su autor es un escocés
doctorado en Historia, Cristopher J. Sansom.
Lo
recomiendo a aquellas personas que, como yo, sean unas forofas de la
Historia, en particular de la del siglo XX y en concreto de la
española.
En
él se reconstruyen los primeros años del franquismo, justamente
cuando el resto de Europa estaba luchando o esquivando a Hitler. Y su
lectura me llevó a una interesante conversación en la que yo
argumenté lo repulsivo que me parecía que Churchil aparezca en los
libros de Historia como un héroe cuando en realidad para los
españoles más bien desempeñó el papel de villano. Soy consciente
de que llevo una republicana en mis entrañas – me han dicho si no
seré la reencarnación de alguna, tomándome como me tomo tan a
pecho las circunstancias de aquella época, y no reniego de que
pudiera ser cierto...- pero es que pensar en cómo tanta gente sufrió
cuarenta años de dictadura cuando podríamos haber sido un país más
de Europa, con nuestra guerra mundial incluida, con nuestro plan
Marshall y nuestro gobierno democrático, me bulle la ira.
¿Que
podría no haber sido así? Quizá. ¿Que hubiera sido terrible pasar
por una guerra mundial? Puede ser, pero con la ayuda de los gobiernos
“democráticos” habríamos tenido la oportunidad de luchar contra
el fascismo en vez de aliarnos con el comunismo porque no quedó otro
remedio. Porque eso fue exactamente lo que ocurrió; ahora, con la
perspectiva de los años, sabemos que la República no fue vencida
por las tropas de Franco, lo fue por la cobardía de Chamberlain y de
Churchil y por la del gobierno francés. Si ellos hubieran prestado
auxilio a la República cuando Azaña lo solicitó, los españoles no
hubieran tenido que volverse hacia el único país que le ofreció
ayuda: Rusia. Una dictadura terrible como la Stalin, que nos llenó
el país de sus policias secretas, sus checas y sus terribles
maneras de manejar una guerra. Si los “rojos” fueron crueles en
la guerra, lo fueron en gran parte inducidos por los sanguinarios
comunistas que trajeron a España munición, alimentos y
adiestradores políticos. ¿Sabe la gente que si a un soldado se le
acababa la munición debía seguir adelante porque si no los de su
mismo bando le pegaban un tiro por desertor? Así funcionaban los
comunistas rusos, los dueños del ejército desde que llegaron...El
terror dentro del mismo terror. La tristeza que me invade por esas
jóvenes vidas sesgadas por luchar por el ideal de un país sin
terratenientes, sin empresarios corruptos y miserables, de misa
diaria pero corazón de hierro, es inmensa.
Y
mientras, Inglaterra y Estados Unidos vendiendo combustible a Franco
y sus tropas para presionarle de que no se aliara con Alemania...Sin
duda, detener el fascismo era más importante que ayudar a un
gobierno legítimamente elegido...un gobierno que no era comunista
sino una coalición de izquierdas.
¿Qué
mas da eso a estas alturas? ¿Por qué remover viejas historias? ¿Por
qué preocuparse de recuperar los cuerpos de gente asesinadas y
enterradas en fosas comunes al lado de cualquier cuneta? Lo escucho y
me rebelo.
No
creo que debamos olvidar la Historia. No creo que nuestros jóvenes
deban crecer en la ignorancia. Es más, hoy podemos ver las cosas con
una perspectiva menos politizada que hace cincuenta años...pero
tenemos que seguir viéndola. No podemos dar la espalda a unos
sucesos que nos dejaron con un millón de muertos y otros millones de
vidas a los que arrebataron su futuro.
No
podemos decir que en el bando de los buenos estaban Churchil, De
Gaulle,
Roosevelt
o Truman y en el de los malos Hitler, Mussolini, Stalin y Franco. No.
El bando malo está clarísimo; pero el de los buenos está tan
plagado de claroscuros que resulta imposible declararles inocentes.
El juego de la política es sucio. Y ellos fueron políticos. Tan
políticos que nos dejaron en la estacada sin el menor remordimiento.
Ea,
ya está, un desahogo personal que para eso lo trato en mi blog.
Podéis
estar o no de acuerdo, lo respeto y aguardo contestación; pero la
indignada mujer de izquierdas que vibra e mí no podía callarse.
Por
cierto, el libro va de espionaje. Merece a pena leerse, os guste o no
mi alegato.
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