Había
llegado a esa conclusión hace mucho tiempo pero esta mañana,
escuchando la radio, he decidido redundar en ello. Me come la moral
ver las fotos de los refugiados ( sirios o no sirios, me da igual,
tenemos el mundo lleno de ellos, kurdos, saharauis,
subsaharianos...), contemplar como arriesgan sus vidas mujeres
embarazadas, niños, abuelos; personas con ninguna categoría
profesional y personas con carreras en sus países de origen. Gente
como tú y como yo que , por desgracias del destino, les ha tocado
ser protagonistas de un éxodo terrible que les aleja de sus
hogares, muchos porque ya no los tienen, pero sobre todo, porque la
muerte impera en sus calles. No la muerte de un asesino en serie,
como en las pelis, o de un peligro eventual, no; la muerte
sistemática, la de los fusiles indiscriminados ( comprados a
nuestros países, no lo olvidemos), la de las bombas, los drones y
otras pijerías que las grandes industrias se encargan de actualizar
y convertir en objeto de codicia para asesinos que se llaman a sí
mismo presidentes, o sea, dictadores.
Lo
cruel es que esos dictadores negociaban – muchos de ellos lo siguen
haciendo pero mientras no den la lata no son noticia – con países
“civilizados” como los europeos y, por supuesto, con EEUU.
Hoy
he escuchado que no conviene invadir Siria ( supongo que pesan las
experiencias pasadas con Irak y Afganistán, que algunos nos
preguntamos aún para qué sirvió si su población sigue en tan
desgraciadas circunstancias como lo estaban antes) No se considera
tal posibilidad porque hay tres partes enfrentadas, la del
dictador, la de los insurgentes ( que apoyan nuestros queridos
gobiernos, por lo visto preparando unos cuantos miles al año para
que sean soldados “de verdad” pero se tardará un pico en montar
un ejercito fiable) y los radicales del Estado Islámicos ( esos que
tanto pavor nos dan por su fanatismo y que cuentan con el apoyo
descarado de los señores del petróleo) O sea, que habrá
destrucción durante años, hasta que no quede piedra sobre piedra y
termine gobernando – a mí no me cabe duda – el tercer bando en
discordia. Y luego no queremos que la gente de a pie se lance a la
desesperada a cruzar mares, alambradas o lo que haya que
atravesar...¡En su piel teníamos que vernos!
Protestamos,
y con razón, de que ya padecemos bastantes males nosotros ( que se
lo digan sino a la gente que malvive con un mísero paro, o sin él,
con ayudas de beneficencias, y sin ellas) pero ¿ podemos quedarnos
de brazos cruzados? ¿Podemos permitirnos ser tan insolidarios de no
poner un techo y una comida caliente a esas personas que no tienen
nada?
Lo
que más rabia da es que somos los ciudadanos de a pie quienes nos
sentimos dolidos, quienes nos prestamos a ayudar, mientras los
gobiernos dirimen y gastan tiempo y dinero en discutir sobre qué
hacer o cómo solucionar las cosas...No se recriminan lo más mínimo
por haber sido potenciadores de esta coyuntura ni se plantean que lo
siguen haciendo, que habrá más Sirias, más refugiados de todas
partes del globo; porque mientras ellos juegan, o lo permiten a las
grandes empresas de armamento, los desgraciados de turno querrán
huir del terror. Y llegarán.
Ojalá
nos seamos nosotros los que algún día también nos veamos huyendo.
Ojalá ese temible enemigo contra el que poco estamos haciendo –
por no querer o no poder – que es el Estado Islámico no decida que
Andalucía les pertenece y nos hallemos haciendo el petate y
refugiándonos en Francia. Hace unos meses yo me reía de ese
comentario, pensando que mis conocidos andaluces exageraban al
expresar su miedo...Hoy, me reservo la gracieta y reconsidero
posiciones. Con gobiernos tan cobardes como los nuestros, escudando
su poder en los que venden armas sin mirar la catadura moral del
comprador , no se me ajusta la camisa al cuerpo.
Espero
equivocarme. Deseo equivocarme.
Mientras,
seamos solidarios. Por lo que nos pueda tocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario