Esta
semana vengo marcada por dos películas, a cual más dramática, la
verdad, pero no por ello menos recomendables:
La
primera, “Felices 140” de Gracia Querejeta. Era imposible no
sumergirme en ella teniendo en el reparto a Maribel Verdú, Antonio
de la Torre o Eduard Fernández, tres de mis preferidos del cine
español y siendo ella una de mis directoras fetiche.
Confieso
que entre mis sueños está que me toque la primitiva. Para algo la
echo todas las semanas. No me considero una persona práctica, más
bien todo lo contrario, tiendo a dale poca importancia al dinero,
pero soy consciente de que sin él no se pueden hacer las cosas que
me entusiasman: viajar, comer, leer o, simplemente, escribir como
profesión exclusiva. Pero mira por dónde, un resquemor se ha
instalado en mis entrañas tras ver la película. Sin llegar a los
extremos que se describen en ella, queda la inseguridad del trasfondo
que transmite: ante el dinero, ni la familia ni los amigos están
libres de darte la espalda. ¡Joder! ¡Y yo que deseo organizar un
crucero con toda mi gente, en exclusiva, para celebrarlo el día que
me ocurra! Sueño con regalar apartamentos, automóviles, pagar
hipotecas...en fin, ese tipo de regalo que imaginas que cada cual
espera...ese que pondría una sonrisa feliz en sus rostros y una
radiante sonrisa en mi corazón al donarlo.
Pero...¿
y si sus pensamientos son otros? Cuesta creerlo de la gente que amas,
pero después de ver lo que hacen los suyos con la Verdú, entran
ganas de decir “Virgencita, que me quede como estoy” y seguir en
el limbo del amor y la amistad, aunque sea a base de sopa y sin
segundo plato.
Hace mucho tiempo mantuve en
Madrid una conversación con cinco amigos sobre lo bueno o malo de
hacerte rico y todos menos dos eran de la opinión de que mejor que
no; yo era una de las del sí. Mi ingenuidad siempre ha sido
reconocida y normalmente me he sentido orgullosa de ella pero
conforme pasan los años, y a pesar de creer en la bondad del ser
humano, de la que puedo dar fe muy a menudo, un cosquilleo interno me
advierte de que no me aferre a mis convicciones a ciegas, que la vida
es bella, pero también muy put...
En el otro extremo se halla la
segunda película de la que quería hablaros. “Truman”. Otra con
dos personajes que para qué negarlo, fueron los que me llamaron a
verla: Ricardo Darín y Javier Cámara. Además de que el director,
Cesc Gay, rara vez me ha decepcionado. Las críticas no le daban ni
siquiera un aprobado y una vez contemplada, no me sorprende; a poca
gente le gusta que el cine refleje la verdad cruda, desnuda,
valiente.
Un hombre con enfermedad
incurable decide escoger su día final; mientras, recibe la visita
de su amigo del alma, amigo que, aunque pretende disuadirle en un
principio, comprende que cada uno es dueño de su destino ( o al
menos de ponerle punto cuando éste se empeña en ser jodido) También
está representada la figura de quien no lo acepta, en forma de
familiar cercano, la cual da lugar a preguntarse ¿ qué narices
hacemos los demás negándole a uno decidir sobre sí mismo? ( Ya
me he postulado partidaria de la eutanasia y tengo hecho testamento
vital así que ¡qué voy a decir al respecto!)
La película es valiente y
tierna; dura ( lloré a moco tendido un par de veces), previsible en
su final. Una crítica a la estúpida actitud general ante la muerte
( hacerse el longi cuando te chocas de frente con un amigo al que no
sabes qué decir), papelón el de los cinco minutos de Eduard
Fernandez ( si es que ese hombre es mi héroe), demostrando que los
estereotipos son solo eso; bello el acompañamiento de Cámara, como
un AMIGO con mayúsculas, ridícula la escena del tanatorio ( donde
se comercia con inevitables circunstancias)... En fin, un retrato de
cómo ver la muerte desde diferentes puntos de vista y de cómo la
amistad es lo más importante en nuestra vida, la amistad verdadera,
la que no juzga ni exige. Inolvidables papeles los de estos dos
actores; no me extraña que se llevaran el Goya. Por cierto, para
quien no sepa el porqué del título...Es el del otro amigo de
Darín; el que demuestra cuantos tipos de amor hay. Tan hermoso como
el humano.
No dejéis de verlas. De ambas
se aprende.
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