Este fin de semana he
estado de enhorabuena a la hora de escoger películas.
Lo curioso es que han
tenido un delicioso toque “francés”. Una comedia romántica,
boba pero entretenida,”El amor está en el aire” - que deja
meridianamente claro eso de que no todo es lo que parece” - ; “La
familia Bélier”, de la que trataré más adelante y “La llave
de Sarah” , una estremecedora historia más con el holocausto de
fondo y muy formativa para los propios franceses ya que evidencia el
papel que desempeñaron por sí mismos en el exterminio de los
judíos de su país sin que mediaran los nazis.
No es bueno olvidar la
Historia. Y lo mismo que en España tuvimos fascistas, Francia los
tuvo a lo grande. Que pregunten sino por la sede de Carlingue, en el
93 de la Rue Lauriston. Supe de esto investigando para mi novela
“Saudade” , como también supe de la redada que llevó a casi
13.000 judíos de todas las edades a ser encerrados en el velódromo
de invierno de París, secuencia con la que arranca la película.
Aunque no soy especialmente “pro judía” ( tampoco soy anti; sólo
anti gobiernos) creo que hay momentos de la Historia que no podemos
olvidar, para ser conscientes de cuan crueles podemos resultar con
nuestros ataques o peor si cabe, con nuestra indiferencia ( Aquí
estamos, dejando en el limbo a los refugiados sirios y de otros
rincones del mundo mientras disfrutamos de nuestra “zona de
confort”)
Mis disculpas. No
pretendía ser melodramática al empezar esta reflexión. Por el
contrario,deseaba transmitir la vitalidad de “La familia Bélier”
y destacar, por encima de todo, su maravillosa banda sonora. Nos
presenta la vida de una familia donde los padres y el hijo pequeño
son sordomudos y sólo la hija mayor es “normal”. Normal tanto
sensorialmente como en sus dilemas de adolescente. La chavala tiene
problemas de sobrepeso, está enamorada de un chico que pasa de ella,
se encarga de todas las tareas que necesitan poner voz para
solucionar la gestión de la vaquería de sus padres, es impopular
en el instituto..hasta que el profesor de música descubre que posee
una voz prodigiosa.
Cantar como un ángel y
que tu propia familia no pueda alcanzar a disfrutarlo es frustrante,
claro...Sin embargo, ella encuentra el modo; de cumplir sus sueños y
de lograr que su familia “la escuche”. Ese “Je vole” del
final es sublime. (Lloré a moco tendido, aunque en mí sea de lo
más corriente)
Por otro lado, retrata
el mundo de los sordomudos, de los supuestos inadaptados al
sistema, transmitiendo una normalidad absoluta; de una
comunidad en la que un hombre con semejante minusvalía pretende
presentarse a alcalde y nadie lo ve imposible, porque en realidad
lo que nos impide tasar el valor de las personas es no conocerlas;
cuando estás en el día a día con ellos aprendes que tienen una
carencia pero la suplen fortaleciendo otra y que pueden ser tan
válidos o más como los que tenemos los sentidos completos.
Es una hermosa película
, insisto, de valores y de engrandecimiento del ser humano. De las
que te ayudan a llegar a la cama con una sonrisa.
¡Y no me digáis que
hoy día no andamos necesitados de eso!
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