"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 4 de enero de 2018

Lecturas de 2017


Lo típico es comenzar el año con un balance del anterior y afirmando buenos propósitos para el que se inicia.
Confieso que, en los últimos tiempos, mis aspiraciones no han cambiado demasiado:
- Ser feliz.
-Tener salud ( ponerme «tía buena» es algo ya asumido como imposible) y que la tengan mis allegados.
- Disfrutar de la gente que amo y me aprecia.
- Continuar escribiendo/ publicando.
- Esperar que me toque la primitiva para comprarme una casa sobre un acantilado.

En el primer deseo incluyo continuar leyendo al ritmo salvaje que me gusta hacerlo «casi todo». ¡ Hay tanto por devorar y tan pocas horas en el día!

Mi recopilación de títulos no ha estado mal en el 2017. De romántica ya dije en mi muro que leí unas ciento cincuenta novelas; de otros géneros he estado peor repartida: alrededor de treinta historias; la mayoría, de novela negra.
Hay autores a los que no  puedo resistirme, como Almudena Grandes (Los besos en el pan) , Pérez Reverte ( Falcó y Eva), Douglas Kenedy ( El momento en que todo cambió), Guillaume Musso ( ¿Qué sería yo son ti?) o mis habituales Preston/ Child  (Costa Maldita).
No obstante, este año he descubierto a Dolores Redondo ( me zampé su trilogía del Baztán de un tirón, además de Todo esto te daré), Fernando Aramburu ( Patria ) Clara Peñalver ( trilogía de Ada Levy), Susana Martín Gijón (Pensión Salamanca), Jorge Salinas ( La chica de los ojos del color de mi piscina) , Daniel Handler ( Y por eso rompimos), Kendra Elliot ( Oculta) o Sandra Brown ( Maldad latente)

Sin embargo, también hubo libros que me decepcionaron: La chica del tren, de Paula Hawkins; El peso de los muertos, de Víctor del árbol; El hipnotista, de Lars Kepler; Llamadme Alejandra , de Espido Freire; Nunca me abandones , de Kazuo Ishiguro… Ya sé que es cuestión de gustos y más de uno se llevará las manos a la cabeza, pero es lo que hay.

Por último, descubrí la faceta «no romántica» de Nieves Hidalgo con su estupenda La página rasgada, y tuve la oportunidad de leer en primicia dos libros que espero ver muy pronto publicados: La memoria de las musarañas, de Liteo Pedregal y Yo, tú...él, de Rafa Poverello. Ambas historias merecen ser conocidas.

Es lo que ha dado de sí el año. Soy impaciente por naturaleza y querría haber leído mucho más, pero, sin duda, mi faceta de escritora también me roba horas de sueño y me proporciona placer.

Que los que amamos la lectura difundamos las sensaciones que sentimos, que seamos capaces de transmitirlas a los que no le cogieron el gusto aún. Que seamos adalides de los libros. Los buenos libros. ¡Brindo por eso!

Gracias por acompañarme en el blog un año más.

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