¿De
qué club hablo, os preguntaréis? Pues al de la Iglesia Católica.
Sí, la romana, apostólica y todo eso. Muchos de mis amigos aún se
consideran parte activa de él, y a mí no me queda otra que
respetarles, claro; como hago con los creyentes de cualquier cosa
mientras no intenten “arrimarme a su sardina”.
Hoy,
en la actualidad, no tiene mucho mérito seguir en esas filas. Desde
que apareció el nuevo Papa - con el que una de dos, o han hecho
un trabajo de marketing que hasta a los más desconfiados nos está
haciendo tambalear, o ese hombre está vivo aún porque después del
anticristo que seguro fue Benedicto, ha llegado el momento del
nuevo Jesús, como dice la Biblia que pasaría – decir soy
católico es casi moderno. Un hombre como Francisco, canonizando
monjas palestinas, intercediendo por los cubanos y pidiendo perdón
por los antiguos pecados de la Iglesia, debe tener al Opus Dei
“perdío”de los nervios.
Pero
en fin, no era eso lo que yo quería contar.
Quería
recordar que, hace treinta años, cuando yo era joven y me sentía
llena de inquietudes sociales, no había más sitio donde mirar que
la Iglesia para sentirte solidaria.
En
mi parroquia de barrio no sólo di catequesis – ganándome alguna
que otra reprimenda por mi “talante liberal” por parte del
sacerdote de turno que no quería perderse mi carisma pero tampoco
que le alborotara demasiado el cotarro - También fui parte activa de
Caritas, realizando funciones de secretaria por mi edad y mis
estudios; atendí “casos”, metiéndome en la piel de los
necesitados y echándoles una mano de acuerdo a las posibilidades de
nuestro reducido presupuesto; visité familias...Me dejé engañar, a
veces a sabiendas, porque es lo que trae la pobreza, que piensas que
te mereces más que otros y actúas del modo que haga falta...
En
esos años aprendí muchas cosas. A ser solidaria, práctica, a
“hacerme la tonta”...y también a ser un poquito cínica.
Mi
paso posterior por la escuela para mujeres sin recursos me afianzó
en esa misma postura. Los que te ayudan lo hacen para que les des
algo a cambio, aunque sea simplemente publicidad, tratándose de
estamentos públicos o privados; y los que te “camelan” pidiendo,
a espaldas tuyas se piensan que te la han pegado, aunque no les
remuerde la conciencia porque , a ver por qué tú vas a tener
derecho a vivir mejor que ellos... Sin imaginarse que muchas
veces tú, con tu medio sueldo y tu voluntariado te encuentras en
situaciones más lamentable que la de ellos mismos...Sólo que con
otros recursos, es verdad; con una familia o unos amigos que
proporcionan su apoyo...Y ellos no disponen de otros medios que
su astucia para salir de los malos trances.
¡Qué
mala es la experiencia! ¡Cómo rompe los ideales que uno tiene!
Siempre
fui tan crédula, tan esperanzadora...tan segura de que se podía
ayudar al resto del mundo...
Hoy
me considero defraudada de demasiadas cosas. Y me da rabia. Me
gustaría, por ejemplo, vibrar con la energía de esa gente que cree
que ciertos partidos políticos van a hacerlo mejor de lo que lo
hicieron otros. Por eso me metí yo en la iglesia, porque era mi
puente para “solucionar” los problemas de mi entorno, para llegar
a los más necesitados y ofrecerles calor y ayuda...Me pregunto si
alguna vez lo logré.
Es
cierto que amigos sí saqué. Personas que solucionaron sus
problemáticas y alcanzaron a llevar una vida mejor, catecúmenos que
se metieron en las “modernas” ongs y andan por ahí “partiéndose
la cara” por el asunto de las viviendas, los 0,7 y así...gente que
puso negocios y normalizaron sus ingresos, chicas que abandonaron a
maltratadores y son felices...
(Suspiro)
Para
algo serviría todo aquello, sí. Aunque a mí ya no me llene. Aunque
ni siquiera termine de fiarme de que dejen a un Papa “ser guay”
mucho tiempo...
Aunque
ya no confíe en las buenas intenciones de algunos políticos...
La
edad. La experiencia. Una m...
¿Por
qué he sacado todo esto de mis entrañas? Hace unos días supe que
uno de esos curas con los que discutí y trabajé codo con codo, a
quien quise mucho a pesar de saberlo un manipulador, había
fallecido.
DEP
Rafael Guzmán.
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