Este fin de semana he tenido el placer de presentar " Con patente de corso" en el evento "II Petit Sant Jordi" en Caldes de Malavella, un municipio catalán con maravillosos balnearios.
Y tuvieron a bien otorgarme el 2º premio de microrrelatos, el mismo que hoy os dejo para que juzguéis si quedó chuli o no.
"En la estación"
Lo sabía, sabía que era una locura;
estaba despidiendo a mi amiga Marta que regresaba a sus estudios
cuando te descubrí. El chico de la noche anterior, el de las miradas
en el bar y la copa invitada en la distancia. Tus ojos me traspasaron
a través de la ventanilla y aunque el tren se estaba poniendo en
marcha corrí; corrí como una loca sintiendo que si no te conocía
mi vida ya no sería la misma. Una sonrisa asomó a tu semblante
cuando me viste salir disparada mientras tu mano mantenía abierta la
puerta del vagón para que subiera. Me sostuviste en tus brazos y
como si un imán invisible nos atrajera, unimos nuestros labios para
después reír , sorprendidos y eufóricos. Una chispa de esperanza
brilló en tus iris castaños y el sonrojo se adueñó de mi rostro.
Me llamo Héctor, dijiste. Carolina, balbuceé. Y volvimos a reír,
nerviosos. Apoyados en las paredes de metal mantuvimos la
conversación más breve e intensa que soñamos nunca. Supe de ti y
supiste de mí, de mis esperanzas opositando y de tus anhelos como
arquitecto. Me regalaste el dibujo que hiciste anoche en una
servilleta observándome charlar con mis amigos. Supe que te había
hechizado con tanta fuerza como tú a mí.
E iniciamos un futuro juntos.
No importó que me bajara dos
estaciones más adelante, ante el pasmo de Marta, que me reconoció
desde el otro vagón y mi móvil comenzara a sonar enloquecido,
instándome a contarle qué había ocurrido. Y reí, reí a
carcajadas, porque mi corazón se había reconocido en el de Héctor
y ya nada volvería a ser igual. Jamás igual.
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