Porque
fue en un día como hoy,
un
día frío, con sol y nubes,
un
día helado en el corazón;
porque
se te ocurrió
que
ya no querías quedarte más entre los vivos
y
te ilusionó reunirte con los otros,
los
que poblaban tus sueños desde hace tiempo,
llenando
tu memoria de nostalgia.
Porque
anhelabas la paz y el descanso
porque
echabas de menos las manos de tu hermana,
la
calidez de tu padre,
las
antiguas risas de tu juventud...
Porque
decidiste que ya éramos bastante adultos
y
podríamos sobrevivir sin tu cobijo,
nos
dejaste.
En un día como hoy,
aunque
lleve añorándote con desconsuelo
desde
hace trescientos sesenta y cinco,
no
puedo dejar de mencionarte en el lugar
donde
mis cuitas se airean al mundo.
Y
aquí, en mi “sueños de tinta” particular,
grito
al universo mi dolor y desconsuelo.
Aunque
no pueda escribirte una elegía
como
la de García Lorca o Miguel Hernandez,
por
carecer de su elocuencia ,
sí
que puedo dedicarte unas palabras,
madre,
porque
tus brazos no me abarcan
ni
tu sabias palabras me consuelan.
Porque
te echo de menos con locura
y
mi corazón sangra tu ausencia
con
denuedo.
12
de enero de 2016.
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