Hay quien aconseja que
significarse es malo, que opinar en voz alta ( y ahora las redes son
las voces altas del mundo) es darle la oportunidad a los demás de
amarte u odiarte; no lo sé. Pero la sinceridad siempre ha estado
presente en mi vida, para bien y para mal. Me ha dado quebraderos de
cabeza pero jamás se me podrá tildar de hipócrita. ¿Que podría
ser comedida? Pues sí, pero de los que callaron no habla la
historia, a los que callaron se los terminaron llevando por no
denunciar, como dice ese poema que no terminamos de saber si fue o no
autoría de Bertolt Brecht.
¿A qué viene esto? A
mi ideario político. Al asunto que nos trae de cabeza desde hace
meses a tantos españoles. Soy una mujer de izquierdas ( habla la
persona, no la escritora, aunque en realidad seamos indivisibles
puesto que ningún personaje mío defenderá posturas anti sociales
o anti femeninas) Decía que soy de IZQUIERDAS; nadie que me lea en
este blog o en las redes se sorprenderá...Iré más lejos. Mi
corazón era socialista. Quizá por influencia de mi padre, quizá
porque los soñadores nos enamoramos de Felipe González en nuestra
adolescencia - hasta el punto de leernos su biografía como si fuera
la Biblia - aunque ahora sólo podamos sentir un profundo pesar por
el mito caído; porque lloramos de emoción la noche en que Zapatero
ganó a Aznar pese a que después lo hicimos de rabia... Y si ya
nos mosqueamos cuando la élite prefirió colocar en la casilla
ganadora a Rubalcaba en vez de a Carme Chacón...lo de Pedro Sánchez
ha sido la guinda del pastel.
Ojo, no soy acérrima
de Pedro – ya no lo soy de nadie - pero la jauría que se ha
lanzado contra él ha terminado por romper mis lazos con ese partido
que hace mucho dejó de ser Obrero y hace nada, Socialista.
Hace mucho, muchos
años, participé activamente de la Iglesia Católica. Desde los
dieciséis hasta los treinta más o menos combiné mis tendencias
sociales con las religiosas. ¿Cómo pude aguantar tanto tiempo?
Porque un sacerdote, viendo mi arisca tendencia crítica - sobre
todo siendo catequista de diferentes niveles, secretaria de Cáritas
y “chica para todo” - me dijo en confianza “ Comprendo que no
te gusten muchas cosas de la Iglesia, pero míralo de este modo, si
tu madre fuera PUTA ¿no la querrías a pesar de sus defectos? Porque
eso es la Iglesia, una puta a la que hay que querer y redimir desde
dentro, no dejándola de lado” Pequé de ingenua y lo creí. Hasta
que llegó el momento de decir ¡Hasta aquí hemos llegado!
Mi detonante fue
Ratzinger ; si ya Juan Pablo me gustaba poco, nombrar Papa al hombre
que había destrozado a Leonardo Boff y la Teoría de la
liberación, el que amenazó a Hélder Cámara, Ignacio
Ellacuría y tantos otros, me hizo quemar las naves y renegar para
siempre de esa institución.
Puedo asumir que muchas
personas necesiten pertenecer a ella, que la crean redimida con la
presencia de Francisco I...Les deseo suerte.
Como Jesús dice en la
Biblia, de donde no te quieran, sacúdete el polvo de las sandalias y
sigue tu camino.
Pues igual ocurre con
mi tendencia política. Nave quemada tras este fin de semana.
Seguiré creyendo en el
ser humano individual pero no en el colectivo, no en las
instituciones.
Seguiré luchando codo
con codo con aquellas personas que quieran hacer de su entorno un
mundo mejor, pero tengo claro que no podré salvar al mundo del
hambre, ni la la injusticia ni de nada parecido. Seguirá habiendo
racismo, intolerancia, violencia machista, trata de mujeres...Porque
el mal no es un bicho con cuernos y rabo; es algo instalado en los
corazones de mucha gente, como seres ambivalentes que somos.
No por eso dejaré de
llorar ante los noticieros ni me haré insensible al dolor ajeno.
Pero ¡ay, capullos, del mundo, que habéis roto mi inocencia..!.No
esperéis que mi voz se mantenga en silencio.
Ni espero que los que me
lean y sientan igual , lo hagan.
Desde que aquí os
conmino a que alcéis la voz.
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