Ya sabéis quienes me
seguís en las redes que este fin de semana anduve por los Madriles
de encuentro editorial. Ha sido tan intenso y reconfortante en todos
los sentidos que he decidido haceros partícipes de la experiencia.
Por un lado he recibido
satisfacciones profesionales; por otro, personales. He aprendido
nuevas formas de trabajar, me he codeado con compañeras ya
consagradas ( más humildes que muchas famosillas de tres al cuarto
que se mueven por ahí), con otras que, como yo, están aprendiendo a
“deslizarse” por estos ambientes, y con algunas novatas de
edición que no de calidad, porque aquí nunca se sabe lo que una
lleva dentro. Perdonad que hable en femenino, Enrique y compañía;
también había chicos pero como suele ocurrir, estaban en minoría.
Decía que he aprendido
porque la reunión tenía una finalidad didáctica: cómo presentar
un manuscrito correctamente, selección de portadas, elección de
personajes y tramas, proyectos de la editorial... Salimos super
motivadas. La risa y la complicidad resultó bastante común. Lógico
si se piensa que tod@s nos dedicamos al mismo asunto.
Lo que me encantó, no
obstante, fueron los imprevistos. Tomar un bocata en mitad de un
bosquecillo con escritoras que no “pillan” porqué sus novelas
preferidas no se venden tanto como otras que apenas les costó
escribir ; descubrir que nuestros gustos y los de nuestros lectores
no van acordes muchas veces, que nos desconcierta el entusiasmo de
ciertos fans hacia nuestras personas cuando somos tan normalitos (
aunque lo agradecemos un montón, claro está)... Resultó fantástico
comentarles a esas autoras lo que más me gustó de sus obras y lo
que menos, con la confianza de una sentada en un banco.
Para rematar, nos
reunimos de despedida en una terraza del Retiro y el azar me puso
junto a una bloguera que se parte conmigo cuando ella es más
graciosa que yo, y con otras escritoras – leídas y no – que ven
series de esas que la gente corriente llama frikis. Fue un quitarnos
la palabra de la boca con el ¿ Y no has visto...? ¡Por Dios,
qué divertido! Cómo te confunde la gente con su apariencia, que te
parecen serias por su escritura y resultan gratamente gamberras en
la intimidad. ¡Una gozada, vaya! Personas con la que vas sintiendo
una afinidad y te apetece crear lazos.
Por otro lado, fuera
del encuentro, disfruté de dos parejas amigas. Por separado. Siempre
con mi hermana, claro está, que para algo es mi mánager sin que
ostente cargo ni título. Con unos anduve de cañas, comida y café
por Malasaña y Chueca, disfrutando de la tarde del viernes con su
cháchara y la vidilla de la calle. Hacía mucho que no “paseaba”
Madrid y lo encontré maravilloso. Lleno de gente, de sitios bonitos
por la estética y por los contenidos , con libreros divertidos,
contagiados de mi entusiasmo... Los que vivís en la capital no
sabéis la suerte que tenéis de poder mudar de ambiente con sólo
cruzar una calle. Confieso que no querría vivir allí pero visitar
la ciudad de vez en cuando oxigena la mente y el corazón.
Los otros, a los que
tuve de taxistas y hospederos, nos llevaron el sábado noche de cena
y paseo nocturno por los alrededores de Santa Ana ¡ Guay y reguay!
Comimos pijo y absorbimos ambientazo callejero. Qué decir de lo
comentado mil veces de mi fortuna de contar con amigos
maravillosos...La vida me ha dado eso y yo lo retribuyo con lo único
que puedo, mi cariño. Ojalá la gente que no cuenta con amigos del
alma sepan en algún momento de lo que hablo porque no existe
experiencia igual.
De regreso nos trajo
otra amiga en su auto. Así son las cosas cuando el destino se empeña
en rodearte de buen rollo. Se producen coincidencias y los astros te
lanzan un beso a la cara.
Encantada de recibirlo.
Que se repita pronto.
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