Levanté
los ojos al cielo y pedí un milagro. Mi esposo, mis hermanos, mis
amigos….todos bomberos, todos luchando contra un fuego infernal
que, mientras se llevaba por delante los maravillosos pastos, los
arboles centenarios, los animales del bosque , provocaba una agonía
en los corazones de quienes tenemos a seres amados luchando por
sofocarlo.
Mi
espíritu no es religioso pero hay momentos en los que elevas los
ojos a lo alto y quieres creer, en Dios o en quien sea; necesitas
que un ser superior te escuche, se apiade de tu angustia ...Y ruegas,
y rezas...sea a Urano «hacedor de lluvia», a su equivalente romano
Neptuno, a Dios, o la Virgen de la Cueva.
Levanté
los ojos y pedí un milagro.
Y supe que los dioses – grandes o
pequeños – a veces se apiadan de los insignificantes humanos.
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