En
2001 murieron, según Wikipedia, 3016 personas y resultaron heridas
unas 6000.
Fue
el principio del fin. El principio de la insolidaridad, del miedo y
de la venganza.
¡Ojo!
No justifico a los asesinos de esas personas ni de las que vinieron
después, pero no escondamos la cabeza cual avestruz y digamos que
no lo estábamos viendo venir.
Si
aquello fue terrible, se va aquedar en pañales con la que nos
espera.
¡Joder,
qué catastrofista viene ésta hoy! Os dará por comentar. Me da
igual. Escribo este blog el martes 15 y me he levantado con la
noticia de los 59 manifestantes palestinos muertos ( me voy a
olvidar del bebé porque no soy tan necia de ignorar que Hamás y la
CIA están empatados en manipulación de datos y situaciones ) y
más de un millar de heridos por disparos de los soldados israelíes
que «tuvieron que hacer uso de la fuerza para contener a las masas»
Según la prensa, unos 40.000 palestinos participaron en los
disturbios en más de una docena de puntos de la valla de separación
y arrojaron bombas incendiarias y artefactos explosivos.
¿El
motivo de tal jaleo? El traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén.
Al parecer no les gustaban las vistas de Tel Aviv, la capital
administrativa de Israel.
Donald
Trump aparece como el abanderado de la operación Vamos a joder
un poquito más el ambiente de Oriente Próximo , pero
no nos engañemos, detrás suyo existe una gran cantidad de intereses
de todo tipo.
Israel juega su baza y aprovecha la pasta que los
judíos americanos han puesto para que Trump llegara a la
presidencia, pero también están las grandes empresas de armamento
que, después de montarla en Irak y Afganistán, ahora buscan liarla
parda en Irán.
¿Que
ya tenemos Europa atestada de refugiados árabes? ¿A quien le
importa? ¿Qué malviven en los campamentos y encima los del primer
mundo les miramos mal? ¡Qué importa! ¿Qué hay niños que desde
que nacieron solo han conocido la guerra? ¡Son árabes! Se
aprovechan para infiltrar terroristas entre los refugiados para luego
ponernos bombas. Tenemos derecho a tener miedo…
¡Pánico,
señores, pánico! Eso es lo que debemos sentir. Porque esos niños,
esos parados, esos refugiados que huyeron
del terror y no han
encontrado otra cosa que
desprecio son los futuros terroristas.
Pero
no pasa nada. Nuestros
gobiernos emiten un tibio comunicado pidiendo «un
uso proporcionado de la fuerza»… y se quedan tan panchos.
El
traslado de la Embajada de EE UU ha coincidido con el 70º
aniversario de la creación del Estado hebreo. La fecha también
señalaba la víspera del Día de la Nakba (desastre en árabe), en
el que los palestinos recuerdan siete décadas de exilio y de pérdida
de territorios tras el nacimiento de Israel.
Sólo
una comparación… ¿os imagináis los rostros de los católicos del
mundo si una mañana amanecieran con la imagen de la explanada del
Vaticano plagada de jaimas y con cientos de árabes orando de cara a
la Meca en sus esterillas? ¿Habría protestas?
Como
diría Merlí, cierto profe de filosofía, lo dejo a vuestro
análisis. ¡Que las cabezas están para algo más que para llevar
gorras !
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