Me
acabas de mirar con una sonrisa triste. Me acabas de mirar como si se
fuera a acabar el mundo y nos estuviéramos perdiendo no sé qué. Me
acabas de mirar y me he sentido desnuda. Otra persona. La verdadera.
La mujer que se esconde tras una sonrisa amable para disimular el
dolor que le atraviesa el pecho. Pero tú me ves. Lo sacas fuera de
mí con una simple mirada. Y me pregunto quién eres.
Sentados frente a frente en el metro. Con tu pelo oculto bajo un gorro de lana y
las manos enfundadas en guantes, con un gabán que no me deja atisbar
qué escondes debajo, excepto vaqueros y botas negras. No interesa
tampoco. Es tu mirada la que me aterra, la que socava mis cimientos
al sentirme expuesta. Porque solo tú me ves. Un desconocido.
Escalofriante y sobrecogedor microrrelato.
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