Muchas
mujeres se dejan morir del alma. Son palabras de una chica
guatemalteca, presa en la cárcel y actriz del grupo de teatro Yeses.
Al periodista le gustó tanto la expresión como a mí y quiso saber
a qué se refería. Respuesta: A la mayoría de las mujeres, sobre
todo en países latinos ( dijo ella) no las dejan expresarse, ni
para bien ni para mal, y se quedan con la sensación de que son
invisibles, de que su presencia en el mundo no es útil para nadie, y
entonces “se dejan morir del alma”.
Me
provoca congoja pensar en ellas. Sobre todo, porque conozco a cientos
de mujeres que se creían prescindibles y con ayuda externa y
perseverancia propia consiguieron alcanzar objetivos que nunca
imaginaron. A todas las mujeres de mi antigua escuela les pasó, y
les sigue pasando, porque el proyecto permanece, y siempre hay
mujeres que necesitan un hombro sobre el que llorar, que una técnico
te acompañe a arreglar papeles o una amiga que te muestre nuevos
horizontes, entre otras cosas.
El
sábado por la mañana , en la Ser, escuché un reportaje sobre las
mujeres del teatro Yeses. Ya lo conocía , claro. No en vano uno de
mis sueños incumplidos es haber trabajado en la cárcel. Pero me
pusieron al día y sobre todo, me contagiaron la alegría por lo que
hacen.
Se
llama Yeses porque fue un proyecto que nació en 1985, en la antigua
cárcel de mujeres de Madrid, Yeserías. Tienen
su propia página en internet, por si queréis saber más sobre
ellas. Me limitaré a contaros que las presas escriben las historias
que interpretan, la mayor parte de las veces basadas en vivencias
personales, y que las representan dentro y fuera de los muros del
Centro
Penitenciario de Madrid I Mujeres en Alcalá de Henares.
Desde
que Elena Cánovas lo
creó,
han
desarrollado numerosos montajes teatrales y han recibido importantes premios. Con
las actrices amateurs
colaboran profesionales de la escena, gente que valora el teatro como
una magnífica terapia de reinserción
social. Doy fe de que escuchar
a estas mujeres es una gozada, cómo admiten que han pasado miedos y
han tenido que trabajar muy duro, en horarios extras, para aprenderse
un guión e interpretarlo con dignidad.
¡Y cómo valoran los aplausos! Muchos de ellas no se han sentido
gratificadas por sus
acciones
antes de esta experiencia, pero ya
sabemos que
la autoestima crece de manera exponencial
a como los demás te ven.
Aunque
a la mayor parte de la gente estas historias les resultan ajenas,
creo
que
merecen
una
alabanza todos
los que han trabajado
para
organizar
una actividad tan compleja
con mujeres de
difícil motivación
y el
haberles llevado
un rayo de esperanza a sus maltratadas
vidas. Hayan hecho lo que hayan hecho. Soy firme partidaria de la
reinserción y si el teatro es un modo de conseguirla, bienvenido
sea.
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