"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 8 de julio de 2021

Tristeza y rabia

 

Quién iba a decirle a Samuel esa mañana, cuando se despertó, que saltaría a la fama, al circo mediático de estar en boca de todos, por el simple hecho de su condición sexual. Que lo matarían por esa circunstancia. Que su futuro se borraría de un plumazo por tener la mala fortuna de cruzarse con un grupo de cabrones que se consideran que ser macho implica ser bestia, cerril y troglodita. Gente que ignora que una persona es mucho más que con quien le apetece a uno irse a la cama.

Escribí un microrrelato en el blog anterior donde describía cómo se cruzaban las miradas de dos chicas y se quedaban pilladas. Suerte que ellas no tenían salvajes a su alrededor y, quiero creer, seguirían la historia. O no. Pero nadie las atacaría por intentarlo.

¡Por qué nos resulta tan molesto que la gente quiera vivir la vida, la sexualidad en este caso, a su aire? ¿Qué mal hacen unos y otras por querer a quien les venga en gana? ¿Por qué están bien visto los heterosexuales, sean felices o no, y provocan rechazo los LGTB? ¡No me cabe en la cabeza!

El ser humano lo es por sus acciones – humano, me refiero –. Hombre o mujer , somos buenos o malos, educados o groseros, fieles o infieles, generosos o mezquinos. Y, a veces, ni siquiera todo el tiempo una cosa u otra. La mayor parte, podemos compartir esos adjetivos, dependiendo del momento. Nadie es perfecto al cien por cien. Nadie actúa correctamente todos los días de su vida. Entonces ¿ por qué nos empeñamos en juzgar? Y lo peor, ¿por que somos capaces de hacer desaparecer de la faz de la tierra a otro ser humano, por el mero hecho de no gustarnos?

Samuel no hacía daño a nadie. Tenía su familia, sus amigos y sus sueños. Y otros descerebrados, que también tienen familia y amigos, decidieron que no merecía pisar el mismo suelo que ellos. Así de absurdo. Así de triste. Así de repugnante.

Me pregunto cómo se sentirán los padres de los asesinos. A los de Samuel me los imagino sin problema. Pero, ¿y los otros? ¿Serán conscientes de los monstruos que han engendrado o se identificarán con ellos? Dios me libre de juzgarles; quizá estén sufriendo igual que los que repudiamos las injusticias, pero...¿les podrá el amor de padres o se estarán preguntando en qué valores se criaron sus retoños para convertirse en asesinos? 

Algo falla , sin duda, en una sociedad donde ser “distinto” se percibe como una amenaza y no como una diversidad lógica.

Descansa en paz, Samuel. El resto, clamaremos justicia.

2 comentarios:

  1. Como tu, amiga Mercedes, me encuentro con una doble tristeza en el corazón. Triste desde luego por este joven asesinado de vil manera y por sus familiares y amigas y amigos. Triste también de ver que tanto odio se pueda acumular en el corazón de algunos hasta empujarles a matar, y triste para sus familias también que son victimas colaterales de la monstruosidad que han hecho.

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  2. Hola. Sobreentiendo la noticia, aunque no la he leído .Soy de esas personas que leen poco el periódico porque no puedo ya con más desgracias, quizás en otro momento de mi vida. Tampoco he entendido nunca por qué lo diferente provoca siempre tanto rechazo, quizá sea por esa "Ley del espejo" de la que habla un amigo mío. Aquello que nos molesta, enfada, irrita o nos provoca rechazo de los demás, es porque es un reflejo de algo de nosotros mismos que no nos gusta y no nos queremos mirar.
    Un abrazo. Isa

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