Hablar del trabajo de un amigo no es especialmente fácil; más si ese amigo y yo llevamos compartiendo vivencias desde hace la friolera de cuarenta años.
Tampoco me obligaba nadie a meterme en ese berenjenal, pero como Rafa es un tío sin redes sociales, me parece triste que sus novelas se queden en los cuatro conocidos del pueblo y los que le siguen en sus presentaciones por motivos ajenos a su escritura. Como buen anarquista y cantautor se manifiesta por cualquier asunto contrario a los Derechos Humanos y en esos ambientes es muy popular.
Rafa se mueve en el mundo de los que luchan por los derechos de los excluidos y es ese mundo, también, el que se convierte en eje de sus historias.
Su primera novela, «Mishasho» ( editorial Dyskolo, 2017) es una narración coral sobre el mundo de las drogas ambientada en una comunidad terapéutica y en un barrio periférico. Para los que le conocemos, es sencillo identificar a mi amigo con el terapeuta ya que trabajó en ello; pero no la recomiendo para empezar a leerle porque es durísima y no deja buen sabor de boca.
Mejoró muchísimo en la segunda: «Yo, tú, él» ( editorial Distrito 93, 2019), una novela a caballo entre el género negro y la no ficción que aborda la realidad del machismo y la sociedad patriarcal, a partir del diario de una superviviente de violencia machista.
En medio, editó, de la mano de Asociación Torre Isunza, de Don Benito, un poemario: «De amor, mitos y otros infortunios». Con él rompió en la forma, pero no en el contenido. Rafa es, en esencia, un hombre que ama y lucha.
Su tercer novela « Yo lo que quiero es el castigo» ( de nuevo con Dyskolo, 2024) es una historia muy sencilla de leer y algo compleja de asumir. De nuevo un diario, esta vez el de una adolescente, nos dirige a la realidad de un barrio marginal y a la vida concreta de una familia cuyos miembros sufren el continuado castigo de los pobres: sobrevivir. Jeni no tiene padres, la cuida su abuela porque la hermana mayor, Alba, está en la cárcel. Pero también cuenta con el sostén anímico de Mercedes, una de sus maestras, que la introduce en el mundo de los libros y de la escritura como expurgo de su ira contra el mundo.
Es un relato petado de palabrotas y de situaciones acorde con una adolescente, como es la protagonista; su búsqueda de por qué hablar de su padre está prohibido en la familia, la llevará a conocer respuestas inesperadas.
No penseis que es un libro aburrido. Rafa posee un humor negro que transmite a sus personajes y nos obliga a soltar carcajadas en momentos insospechados. Es lo estupendo de su escritura, que te cuenta cosas horribles que te hacen reír primero y meditar después. Os lo recomiendo con los ojos cerrados, no como amiga sino como lectora.
Podéis hallar sus libros en Amazon y en editorial Dyskolo.
Por cierto, además de escritor, trabajador social, peleón y amigo, es un magnífico cantautor, como ya anuncié al principio. Si en algún momento llega a vuestras localidades, no dudéis en ir a escucharle. Buscarle en redes es más complicado, a no ser que os mováis en nogafam, que ni sé que es, y plataformas minoritarias, aunque os prometo que vale la pena.
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