"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 4 de septiembre de 2025

AMISTAD VERANIEGA.

 

Este verano he disfrutado de tres semanas en la costa andaluza, recargando pilas a base de amigos, lecturas y algún que otro momento de inspiración escritora. Pero lo que traigo a colación en este primer blog de septiembre no va sobre mí sino sobre una persona estupenda que conocí en los ratos de piscina de la urbanización donde me alojé.

Es una señora andaluza, de nombre Manuela; me fue contando su vida en fascículos y nos reímos muchísimo porque tiene esa gracia especial con la  que algunos sevillanos  nacen. No era yo su única oyente y admiradora; no hay vecino de la colonia que no la conozca y se detenga a echar el ratito. 

La cuestión es que, aparte de haberse moldeado a sí misma, haber educado a sus hijas y nietos, haberse sacado el graduado siendo adulta y sentir curiosidad por todo, tiene una memoria prodigiosa y sabe entonar poemas como una profesional. 

Me recitó el que voy a compartir con todos vosotros, dejando bien claro que no toda la autoría es suya, que fue un trabajo de escuela y ella "solo" lo completó. 

A mí me pareció muy bonito y le prometí que lo publicaría en mi blog, así que aquí os lo dejo: 

España le dice a Alemania:

tengo una región que se llama Andalucía, 

que tiene ocho provincias, 

pero para mí son hijas: 

Huelva, la marinera, 

sentenciosa y callada, 

para mí trajo un Nuevo Mundo, 

para mí, su madre España;

y tiene arte en los fandangos 

que por su tierra derrama. 

Graciosa y alegre, Cádiz, 

su luz la hace de plata

y es, de todas mis hijas,  

la que más atrevida habla.

Carnavalesca y alegre

como una diosa pagana; 

es guerrillera valiente, 

su Constitución la avala. 

Granada, suspiro moro,

por su amor un rey lloraba, 

dejando su corazón 

prisionero en la Alhambra

y va errante entre sus cuevas,

entre zambras y guitarras. 

Málaga, le abre al mundo

su abrazo de niña casta 

y atrapa al visitante 

con su melena dorada, 

por el azul de su cielo 

y su maravillosa playa. 

Almería, arena y sal,

como una estrella dorada,

la baña el Mediterráneo 

con rizo de espuma blanca,

es pacífica en el páramo y bulliciosa en la playa.  

Con manto de verde oliva

va Jaén engalanada;

al Guadalquivir paró 

para regar a sus hermanas; 

vigila Despeñaperros 

como mi fiel guardiana. 

Córdoba, cristiana y mora, 

tiene empaque de sultana

y mucho arte y salero; 

allí nació Manolete 

y también Julio Romero. 

Ya solo queda Sevilla,

mi voz al hablar temblaba, 

ella es mi embajadora,

bonita donde las haya;

tiene perfumes de azahar, 

de jazmines, de albahaca. 

En tarde de Semana Santa

las campanas de sus torres

repican por sevillanas. 

¡Qué guapa eres, Sevilla, 

qué guapas son tus hermanas! 

Con hijas como las mías, 

qué orgullosa me siento 

de ser España.


Un  abrazo enorme, Manuela; nos vemos el próximo verano.


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