"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 27 de noviembre de 2025

MUJERES Y MEMORIA

 

No es mi intención convertir el blog en un espacio feminista y de contexto histórico, pero la vida me pone delante anécdotas, por llamarlas de algún modo, que me impulsan a contarlas. Es noviembre, a dos días de haber «celebrado» el día contra la violencia de género, una fecha en la que no suelo olvidarme de denunciar lo mucho que nos falta por conseguir en derechos humanos a las mujeres ( y a muchos hombres que se suman a la causa), pero se le «ha ocurrido» a Nieves Concostrina pasar por esta tierra y hablarnos de Memoria Histórica; a los extremeños, en cuya Asamblea se ha sustituido la Ley de Memoria por otra de Concordia ( para reír, por no llorar) con los votos exclusivos de PP y VOX.

Resulta que a la derecha más recalcitrante de este país se le ocurre que es más interesante hacer borrón y cuenta nueva que abrir las dichosas fosas de una vez y terminar con el sufrimiento de una inmensa parte de españoles. Eso nos da idea de lo mal que se hizo la glorificada transición, amparada por los cobardes elementos de izquierda que tomaron parte de ella. Porque resulta que a los golpistas SÍ les importó que sus muertos fueran enterrados en condiciones, la prueba es el documento que adjunto en la fotografía de cabecera. Pero los muertos «indeseables», los rojos, siguen en las cunetas y junto a las tapias de los cementerios, como despojos sin derechos, tras más de ochenta años. Que se dice pronto, ochenta años. Y las familias siguen reclamando, como si fueran ciudadanos de segunda. O de tercera. Y las más empeñadas siguen siendo, cómo no, las mujeres: las esposas, hermanas ,hijas y nietas de esos hombres que se llevaron a matar. Que a los otros también los asesinaron, claro que sí, pero recién terminada la guerra, sus familias pudieron enterrarlos y llevarles flores el día de difuntos. Será que, como los rojos no eran creyentes, no necesitan suelo sagrado, ni rezos, ni flores. Ni lápidas que lleven su nombre.

En un mes de reivindicaciones, bien nos viene traer esto a colación. Porque, para más inri, los extremeños estamos llamados a las urnas y es muy probable que no caigamos en ese detallito de la memoria histórica; es muy probable que acabemos gobernados por esos que prefieren olvidar a conceder derechos; es muy probable que, dentro de un tiempo, yo no pueda escribir estas palabras sin miedo de que me lleven al paredón. No es broma. Ni ironía. Es un sentimiento muy íntimo, de desgarro absoluto.


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