"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 1 de septiembre de 2016

Reseña de "Yo antes de ti"


No soy reseñadora de libros pero cuando alguno me cala hondo en el alma como lo ha hecho éste me permito la licencia de aconsejarlo y, además, explicaros el motivo.
Yo antes de ti” llevaba siglos en mi libro electrónico pero siempre escogía otro. La portada no me llamaba en absoluto y el título tampoco me decía gran cosa. Ni siquiera sabía de qué iba el argumento cuando lo empecé pero una vez que Lou y Will se metieron en mis venas ya no pude parar.
Cuando busqué en internet para saber algo de la autora me encontré con la noticia de que habían hecho la película y las críticas no eran demasiado buenas. No sé, no puedo pronunciarme; aún no la he visto ( escribo esto en el calor de agosto, estremecida todavía por los sentimientos de esta mañana al acabar la lectura; igual cuando me leáis sí que la he visionado porque la curiosidad me puede) Lo que quiero dejar claro es que hablaré del libro; solo del libro.
Me pregunto cómo la autora ha podido meterse en la piel de Will y expresar con semejante fidelidad sus sentimientos más profundos. Hace falta una sensibilidad especial. No es solo documentarse, es transmitirlo.
Para los que no sabéis nada de la historia, os resumo que trata de un hombre de éxito inglés que tiene un estúpido accidente y se queda tetrapléjico. Will se ha comido la vida, se la ha zampado más bien; y de repente se ve sometido a la esclavitud de una silla de ruedas y a depender para todo de los demás. El choque es brutal, sin duda. Su única idea es morir y plantea a su familia el plazo de seis meses para hacerlo. Aquí entra en escena Lou, una joven de clase media baja, con problemas acuciantes que la obligan a coger un trabajo de cuidadora para el que no se siente cualificada. Habrá un tercer personaje, Nathan, el enfermero, que dará el contrapunto a la inexperiencia de Lou y con quien terminará formando un tándem excelente. Pronto Lou sabrá que en realidad no está para cuidar de Will sino para insuflar ilusión en su vida, para que la energía que ella desborda de algún modo le proporcione ilusión por vivir a él.
¿Lo logrará? Para saberlo deberéis leeros el libro.
Debo confesar que me ha resultado realista a tope, que he entendido perfectamente la decisión de Will, que la respeto. Espero que la peli no fastidie ese final.
Sin duda esta historia me ha llegado al alma porque yo vivo con una persona “minusválida” ( en este caso es esclerosis múltiple no un accidente) y me he encontrado reconociéndome en las reacciones de Lou. Esa ira que ella experimenta cuando lucha contra las barreras arquitectónicas, con los incivilizados que aparcan en los pasos especiales, con las miradas de la gente que parece no darse cuenta de que en una silla de ruedas va un ser humano y no un mono de feria o un sordo o un ciego. Duelen las miradas de pesadumbre o de curiosidad al paso de una silla, y más cuando la persona que va en ella es joven. No digo que no sea lógico sentir algo pero...Por favor, la próxima vez que os halléis a alguien en un restaurante, en un concierto, en un autobús...No os quedéis mirando como si la otra persona no se sintiera bastante humillada de ir llamando la atención. Si es molesto para mí como acompañante, no os digo para ella. Y eso lo describe con perfección Jojo Moyes. Los sentimientos de él y los de ella.
El libro juega además con una mezcla de “Pigmalión” y otro poco de “Intocable”. Esta me encantó pero no deja de tener cierto aire holliwoodiense a pesar de ser francesa. El libro es más sencillo, y no obstante, retrata el día a día de una persona discapacitada con una verosimilitud espantosa. Eso sí, de un discapacitado rico, me temo que un pobre no se puede permitir ni la cuarta parte de lo que pasa en las novelas y películas. La vida de un discapacitado con economía precaria se reduce a salir a la calle cuando puedes y a que te cuiden personas con las que tienes que lidiar tu falta de intimidad. No hay clínicas de lujo ni viajes maravillosos.
Por cierto, también he experimentado lo de la cara de fastidio en los aviones cuando te toca esperar que entren al principio o al final una persona en silla de ruedas y sus acompañantes. Os lo aseguro, no es un privilegio. Es un jodido mal momento para todos. Sentirte observado, trasladado, aguardar a que la furgoneta especial te pasee delante de todo el mundo...
Quien no haya leído el libro debería hacerlo. Aunque solo fuera para meterse en la piel de las personas que viven día a día ese calvario.
Gracias a Jojo Moyes por contarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario