Este
es un contrato firmado por la señorita...maestra, y el Consejo de la
Educación de la Escuela...por el cual la señorita acepta impartir
clases...y acuerda:
1.
No casarse. Este contrato queda anulado automáticamente si la
maestra se casa.
2.
No andar en compañía de hombres.
3.
Estar en su casa entre las 8:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana
a menos que tenga que atender en función escolar.
4.
No pasearse por heladerías del centro de la ciudad.
5.
No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del
presidente del Consejo de Delegados.
6.
No fumar cigarrillos. Este contrato quedará anulado si se encontrara
a la maestra fumando.
7.
No beber cerveza, vino ni wisky. Este contrato quedará anulado…
8.
No viajar en coche o automóvil con ningún hombre que no sea su
padre o su hermano.
9.
No vestir ropas de colores brillantes.
10.
No teñirse el pelo.
11.
Usar al menos dos enaguas.
12.
No vestir vestidos que queden por encima de los tobillos.
13.
Mantener limpia el aula.
14.
No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.
¡
Joood...Y ahora dicen que es difícil sacarse las oposiciones! Ser
maestra entonces sí que era complicado...y además, más vale que no
fueras un adefesio porque lo tenías crudo para arreglarte un poco.
Rescatando
papeles de mis carpetas he pillado el siguiente documento de 1923 que
me pasaron hace unos años y que yo guardé como recuerdo – aunque
maldita la gracia que tiene – considerándome una maestra
vocacional. Imaginar en qué condiciones tuvieron que trabajar mis
congéneres me calienta bastante la sangre, aunque considero que
nunca se deben olvidar los agravios sufridos en el pasado para ser
consciente de cómo hemos progresado y cuánto ha costado llegar
hasta el momento actual. Por desgracia, la ignorancia nos lleva a
creer que las cosas “siempre han sido así” y no, hay que
recalcar que no; y, sobre todo, hay que evitar que el presente, con
leyes de educación caducas pero muy actuales, nos devuelvan a
tiempos pretéritos.
No
es broma; si la religión permanece en los colegios cuando debería
restringirse a la catequesis de las parroquias,si cada vez se estudia
menos la Historia y la Literatura, si ignoramos de dónde proceden
las palabras y la belleza de su interpretación porque el latín está
más que muerto… Al final seremos unos perfectos burros. Con mucha
tecnología, sí, pero sin capacidad de mantener una conversación
culta y sin comprender que los males de hoy son los males de
siempre,sin capacidad de autocrítica ni de discernimiento sobre los
sucesos que transforman el mundo...Seremos los perfectos anfitriones
para que las ideas de Trump, Le Pen y compañía arraiguen en
nuestros cerebritos.
¡Pavor
me da!
No hay comentarios:
Publicar un comentario