Esa
palabra es la que mejor define la vida de muchas personas anónimas.
Personas que parecen importantes sólo para los que tenemos la
suerte de cruzárnoslas en nuestro camino. Hace unos días, una de
esas personas ha fallecido. Lo ha hecho tan en silencio como vivió
su existencia pese a que la dedicó, de pleno,a cuidar del prójimo.
Tuve
la fortuna de tratarla un tiempo que pasó por la escuela donde ya
sabéis que trabajé dieciocho años. A mí me encantaba lo de
relacionarme con mujeres acuciadas por problemáticas de todo tipo,
ayudar en lo posible a resolver sus cuitas y aprender de su ejemplo
a ser más fuerte en mi vida personal. Paulina Díez no se
relacionaba, se zambullía de pleno; compartía el mismo espacio,
igual en España que en África. Regalaba su sonrisa y su buen hacer.
Su cariño y su sufrimiento.
Para
eso era religiosa, dirán algunos. Pues sí, pero no todos los que se
dedican al Señor dan ejemplo con su vida diaria de ese estado. Y
ella lo hacía. Vivía por y para los que la rodeaban.
Era
¡cómo no! de León; para mí cuna de mujeres fuertes, decididas,
entrañables . Ya hice una semblanza de «las hermanas de León» y
en ella estaba incluida Paulina.
Pese
a ser pequeña de físico y delgada como un junco, su mirada
mostraba la fortaleza interior, la sabiduría adquirida en tantos
años de entrega. Su mirada se tornaba nostálgica al hablar de su
época en África, de la gente que había conocido, sin recalcar los
peligros a los que también se expuso, entre ellos la pérdida de
salud. Pero ya sabemos que al mirar atrás pesa más lo que amamos
que lo que nos hizo sufrir.
Era
una persona sabia, reconocida entres sus iguales como mujer versada
en múltiples talentos, y sin embargo jamás la escuche presumir de
sí misma.
Ahora
no está, la muerte como suele ocurrir, se lleva a buenos y malos. La
ventaja es que ella se hizo un hueco en los corazones de mucha gente,
y ese es el modo inequívoco de seguir viviendo por siempre. Mientras
la recordemos, estará. Por eso Paulina Díez y su sonrisa
permanece.
Y
yo agradezco a los hados que me concedieran su amistad.
Todo mi cariño para la comunidad de El Buen pastor , en especial la de Badajoz, y para la familia Díez.
Todo mi cariño para la comunidad de El Buen pastor , en especial la de Badajoz, y para la familia Díez.
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