Llevo
dudando toda la semana acerca de si debía manifestarme o no en este
blog acerca de mis sentimientos con respecto al TEMA de los últimos
meses y he optado por un sí, porque dejando de dar la cara no
ganamos nada y mostrando opiniones quizá ayudemos a otros a
reflexionar.
Reconozco
haber pasado por todas las etapas posibles: «dejemos que se
expresen en libertad», «votemos todos los españoles y no solo
ellos», «pues no señor, nada de referéndum, quién co... se han
creído que son...» Y me he asustado viéndome al final pensando
como una reaccionaria. Lo cual me ha llevado a darme cuenta de cuán
manipulables llegamos a ser.
Se
habla de continuo en los medios , y es cierto, la propaganda en uno u
otro sentido nos afecta. Lo que Goebbels consiguió con el pueblo
alemán a base de machacarles los oídos y la vista con odio,
desinformación e insistencia terminó con seis millones de judíos
asesinados. En España, podemos acabar con catalanes contra catalanes
y con españoles contra catalanes en un odio sin cuartel que, no se
nos debe olvidar, ya vivimos hace unas cuantas décadas.
La
culpa de todo, no me cabe la menor duda, es de los políticos
mediocres que tenemos, los que usan los medios para decir lo que
muchos quieren oír y para no mojarse otros, en un ataque de cobardía
inconcebible para los tiempos que corren. Señores, si fueran gente
decente dimitirían todos, los de derechas y los de izquierda, sin
distinción ninguna. TODOS.
Me
cuesta aceptar que tengo que tragarme mi ira y asumir que TODOS
tenemos que perder para que TODOS ganemos. Hay que dialogar. Con
quien sea, como sea. Pero no podemos dilatar una situación tan
peligrosa para los españoles. No podemos permitir que unos cuantos (
porque no son más) decidan por el resto de sus conciudadanos, pero
estos tampoco pueden quedarse acobardados sin decir en voz alta
«queremos ser España» Les toca un difícil papel,pero tendrán que
mojarse más, puesto que si llegara a proclamarse una Cataluña
Estado, serían ellos quienes perderían.
Los
demás tendremos que agachar la cabeza y aceptar que tengan un
referéndum; con garantías, eso sí, que voten los catalanes y
decidan de una vez por todas sí o no, conociendo las consecuencias
y aceptándolas.
Igual
que el resto debemos entender que de nada vale contar con una
Comunidad Autónoma más que se resiste a serlo, que se niega a
serlo.
Llevamos
demasiados años de tibieza. Démosle una solución ya. Ni victimas
ni verdugos. Sólo ciudadanos de derecho.
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