Me
siento frente a ellos y los observo fijamente. Acabo de mandarles
unos ejercicios y me miran como si fuera marciana. Son lo más básico
del universo y parecen pensar que les estoy puteando de lo lindo.
¡Si sólo deben rellenar el adverbio de frecuencia adecuado en uno
y tachar la palabra que no se ajuste al grupo donde está incluída
en otro! ¿Para esto he estudiado cinco años de carrera, he
opositado y me he matado a currar de camarera en Londres un montón
de veranos?
Tengo
una academia. Me han enviado a una panda de crápulas que deben
superar un curso de inglés de cuatrocientas horas si quieren seguir
en sus puestos, pero les importa un ...pimiento, por ser fina. A uno
que lleva dos días sin justificar las faltas le llaman «el
psicópata». Tendré que hacer un parte, pero miedo me da. ¿Y si lo
apodan así con razón? Luego está «el porrero», uno que se pasa
el tiempo liando canutos en la puerta y cuando entramos en clase se
ríe como un bobo y me suelta « yo lo entiendo todo,pero se me
olvidan tus explicaciones enseguida! ¡No te fastidia! ¡Si va de
hachis hasta las cejas! ¡El humo le nubla la mente! ¿Y el cubano?
Jovencito, guapete, con rastas...¡Las chicas se lo comen con los
ojos! Y con la boca. ¡Vergüenza me da imaginar que algún día mis
hijas se porten con semejante descaro!
Para
remate, a los veinticinco se suma el chico de prácticas. Memo. ¡Pero
memo! Se sienta en primera fila y se comporta como si fuera un
alumno. Está de un verde que mosquea. Sin iniciativa, sin
motivación...¿para qué puñetas quiere ser profesor? ¿Para
terminar algún día teniendo mi cara de cabreo?
Luego
dicen que el profesorado está bien pagado… ¡Les dejo un día mi
clase!
Para
Fátima, por sus inestimables ratos de desahogo telefónico. No me he
atrevido a usar su auténtico vocabulario, que hace que me carcajee
hasta saltar las lágrimas Pero la recomiendo encarecidamente para un
espacio de El club de la comedia. Lo borda.
Código de registro:
1810248808714
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