No podemos dejar de prestar
atención a las señales. Nos pueden costar libertades importantes.
No me interesa el número exacto de personas que se manifestaron el
pasado 10 de febrero en Madrid contra el actual gobierno . Da igual
que fueran cien o cien mil. Tenían derecho a manifestarse. Lo que me
preocupa es que las personas que no comulgamos con semejante
ideología nos quedemos de brazos cruzados, pensemos que son una panda de descerebrados y olvidemos lo que la Historia nos ha
enseñado. De la indiferencia se nutre la ignorancia, de la
abstinencia de las izquierdas se llenan las urnas de la derecha. Ya
Hitler se aprovechó del populismo fácil, del miedo de la gente, del
paro, de la xenofobia y la homofobia y cualquier fobia disponible.
Ahora , a estas alturas de siglo, también nos quieren a las mujeres
en casa, con la pata quebrada, restituyendo los puestos de trabajo que
hemos “usurpado” a los varones, devolviéndonos la santa estampa
de mujer esposa y madre abnegada. De verdad, miedo me da. No de que
ellos ganen porque sus ideas hayan calado entre los españoles como
ha ocurrido en Italia y, más asombroso aún, en países que siempre
fueron ejemplo de modernidad como los escandinavos...No. De lo que
tengo miedo es de que las izquierdas se despedacen entre ellas y a los de a
pie nos quemen la moral y pasemos de ponernos ante las urnas.
Porque los otros no faltarán. Y así se ganan elecciones. Con peleas,
gallos de corral y abstención, NO.
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