Me he apuntado a un club de
lectura y el libro elegido fue La
montaña mágica
de Thomas Mann. Un clásico, lo sé, de un escritor Nobel de
Literatura en 1929. Hasta ahí perfecto. Lo malo es adentrarse en sus
páginas y sentir que “eso”que leo no me dice nada. Mis disculpas
para quienes lo leyeron y supieron valorar, pero admito que no me
encuentro entre los “elegidos”.
Para pasar “el trago” voy
devorando otras novelas y mira por donde cae en mis manos Le
llamaban Bronco, de
Laura Sanz. Ya conocía (y admiraba) otras novelas de esta autora,
pero hablo de esta porque viene a cuento de mi enunciado.
Mann presenta un mundo burgués,
con reflejos de la sociedad de principios del XX y traza una crítica
encubierta del carácter teutón y un tanto misógino por su parte(
sólo he llegado al capítulo III, no sé cómo seguirá el resto).
Me cuesta horrores centrarme en sus – para mí- absurdos diálogos.
Sanz escribe del oeste americano
de finales del XIX, de Texas en concreto. “Escudándose” en una
historia de amor denuncia, entre otros asuntos, el racismo hacia los
mexicanos, el clasismo o lo que hoy llamamos
violencia de género; pero además, nos ofrece una extensa
información de la historia de Texas, del mundo del caballo, de sus
razas y su doma, de los hábitos y costumbres de la zona. Y todo con
un lenguaje preciso, trabajado y muy, muy ameno.
Ahora viene la pregunta del
millón.¿Por qué un club de lectura elige ciertos libros y descarta
otros? ¿Por su cubierta? ¿Porque una novela romántica no contiene
elementos de interés cultural y social que transmitir?
¿Por eso en los colegios e
institutos ( aunque las cosas están cambiando, gracias a Dios) se
leen historias que echan para atrás hasta al lector más curtido en
vez de introducir temas que, de verdad, sirvan para que los chicos se
identifiquen con lo que leen?
Me temo que el mundo de la
“cultura” arrastra tras de sí prejuicios que deberían ir
limándose. Claro que, para eso, los que quedan “ojipláticos”
(¿he dicho alguna vez que me horroriza esa palabra tan de moda por
las redes?) ante la idea de leer ciertas novelas, quizá deberían
espabilar y codearse con lectores que, por lo menos, tengan la mente
un poquito abierta. Ya que no les vamos a “obligar” a que las
consuman ellos.
Nota: Como siempre, son mis
ideas las que defiendo en este blog, y me hago responsable de mis
pensamientos y de sus posibles críticas negativas.Siempre
que no conlleven insultos.
Gracias por leer hasta el final.
A mí me pasó con Rayuela, de Cortázar.
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