"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 26 de marzo de 2020

Reflexiones de una afortunada


Hoy es lunes y hasta el jueves no saldrá este artículo que igual me estalla en la cara porque la situación haya cambiado drásticamente; espero que no, porque de haber cambios, no seamos ilusos, sería para peor. Aquí se cumple lo de “¡Virgencita, que me quede como estoy!”
El porqué del título está claro: vivo en un tercero con iluminación, calefacción y todo tipo de comodidades. ( Mi vecina de enfrente tiene una terraza espectacular, pero qué le vamos a hacer, siempre hay clases y clases!)
Había pensado escribir un diario de estos días enclaustrada ( en verdad lo llevo) pero prefiero ir dejándoos pinceladas de pensamientos.
Por un lado, pasó mi cumpleaños y lo celebré soplando velas sobre un donut de chocolate y con cientos de mensajes, llamadas, videollamadas, y un cariño inmenso que jamás podré agradecer bastante. No hubo fiesta, ni familiar ni de amigos pero sentí la reconfortante presencia virtual de todos ellos. No tuve ningún bajón emocional, porque lógicamente, hubiera sido para darme de tortas con lo feo que estaba el panorama ahí fuera.
El tiempo, ese tiempo al que me aferro con uñas y dientes, sacando de donde no hay para escribir… pues me ha sobrado. He tenido horas y horas para terminar mi última novela, que está más que encauzada, y… ¡ni flores! No es falta de inspiración, que ya sé lo que va a ocurrir, es falta de ganas. Una apatía salvaje al ordenador que, al menos, he limado leyendo ¡Algo es algo! Llevo zampada la mitad de mi lista de pendientes del ebook. Lo malo es que la oferta es tan amplia que se recarga enseguida. Pero bueno, ese es otro cantar…
La gente. Me pregunto si la humanidad, en general, merecemos la pena. En estos días hemos dado TODOS unos ejemplos tan claros de INSOLIDARIDAD, comprando a lo bestia en los supermercados, saliendo a la calle pese al estado de alarma, burlando normas que sirven para salvar vidas, y al mismo tiempo tiempo, de inmensa SOLIDARIDAD, estando pendientes unos de otros, saliendo a los balcones a compartir ratos tontos pero que provocaban sonrisas, intercambiando ideas para hacer más llevadero el encierro... La gente ha regalado libros, música, videos… Nos han caldeado el alma las buenas acciones y nos han enrabietado las malas. En una balanza, no sé cual pesará más. Al final de este confinamiento se verá. Yo quiero creer que vencerán las buenas, pero hay días que la sangre me bulle a unos grados fuera de termómetro.
Sanitarios. ¡Qué rabia! No es el momento, lo sé, pero qué rabia que ahora que nos aprieta el zapato los endiosemos. ¡Si siempre han estado ahí! Se han puesto en peligro de contagios de mil enfermedades, no solo del jodido coronavirus. Han estado al pie del cañón soportando impertinencias de los pacientes, de los familiares, desde hace años. Porque , al igual que a los maestros, es una profesión a la que se ha perdido el respeto. SIEMPRE HAN SIDO HÉROES. Con un sueldo de m… para lo que tenían que aguantar. Y encima, los gobiernos de derechas, privatizando y poniendo más difícil el papel de la sanidad pública. Si se hubieran tenido más medios, quizá otro gallo cantaría. ¿O no suena raro la inmensa incidencia del virus en una Comunidad que lleva siglos gobernada por la derecha? Pero hay oídos que no quieren oír. Esperemos que esto sirva de lección al menos. Porque no simpatizo con cierto partido que va de rojillo y me río yo, pero sus razones en plan social sí que tienen.
Profesores. ¡Ese colectivo que no da un palo al agua y tiene más vacaciones que un ministro! Ese colectivo se está partiendo el espinazo para que vuestros hijos no pierdan el ritmo escolar, actualizándose a toda pastilla con las redes para que los de instituto y universidades no tiren a la papelera el curso. Lo sé de buena tinta. Nuevas programaciones, remodelación de temarios, puesta a punta on line… También ellos son héroes.
Como los que reparten con sus camiones, atienden locales imprescindibles, cuerpos de seguridad, etc, etc.. Todos los que mantienen en pie el país mientras los demás “aguantamos” en nuestra zona de confort.
No quiero terminar sin enviar un recuerdo para los marginales, esas personas que a nadie importan por lo general y ahora menos aún. Espero que las medidas que el Gobierno ha prometido para con ellos se cumplan. Y espero también que no olvidemos que los refugiados en los campos de media Europa siguen allí, hacinados, sin medidas sanitarias y vete a saber en qué condiciones ¿Contarán esos muertos en el computo general de los países? ¿o como son ciudadanos de ninguna parte ni siquiera aportarán su tanto por ciento? Es fácil ser solidarios con el vecino, más con la gente que amamos, pero ¡ah! en tiempos de crisis ¿ quién recuerda a los olvidados?
¡Soy tan, tan afortunada! Blanca ( por una vez, lo de mujer casi da igual) y del primer mundo… ¡Una diosa en el Olimpo de la debacle!
Mi más triste canción para el tercer mundo, porque seguirá siendo el que pague el pato. Aunque quizá sí que haya un Dios y con su capacidad de sacrificio, su espíritu de supervivencia y su fortaleza ante la desgracia lo llevará mejor que nosotros, los pobrecitos enclaustrados en nuestras cómodas casas. Ojalá así sea.

PD: Al menos se están librando de los ingentes videos que asaltan nuestros whatsApp, de las fake news, de los bienintencionados GIF...¡ Qué cansino, por Dios!

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