Ser mujer es, a día de hoy,
mucho más que una cuestión de género.
Llevamos a nuestras espaldas el
compromiso de no permitir un retroceso en los avances conseguidos por
nuestras antepasadas y la obligación añadida, de mejorar aquellas
cotas que aún no se han alcanzado. Vivimos en una sociedad mucho más
compleja que nuestras madres o abuelas, pero no solo por las nuevas
tecnologías; nos enfrentamos a la desidia de gran parte de la
juventud que está “sobradamente preparada” pero muy poco
“valorada”.
Antes, la mujer apenas
estudiaba. Ahora, estudian todas las que quieren. Antes, se las veían
canutas para trabajar; ahora, también, pero con el añadido de que
en el pasado sólo optaban a equis cualificaciones y en la actualidad
pueden alcanzar incluso la presidencia del gobierno.
Disponemos de libertad sexual,
pero siguen existiendo “las manadas”; se disfruta de libertad de
movimiento, pero escasea la economía y las jóvenes son más
dependientes de la familia, convirtiéndose en cargas y además,
creyéndose merecedoras de ese derecho.
Se ha olvidado bastante el
espíritu de sacrificio que caracterizó a nuestras madres y abuelas,
y a esas otras mujeres que, aun teniendo posicionamiento social y
económico, lucharon por el derecho al voto de TODAS las mujeres,
ricas y pobres, que sufrieron cárcel y acoso y derribo por parte de
una sociedad que no entendía qué
quieren las mujeres.
Muchos
hombres se lo siguen preguntando. Y lo que es peor, algunas mujeres.
No obstante, la cuestión es bien sencilla. Basta ver los gráficos
de los sueldos en las empresas privadas, del género de personal
activo que está trabajando y el que está en paro, de la asombrosa
abundancia de embarazos no deseados pese a una supuesta información
sexual, del retroceso en memoria de historia de género ( alucino
con lo poco que saben las jóvenes de la escasez de derechos de las
mujeres hasta hace dos días),de la invasión de lecturas de
empotradores
machistas, de propuestas educativas para separar géneros, etc, etc.
¿Quedan
cosas por hacer?
Ingentes. Unas porque se relegaron al olvido, otras porque jamas se
consiguieron.
Ser
mujer sigue siendo complicado hoy día. Eso sí, también resulta
fascinante para las que amamos los retos. De corazón, espero que
seamos muchas.
¡Feliz
mes de la mujer!
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