El
partido de la Champion ha removido en mí sensaciones increíbles. Me
ha proporcionado ocasión de trascender a algo más que un partido
de fútbol. Para empezar no lo era; esa noche se enfrentaron dos
equipos españoles, de la misma ciudad, con dos aficiones
impresionantes...Con el mismo derecho a ganar.
Para
mí – y confieso que soy desde mi más tierna infancia seguidora
del REAL MADRID -¡ Ah, Santillana de mis amores! - resultaba por
otro lado un duelo donde la solidaridad con el más débil , tan
propia de una piscis, me empujaba a defender a los rojiblancos frente
a la fría lógica de que uno debe defender lo suyo. Me costó un
tira y afloja con mis sobrinas ( una hasta me mandó a acostar)
porque les impulsaba más el anhelo de ganar que la justicia.
Tenía
a mis dos hermanos divididos también, el mayor del Atleti –
ilusionado, por supuesto pero con ese sentimiento trágico de la
vida que acompaña a los de su club de que lo más lógico era perder
– y al segundo, acérrimo madridista, confiado en la victoria.
Además
tengo amigos de ambos bandos y por si fuera poco, mi adorado Sabina
militando de rojo y blanco. O sea, el corazón partío.
Y
va y empieza el juego y durante 90 minutos hay un ganador evidente ,
el Atleti. Lo tocaron con los dedos, con los ojos, con el corazón...
Claro que cometieron un fallo: no afianzaron la victoria. Y no se
puede decir que no trabajaran porque resultó evidente que
terminaron agotados. No voy a desmerecer el trabajo del Madrid , que
estuvo parejo con el de su contrincante, pero estaba claro que no
era su día; Ronaldo no daba una y el resto tampoco estuvo muy
acertados. Bale insistió, es cierto, y Sergio ni digamos. Hasta que
lo consiguió. Pero...En el minuto 93.
O
sea, que de haber tenido una duración normal el partido, ahora la
Copa no estaría en las vitrinas del Madrid sino en las del
Atlético; los hinchas no se habrían vuelto locos en Cibeles sino en
Neptuno... La felicidad de unos habría sido la tristeza de otros.
Sin
embargo, el árbitro decidió dar 5 minutos extras. Y todo se mudó.
Del sabor al sinsabor. De la alegría, a la tristeza.. En sólo 3
minutos. Eso le bastó a Ramos para cambiar la Historia. Porque en el
futuro nadie recordará que la Décima se ganó en minutos de
descuento, sólo dirá que se ganó.
Y
para remate, el chulesco 4-1 que en nada reflejó la verdad de un
partido que no mereció ese final. Contemplar a esos jugadores que
habían rozado la gloria ya exhaustos por el esfuerzo tragarse tres
goles más fue una aberración.
Comprendo
la alegría del Madrid, aunque no la compartí – y me sentí más
que culpable porque yo había rogado a mi bruja interior para que al
menos tuviéramos un gol, por aquello del pundonor y no quedarnos
0-1, pero así no. Así no me complace ganar. Y menos a quien lo dio
todo y perdió una vez más.
Lo
siento, ya sé que voy de ilusa por la vida. No obstante, ese
resultado me hizo pensar en cuantas veces no habremos vividos
instantes así sin saberlo siquiera...Cuántas veces no habremos
estado a un pelo de conocer a esa persona que se ha cruzado en
nuestro camino y la hemos dejado escapar por no corresponder a una
mirada o una sonrisa, cuántas veces mis novelas habrán estado en
un lado del escritorio de quien las leía y ha decido pasarlas al
otro, al de las que no merecen la pena – aunque tuve la suerte de
que un editor SI creyó en mí -, cuántas veces habré podido
ayudar a alguien y por estar colgada de mi mp3 ni siquiera lo he
visto, cuantas veces se habrán perdido vidas en un accidente por un
instante de descuido, cuántas veces se habrán ganado por una reacción a tiempo ...
¡Cómo
de efímeros son los momentos de la vida! ¡Cuántas cosas pueden
cambiar en un segundo y nosotros sin saberlo!
Me
produce un extraño sinsabor y al mismo tiempo cierto regocijo por el
misterio.
Supongo
que eso es la vida. Como la Champion. Hoy ganas y al instante
pierdes. O viceversa.
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