"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 12 de noviembre de 2020

Cuando te obligan a escribir

 

Para aquellos que me seguís en redes, sabéis que no escribo críticas negativas de los libros que leo o dejo a medias por infumables. Considero que hay gustos para todos los colores y no soy quién para erigirme en juez.

Pero sí hay cosas que, como lectora, me cabrean y hoy no me apetece callarme.

Estoy siguiendo una trilogía de novela negra. También quienes me seguís, sabéis que soy “devoradora” del tema. Pues bien, me parece una tomadura de pelo la que estoy leyendo. Sí, la sigo leyendo, a pesar de mi enfado. Porque quiero saber como acaba, quiero saber qué ha ideado esa cabecita creativa para sus dos protagonistas, potentes como ellos solos.

Este autor comenzó con una novela de impacto, por su trama, sus personajes y su curiosa manera de expresarse; fue un exitazo, un bestseller, vamos, y...ahí nace mi curiosidad. ¿Él pretendía,de verdad,escribir una trilogía? O la editorial, aprovechando el impacto mercantil, ha querido seguir con la gallina de los huevos de oro y nos ha terminado endosando una segunda parte que ya flojeaba y una tercera que ...prefiero no calificar.

Sé de lo que son capaces las editoriales. Y de lo que somos capaces, a veces, los escritores, por firmar un contrato. Supe, de una autora – magnífica, por cierto – que tras ganar un premio tuvo que cambiar el final de su libro porque la editorial le “exigió” que escribiera una segunda parte. Me lo contó en persona, no es un bulo. Para mí, resulta de una prepotencia despreciable, pero comprendo que publicar y vernos en papel y en listas de venta es una tentación mas fuerte que el chocolate.

Esto me lleva a preguntarme: que me sobre casi el segundo libro y , desde luego, el tercero, ¿es culpa del autor o de la editorial? Me quedaré con la duda, puesto que ni conozco al escritor ni me relaciono con tan potente editorial, pero me gustaría que, de algún modo, les llegara la información de que los lectores no somos idiotas. Que podemos leer una trilogía, si se empeñan, pero que son de esos libros digitales que después de leerlos, los borras y te quedas tan pancha. Y, desde luego, ni se me ocurre recomendarlo ni me lo compro en papel porque me ha dejado un bonito recuerdo o lo adquiero para regalar.

A la editorial le importa un pepino, lógico. Lo de ellos es llenar sus arcas. Pero, ¿para el autor también?

Personalmente, no me apetecerá leer su próxima obra.

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