"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 7 de junio de 2018

El instante


Esbozó una sonrisa tierna y alargó los dedos para deslizarlos, sinuosos, por el perfil de su rostro. Recorrió con parsimonia las arrugas de su frente, las que dibujaban tajos profundos alrededor de los ojos, las que destensaron los pómulos, las que rodeaban su boca. Acarició con amorosa lentitud el contorno del semblante conocido y depositó los labios en la ajada mejilla.
No le importaban los surcos que mudaron su rostro, ni las rojeces de la piel, ni siquiera la mirada opaca. Al mirarlo, ella sólo veía al hombre que la había llevado de la mano al colegio cada día, al que la estrechaba en sus brazos si lloraba, del que arrancaba una sonrisa con sus mimos. Su yayo. Su abuelo.
Aunque no la reconociera, ella tenía memoria por los dos. Lo abrazó, se fundió en un achuchón con él y el breve parpadeo de sus ojos le dijo que la había recordado; un instante, un segundo, pero a ella le bastó. 

 
 

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