"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 16 de enero de 2020

Morir del alma


Muchas mujeres se dejan morir del alma. Son palabras de una chica guatemalteca, presa en la cárcel y actriz del grupo de teatro Yeses. Al periodista le gustó tanto la expresión como a mí y quiso saber a qué se refería. Respuesta: A la mayoría de las mujeres, sobre todo en países latinos ( dijo ella) no las dejan expresarse, ni para bien ni para mal, y se quedan con la sensación de que son invisibles, de que su presencia en el mundo no es útil para nadie, y entonces “se dejan morir del alma”.
Me provoca congoja pensar en ellas. Sobre todo, porque conozco a cientos de mujeres que se creían prescindibles y con ayuda externa y perseverancia propia consiguieron alcanzar objetivos que nunca imaginaron. A todas las mujeres de mi antigua escuela les pasó, y les sigue pasando, porque el proyecto permanece, y siempre hay mujeres que necesitan un hombro sobre el que llorar, que una técnico te acompañe a arreglar papeles o una amiga que te muestre nuevos horizontes, entre otras cosas.
El sábado por la mañana , en la Ser, escuché un reportaje sobre las mujeres del teatro Yeses. Ya lo conocía , claro. No en vano uno de mis sueños incumplidos es haber trabajado en la cárcel. Pero me pusieron al día y sobre todo, me contagiaron la alegría por lo que hacen.
Se llama Yeses porque fue un proyecto que nació en 1985, en la antigua cárcel de mujeres de Madrid, Yeserías. Tienen su propia página en internet, por si queréis saber más sobre ellas. Me limitaré a contaros que las presas escriben las historias que interpretan, la mayor parte de las veces basadas en vivencias personales, y que las representan dentro y fuera de los muros del Centro Penitenciario de Madrid I Mujeres en Alcalá de Henares.
Desde que Elena Cánovas lo creó, han desarrollado numerosos montajes teatrales y han recibido importantes premios. Con las actrices amateurs colaboran profesionales de la escena, gente que valora el teatro como una magnífica terapia de reinserción social. Doy fe de que escuchar a estas mujeres es una gozada, cómo admiten que han pasado miedos y han tenido que trabajar muy duro, en horarios extras, para aprenderse un guión e interpretarlo con dignidad. ¡Y cómo valoran los aplausos! Muchos de ellas no se han sentido gratificadas por sus acciones antes de esta experiencia, pero ya sabemos que la autoestima crece de manera exponencial a como los demás te ven.
Aunque a la mayor parte de la gente estas historias les resultan ajenas, creo que merecen una alabanza todos los que han trabajado para organizar una actividad tan compleja con mujeres de difícil motivación y el haberles llevado un rayo de esperanza a sus maltratadas vidas. Hayan hecho lo que hayan hecho. Soy firme partidaria de la reinserción y si el teatro es un modo de conseguirla, bienvenido sea.
Ojalá ninguna mujer esté, en el futuro, destinada a morir del alma.

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